Concept

Primera Guerra Mundial en Euskal Herria

La Gran Guerra, como se llamó entonces, a la guerra del 1914-1918, enfrentó a las grandes potencias imperialistas en su enconada lucha por la supremacía mundial y se convirtió en un gran conflicto bélico, con un gran poder de destrucción (20 millones de muertos), con la aparición de nuevas mortíferas armas.

Pero sobre todo, la Primera Guerra Mundial, posibilitó el inicio de la Revolución rusa, el surgimiento de los Estados Unidos como potencia de primer orden, por delante de los países europeos, acabó con la solidaridad internacionalista de la clase obrera y con los Imperios de Austria-Hungría, Rusia y Turquía, al tiempo que aparecieron diversos nuevos estados independientes europeos.

A pesar de que el Estado español se mantuvo neutral y no entró en la conflagración mundial, el País Vasco Sur participó de una manera activa en el conflicto, dividiéndose el país en germanófilos y aliadófilos, con predominio de estos últimos. Así también, tuvo su incidencia, especialmente, en el trato comercial que mantuvo con los aliados, -sobre todo con Inglaterra-, que ocasionó un gran auge de las compañías navieras vascas que contribuyeron en gran manera a un alza de la economía vizcaína, el despegue político del nacionalismo vasco, y por último: la aportación vasca a la causa aliada, a la Europa democrática de entonces, por medio de algunos centenares de voluntarios vascos que lucharon con firmeza dentro de las filas de la Legión Extranjera francesa.

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Durante la guerra se produjo un enorme crecimiento de la economía vasca de Egoalde, sobre todo a través de las compañías navieras: transporte marítimo y construcción de buques, producto de la creciente demanda de transportes para el comercio internacional así como la exportación de mineral de hierro hacia Inglaterra, para atender las necesidades de la guerra.

Con los beneficios obtenidos nacerán nuevos bancos, como la Banca Urquijo (1918) y el Banco Central (1919), produciéndose un claro predominio del capital financiero vasco en el Estado español. Las excepcionales ganancias de la Primera Guerra Mundial harán crecer, igualmente, nuevas empresas como por ejemplo las metalúrgicas de Guipúzcoa. Se producirá asimismo una gran transformación de la producción de los Altos Hornos de Vizcaya, trabajándose a tres turnos, y llegando a unas ganancias que oscilaban entre los 100 y los 150 millones de pesetas en los dos últimos años de la guerra. De igual manera se produjo un gran florecimiento de la industria del papel, creándose la Papelera Española (Aresti, Arteche, Gandarias, Urgoiti), que dominó el mercado estatal, y también aumentó enormemente la producción textil y se crearon importantes empresas electrodomésticas.

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En Hegoalde, al igual que en Catalunya, la correlación de fuerzas entre francófilos y germanófilos, será, por mucho, favorable a los primeros, lo que contrasta con el resto del Estado, en que predominarán los germanófilos. Hegoalde tendrá unas buenas razones para apoyar la causa aliada, pues el trato comercial con Inglaterra, será una fuente enorme de beneficios para los navieros vizcaínos. Así, se manifiestan a favor de los aliados tanto la mayor parte de la burguesía vasca, como las organizaciones de izquierda moderada (socialistas, republicanos...), mientras que tradicionalistas y monárquicos, se declaran germanófilos. También hay bastantes germanófilos en las clases medias, especialmente en profesiones liberales: médicos, abogados y notarios, ingenieros, comerciantes y sacerdotes. En cambio, entre los carlistas y nacionalistas vascos, predominan los aliadófilos. Los carlistas se hallan divididos en dos tendencias: la liderada por Vázquez de Mella, germanófila, y la partidaria de Don Jaime, aliadófila, y mayoritaria, esta última, entre los carlistas vascos.

Carta de un germanófilo ilustre, D. Carmelo Echegaray, del 12 de nov. de 1918. Entonces hablaremos de todas las cosas que están ocurriendo en el mundo, y que son como para trastornar la cabeza más firme. Ahora es cuando, quitadas las máscaras, se verá lo que buscaban los defensores de la libertad independencia de los pueblos. Lo que a mí me duele es ver a nuestros nacionalistas haciendo el panegírico de Abraham Lincoln, y adulando a Wilson. Me repugnó siempre, y me repugna cada vez más, el papel de adulador del poderoso y triunfador. Es un papel que pugna con la nativa altivez e hidalguía del vascongado. Más que nunca me siento caballero de la desgracia y simpatizo con el Kaiser, quien se hace objeto de las campañas más violentamente injustas. Ref. Echegaray, C.: Cartas a D. Serapio Múgica, 1987, pp. 520-521.

En el nacionalismo vasco, existen también dos tendencias: la mayoritaria, que tiene su medio de expresión en el periódico "Euzkadi", dirigida por Engracio de Aranzadi, "Kiskitza", y la minoritaria, representada por Luis Arana, quien perderá en 1915 y precisamente por su posición pro-germánica, la presidencia de la Comunión Nacionalista Vasca (C. N. V.). En la prensa, la causa aliada contará con las simpatías de las publicaciones nacionalistas, socialistas, republicanas y liberales.

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Desde el principio de la guerra, la gran mayoría de intelectuales vascos se decantará y se manifestará del lado de los aliados. Así, en el Manifiesto de intelectuales del Estado español en favor de los aliados (julio de 1915), se encuentran varios intelectuales vascos como el pintor Ignacio Zuloaga -que llegará incluso a asistir en París a una cena de homenaje a los voluntarios vascos y de otras naciones del Estado español-, el escritor Ramiro de Maeztu -que actuó como corresponsal de guerra en el frente aliado, durante la guerra-, Miguel de Unamuno, Juan Madinabeitia, Luis Urrutia, Pérez de Ayala, etc. En cambio en el Manifiesto pro-Entente (germanófilo), sólo encontramos a Andoni Goikoetxea, aunque sabemos que hombres como Carmelo de Echegaray y otros fueron decididos germanófilos. D. Pío Baroja, por su parte, sin militar en el campo del Kaiser manifestó su distanciamiento del entusiasmo aliadófilo.

En el campo artístico vasco, son muchos los pintores y escultores que se decantan abiertamente por los aliados, siendo uno de los máximos exponentes la revista artística "Hermes", dirigida por Jesús de Sarna, con la colaboración de los artículos de Ramón de Belausteguigoitia y Pedro M. Michelena, con grabados y textos de artistas vascos, de Zuloaga y José Arrue, entre otros. Entre los artistas vascos aliadófilos, que participaron en varias exposiciones pro-voluntarios, como la celebrada en noviembre de 1917, bajo el nombre de "Catálogo Exposición de arte a favor de los legionarios españoles", están, entre otros: Alberto Arrúe, Ignacio Zuloaga, Valentín de Zubiaurre, Juan de Echevarría, José Arrúe, Anselmo de Guezala, Gonzalo Bilbao, Unturbe, Uría, Aurelio Arteta y Gustavo de Maeztu. Por otra parte, también se llegaron a organizar suscripciones a favor de los voluntarios, en las que participaron, entre otros: Miguel de Unamuno, Ignacio Zuloaga, Luis Urrutia, Antonio de Guezala, Esteban de Aguinetxe, Feli Lascaray, Juan Pérez de Ayala y Pío Ibarra.

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En este período, las compañías navieras bilbaínas lograron grandes beneficios, a causa del trato comercial con Inglaterra y el enorme tráfico portuario de Bilbao. Así, en 1917, nacerían nueve compañías navieras más. La flota mercante vasca suponía el 70 % del total estatal, con la mayor parte de sus unidades matriculadas en Bilbao. De entre todos los grandes navieros, destaca el nacionalista Ramón de la Sota, figura clave de la aliadófila y de la industria naviera. Gran beneficiario del tráfico marítimo -esencialmente, del transporte de mineral de hierro a Gran Bretaña-, mantuvo una relación muy estrecha con Inglaterra. Así, tras rechazar de Alfonso XIII un título nobiliario, Inglaterra le nombró en 1921 "Sir Knigh Commander of the order of the British Empire (Comendador de la Orden del Imperio Británico).

Pero también se perdieron muchos barcos y marineros vascos por acoso de los submarinos alemanes: así de 1914 a 1918 fueron hundidos 59 barcos vascos, lo que representa un 80 % del total estatal de barcos hundidos. Más de 125.000 toneladas se fueron al fondo del mar, llevándose las vidas de 68 marineros vascos. Entre los barcos mercantes hundidos de mayor tonelaje, se encontraban: el "Mendibil-Mendi", de 4.719 Tn., el "Telesfora", de 4.069, el 2 de noviembre, de 3.500, el "Mar Adriático", de 3.410, y el "Santanderino", de 3.340.

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Durante estos años de guerra, el nacionalismo vasco experimentará un crecimiento importante, que se incrementará notablemente a finales del enfrentamiento bélico. Las ganancias del sector naviero, encabezado por De la Sota, repercutirán en la organización nacionalista y ayudarán a estructurar y organizar mejor el partido, que cambiará de nombre en 1916, pasando a denominarse, C.N.V. (Comunión Nacionalista Vasca) en lugar de P. N. V. A su vez el nacionalismo vasco presentará dos programas: el programa máximo, consistente en la restauración de las "lagi zarra" (viejas leyes), abolidas en 1838, reivindicación que el delegado López Mendizábal, presentó en la Asamblea de las Nacionalidades Oprimidas, celebrada en Laussanne (Suiza), en 1916, y el programa mínimo, consistente en conseguir para Euzkadi lo que Catalunya había obtenido en 1913: la Mancomunitat Catalana, por lo que el Bizkai-Buru-Batzar de la C.N.V. elaboró un proyecto paralelo al catalán.

En el año 1916, se producirá una confluencia de intereses entre la oligarquía dinástica vasca y el sector del nacionalismo vasco, -cada vez más a la derecha-, representado por Ramón de la Sota. Sin embargo, esta connivencia entre nacionalistas vascos de derechas y monárquicos, acabará de golpe en los años siguientes de 1917 y 1918, a causa de la profunda crisis política que sacudirá al Estado español en estos años. Por otra parte, el nacionalismo vasco se verá estimulado en estos dos últimos años de la guerra por los 14 famosos puntos del presidente norteamericano Woodrod Wilson, partidario de un programa de autodeterminación nacional para las nacionalidades oprimidas.

Así, durante el último año de la guerra, se producirá un importante crecimiento del nacionalismo vasco, reflejado en las urnas con importantes victorias electorales, como las de febrero de 1918, con la consecución de 5 diputados por Vizcaya -de seis-. Una vez acabada la contienda internacional, y con la aparición de nuevos estados nacionales, el nacionalismo vasco cobrará nuevos impulsos, radicalizándose.

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Varias fueron las causas que propiciaron que unos centenares de voluntarios vascos se alistaran en la Legión Extranjera francesa en la Gran Guerra: en primer lugar, hay que tener en cuenta el ambiente pro-aliados que se respiraba en las diversas organizaciones republicanas, socialistas y nacionalistas, junto con la propaganda aliadófila desarrollada por estos partidos, que confluía con las simpatías de la mayor parte del pueblo vasco. A esto se añadía el prestigio de que gozaba la nación francesa, considerada, por entonces, por las fuerzas progresistas como la representante genuina de la libertad y la independencia, de los derechos democráticos, frente a Alemania y el Imperio Austro-Húngaro, consideradas, por excelencia, como potencias militaristas y dictatoriales, opresoras de los pueblos.

Así, cuando Alemania invadió Bélgica y consiguió ocupar parte del norte de Francia, amenazando París, muchos vascos de diversas tendencias políticas, predominando sin embargo los que no procedían de ninguna organización política, se lanzaron presurosos a luchar por la defensa de los ideales amenazados que representaba Francia, amenazada por el imperialismo alemán. Otro factor importante: la defensa de los aliados de las nacionalidades oprimidas ajenas, propició también el alistamiento de varios nacionalistas vascos a nivel individual, sin la participación de ninguna organización nacionalista. ¿Cuántos fueron? ¿Cuántos llegaron a sobrevivir? Sabemos que apenas un 20 ó 25 % seguían vivos al final de la guerra, la mayoría de ellos viviendo en Francia. En cuanto a su número, a pesar de que solamente hayamos encontrado poco más de cien, debía oscilar entre dos o tres centenares, o tal vez algo más.

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Los voluntarios vascos acudieron a alistarse desde los mismos principios de la guerra, y desde diferentes lugares: Euskal Herria, Francia, especialmente de París y Lyon en dónde vivían varios inmigrantes y exiliados, e incluso de América y Norte de Africa.

En el París amenazado por los ejércitos alemanes, los vascos, al igual que otras colonias extranjeras, como catalanes, polacos, italianos, etc., se organizaron y se alistaron en bloque en la Legión Extranjera, único cuerpo militar francés en el que se podían alistar los extranjeros. Sin embargo, el grueso de voluntarios vascos, procedía de Hegoalde, alistándose la mayoría en el Consulado francés de Bilbo o al otro lado de la frontera, en Bayona.

La mayoría de voluntarios vascos aprendieron a manejar las armas, primero en el campo militar de entrenamiento de Bayona, y luego en la École d'Application de Tir del Camp de Valbonne (Ain). En la Legión Extranjera se alistaron voluntarios de más de 60 nacionalidades de los cinco continentes. Su número oscilaba en 1914-1915, en unos 16.000, de los que algo más de un 1 % eran vascos y cerca de un 20 % catalanes. La inmensa mayoría de los vascos pertenecía al Primer Regimiento de Marcha, y sus profesiones eran varias: mineros, obreros metalúrgicos, marineros, músicos, profesores, trabajadores de la construcción e incluso un licenciado en Filosofía y Letras. Asimismo la mayoría eran euskaldunes, a pesar de que muchos procedían de Bilbo, y en menor grado de Gasteiz e Iruña.

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La Legión Extranjera, compuesta por una de las mejores tropas de choque del ejército francés, sacrificada como carne de cañón, se batió siempre en primera línea con valentía y ardor, al precio de un elevadísimo número de bajas. Los voluntarios vascos salieron hacia el frente en septiembre de 1914 bajo las órdenes del mariscal Joffre, participando en la ofensiva del Marne, consiguiendo rechazar a los alemanes hacia la línea del Aise.

De hecho, será, sin embargo, en la primavera de 1915, cuando empezarán las grandes acciones bélicas de la Legión Extranjera: famosos fueron los combates cuerpo a cuerpo en mayo de 1915 en La Targette, en que llegaron a conquistar la estratégica cota 140, ganando cinco kilómetros en profundidad. De los 2.800 legionarios que participaron en el ataque, 1.200 murieron, entre los que se cuentan muchos vascos, como: Larrañaga y el cabo Casamajou. Belloyen-Santerre, tomada en julio, fue también tumba de varios combatientes vascos: Andrés, García, etc. Al año siguiente, entre el 21 de febrero y el 15 de diciembre, se produjo la sangrienta y larga batalla de Verdún, que ocasionó medio millón de muertos. En el mismo febrero fue enviado allí el Primer Regimiento de Marcha de la Legión Extranjera, que logró romper las formidables defensas que los alemanes habían acumulado en el lado izquierdo del Meuse. Las bajas, como en cada combate, fueron muy elevadas, registrándose por lado vasco, entre otras, las de Expósito y León Pérez.

En el 1917, participaron también en la sangrienta ofensiva de Le Chemin des Dames, en el Oise, apoderándose del saliente de Auberive, contra el que hasta entonces habían fracasado todos los asaltos aliados. Aquí también, como en cada combate, quedaron para siempre bajo tierra, varios combatientes vascos, entre los cuales: Susperregui y Chavarría. En el último año de la guerra, los voluntarios vascos lucharán con bravura en Amiens, Soissons, Compiégne, Argonne, Saint-Baudry, Laffaux, Cachy, Montigny sur Marne, Arras... Y de nuevo en Verdún y Chemin des Dames, acudiendo a los frentes más duros y difíciles del norte de Francia. Las bajas vascas continuarán: Zarandieta, Arteaga, Arrieta, hermanos Ibarra, Larrare, Alfredo García. Diezmados, los voluntarios supervivientes siguieron acosando al ejército alemán en retirada, luchando en Alsacia-Lorena; en Colmar, Mulhouse..., para pasar luego el Rhin, adentrándose en el Palatinado alemán, permaneciendo allí algunos de ellos, una vez terminada la guerra el 11 de noviembre de 1918, como soldados en la Alemania ocupada.

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En abril de 1915, los aliados, deseando apoderarse de Constantinopla (Estambul), con la finalidad de tomar el estratégico estrecho de los Dardanelos, enviaron un cuerpo expedicionario, en el que figuraban tropas inglesas, francesas, australianas y neozelandesas bajo el mando de Sir Hamilton, que desembarcó en la Península de Gallípoli. En esta operación participaron también varias decenas de voluntarios vascos, integrados en el Primer Regimiento de Marcha de Africa, de la Legión Extranjera, de los que había varios que hacía ya meses que combatían en las trincheras del norte de Francia. El desembarco tuvo lugar el 25 de abril, y fue un absoluto fracaso pues sólo pudieron mantenerse en dos pequeños enclaves: Sedd el Bahr y bahía de Suvia, a base de sacrificar miles de vidas humanas: 180.000 soldados aliados muertos por 66.000 turcos, de abril hasta principios de enero de 1916, en que las últimas tropas aliadas evacuaron la Península de Gallípoli.

De 1916 a 1918, las tropas supervivientes, más otras nuevas procedentes de Francia, constituyeron el Ejército de Oriente, luchando en el frente de Salónica, en donde murió Chavarría en 1916. Hasta septiembre de 1918 no conseguirán romper el frente, penetrando por Macedonia, Bulgaria y Servia, recuperando las ciudades de Nis y Belgrado. Algunos voluntarios, siguiendo el Danubio, llegarán hasta el puerto de Odessa, en Ucrania. La mayoría de los voluntarios vascos optó, sin embargo, por volver a Francia, reintegrándose al Primer Regimiento de Marcha, llegando todavía a tiempo para participar en la batalla de Soissons.

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Desde un principio, vascos y catalanes se encontraron y relacionaron en los campos de entrenamiento militar franceses de Bayona, Toulouse, Orleans, Lovoy, etc. , de donde salieron hacia el frente. La amistad entre vascos y catalanes, fructificó en la convivencia de las trincheras, al calor de los asaltos a la bayoneta y en los largos silencios, en la vida cotidiana. Tanto en la lucha como en el reposo, solían estar cerca unos de otros. A menudo, avanzaban, a bayoneta calada, al grito de ¡Vive la France! ¡Gora Euskadi!, unos, y de ¡Vive la France! ¡Visca Catalunya!, los otros. Muchos voluntarios vascos llegaron a hacer una gran amistad con voluntarios catalanes, y atacaban y se defendían junto a ellos, como es el caso de Hernán Bengoetxea, Inocencio Andrés, Betiri Otxoa, Chavarría, Fermín Estella, etc. Incluso, algunos vascos, a resultas de la convivencia con los catalanes, llegaron a dominar correctamente el catalán, como es el caso de Francisco Charralde.

Los catalanes contaban con una organización de solidaridad: el Comité de Germanor amb els Voluntaris Catalans, que a menudo, enviaba paquetes de ropa, libros, periódicos, tabaco, etc. Además había creado un "Madrinatge de guerra", a través del que muchos voluntarios catalanes mantenían correspondencia con una "madrina", que a su vez les mandaba varios suministros. Así, muchos vascos llegaron a tener su "madrina" catalana, de la que recibían varios envíos al año. Por otra parte, este Comité disponía a su vez de centros en Francia, destinados para ayudar y alojar a los permisionarios catalanes de los que se beneficiaron varios voluntarios vascos.

En cuanto a acciones conjuntas en las que participaron vascos y catalanes, abundan a lo largo de toda la guerra, como consta por el testimonio de Chavarría, en la tarjeta postal, dirigida al Dr. Joan Solé i Pla, presidente del Comité de Germanor, y amigo de varios voluntarios vascos:

"...Entre las catalanes y varios voluntarios vascos, buenos jugadores de pelota, se demostró aquel día, a las filas alemanas que, entre los soldados que luchan por Francia, los hay que saben lo que hacen. Casi todos los aprendices que había en la escuela de Levoy, eran voluntarios catalanes y vascos, siendo todos ellos unos excelentes maestros...".

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De entre diversas cartas y documentos escritos por combatientes vascos acerca de la guerra, tenemos la carta de José Peroneille Gorritxategui, de Arrigorriaga:

"En el frente, 9 de mayo de 1918. El 26 de abril, a las cinco de la mañana, se encaminó hacia el bosque de Hangard, la Legión como un solo hombre, porque si nuestro Regimiento se compone de individuos procedentes de todo el mundo, sólo rige un ideal: "La Justicia y el Derecho", de manera que lo anima una sola alma. La marcha era regular, en guerrillas desplegadas, frente al fuego de la artillería enemiga. Cinco minutos más tarde, una salva saludó a los héroes que sacrificaban sus vidas por la salvación del mundo entero. Y a partir de este instante, más de sesenta ametralladoras alemanas segaban las líneas de legionarios. Estos no refrenaron, sin embargo, por un solo momento, su avance metódico y rápido. El valor, la tenacidad y el propósito de vencer a un enemigo muy superior en número, unidos al esfuerzo personal de cada soldado, lograron su recompensa. Avanzamos un kilómetro, hicimos unas docenas de prisioneros y tuvimos un tanto muy elevado de pérdidas. Con nuestra ofensiva victoriosa impedimos un nuevo ataque enemigo que le hubiere valido la conquista de Amiens...".

Este otro fragmento de carta, nos describe el desembarco de los voluntarios en la península de Gallípoli en la Turquía europea:

"El 27 de abril de 1915, una gran cantidad de transportes, llenos de soldados, cañones y demás material, acompañados por las escuadras que habían intentado forzar el estrecho, se acercaban a las puntas que configuraban la entrada del difícil paso, por donde los turcos y los ingenieros alemanes habían tenido tiempo de construir terribles fortificaciones, con numerosas baterías. Al desembarcar las Compañías, en donde servían nuestros compañeros, nuestros hermanos de raza, se encontraron con unas huestes turcas tan numerosas que parecían un hormiguero; sus cañones y ametralladoras tiraban sin parar sobre las embarcaciones que desembarcaban a los soldados. Al tiempo que la artillería de la escuadra aliada, les regaba con metralla. Al fin, tirándonos al agua, y entrando tierra adentro, desde la playa, con las puntas de las bayonetas nos los sacudimos de encima, y pudimos colocar los cañones y ametralladoras, consiguiendo así protegernos, cavando trincheras y avanzando a continuación..."

Y, por último, un fragmento del testimonio de Antonio González, criado en Bilbao:

"...El día cuatro, por la tarde, nos toca a nosotros atacar. Nos encontramos en un barranco, y debemos franquear un espacio de terreno llano de un kilómetro. El enemigo había sembrado aquellas tierras con el ánimo de recoger las mieses pero los trigos que parecían destinados a convertirse en pan K. K., sirven para que los atacantes marchen ocultos, con lo cual no son tan mortíferas las ametralladoras enemigas tan tan grandes las pérdidas aliadas.

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A pesar de que los soldados vascos no eran muy numerosos, sí que destacaron por su entrega y coraje, por lo que muchos de ellos consiguieron las condecoraciones más altas, logrando ascender en gran número desde el escalafón de soldado raso -en que se encontraban los extranjeros al ingresar en la Legión-, al grado de suboficiales, de cabo y sargento, e incluso al de capitán, como es el caso de José Martínez, de Gasteiz.

José Martínez, de Gasteiz, consiguió ascender en poco tiempo, de soldado raso a capitán. La Legión de Honor, máxima condecoración francesa, la consiguió tras dirigirse el 21 de abril de 1917, con un grupo de voluntarios vascos y catalanes compuesto por 17 soldados, a las líneas enemigas, para dar un "golpe de mano". A pesar de ser herido, por dos veces, en el curso de la acción, continuó el ataque, y volvió a las filas de su Compañía con 150 prisioneros alemanes, entre los que había cuatro oficiales.

José Aramberri, de Donostia, consiguió, a su vez, la Cruz de Guerra con Palma, en una acción el 16 de junio de 1915 en Souchez. Aislado de su Compañía, avanzó con su sargento y algunos soldados más hacia la cota 123, en las posiciones de primera línea. Allí dio prueba de un gran coraje y entereza al sostener durante 48 horas un violento combate con granadas contra los alemanes, ocupando una trinchera a 30 pasos de ellos. A pesar de resultar herido, continuó lanzando granadas, defendiendo la trinchera conquistada hasta su agotamiento final. Resultó herido grave en una pierna y en un ojo.

Entre muchos otros que fueron ascendidos o que fueron condecorados por sus actos heroicos y ejemplares, destacan: 1.° El teniente Alfredo Santalla Estrella, "oficial cuya energía, ardor en la lucha y valentía ante el peligro, es admirado por todos" (citación oficial). 2.° El sargento Hernán Bengoetxea, que escribía el euskera correctamente, considerado por las autoridades militares francesas como un "héroe vasco". 3.° Francisco Beascoechea, Cruz de Guerra, conseguida en la batalla de Saint Waast, el 5 de mayo de 1915, por su comportamiento heroico. Resultó herido de gravedad y le tuvieron que amputar la pierna izquierda. 4.° El minero de Santurtzi, Inocencio Andrés, que puso su vida en peligro en varias ocasiones por salvar la de sus compañeros. Y muchos otros combatientes condecorados por su comportamiento militar, como Rafael Eraso y A. Aibar, condecorados con la Cruz de Guerra.

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Hallándose en los archivos los nombres de 123 voluntarios vascos, tendríamos que multiplicar esta cifra posiblemente por dos o por tres para aproximarnos al número real.

Balance de bajas de los voluntarios conocidos
Sobre 123 soldados vascos82 (66,66% con datos)
82 (66,66% con datos)
De los 82 con datosMuertos y desaparecidos40 (48,78%)
Mutilados-heridos graves16 (19,51%)
Heridos6 (7,31%)
Desertores4 (4,87%)
Supervivientes 16 (19,51%)

Así podemos constatar que el número de bajas experimentado, 75,60 %, entre muertos y desaparecidos, heridos, heridos graves y mutilados y si le añadimos 8 voluntarios del grupo de los supervivientes, que también fueron heridos, el porcentaje de bajas alcanza el 85,35 %, con lo que equivale a la media de bajas que experimentó la Legión desde agosto de 1915 a abril de 1985. Por otra parte, cabe señalar, entre los heridos vascos, el alto porcentaje de mutilados que da testimonio de la fiereza de los combates, aumentado con el uso de las nuevas armas mortíferas.

En cuanto al origen geográfico de los voluntarios vascos, como podemos observar en el mapa, de los 61 voluntarios de que disponemos datos locales o provinciales acerca de su origen geográfico, un número considerable procede de Vizcaya (24), destacando Bilbo con 16, 4 Arrigorriaga, y uno Gernika, Durango y Santurtzi. Luego le siguen Guipúzcoa, con 13, de los que 3, en Donosti y Bergara, 2 en Irún, y uno en Zarautz y Hernani. De los 12 voluntarios navarros, solamente hemos encontrado el origen local de dos: uno de Iruña y otro de Barasoain. Paradójicamente, hemos encontrado 10 voluntarios de Iparralde, lo que contrasta con el elevadísimo porcentaje de insumisos y desertores en las tres provincias de Iparralde. Posiblemente las otras 63 localidades que desconocemos, reforzarían Bilbo, y las ciudades próximas, situadas cerca de las desembocaduras de las rías, de la Vizcaya industrial, junto con otras nuevas localidades, en su mayoría, de mediana o grande población, esparcidas por Vizcaya o Guipúzcoa, y Navarra, incrementando también el número de sus capitales. Y probablemente alguno más de Gasteiz y de alguna otra población alavesa.

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En la imposibilidad de reproducir todos los datos que conocemos de los 110 voluntarios vascos, hemos escogidos aquéllos que tuvieron una actuación más destacada:

Betiri Otxoa: trasladado a Francia desde pequeño, se alistó el 26 de agosto de 1914. Primer Regimiento de Marcha de La Legión Extranjera. Mantuvo una gran amistad con el periodista voluntario catalán Melcior Ferrer.

José Martínez: de Gasteiz. Uno de los voluntarios más destacados. Herido en varias ocasiones, ascendió en poco tiempo por su extraordinario coraje y valentía, de soldado raso a capitán. Le fue concedida la máxima condecoración, la Legión de Honor. Fue muy amigo del Dr. Solé i Pla, alma de los voluntarios catalanes y presidente de Unió Catalanista. Después de la guerra trabajó como director en una oficina francesa de Turismo.

Antonio León: medalla de identificación n.° 17.217. Originario de Iparralde. Destacó por su valentía y su audacia, lo que le valió acceder al grado de capitán. Participó en la expedición de los Dardanelos y en la de los Balcanes.

León Pérez: de Bilbo. Medalla de identificación n.° 42.974. Nació el 8 de diciembre de 1892, y se enroló en 1914 en Lyon. Ascendió a cabo, fue herido en varias ocasiones y obtuvo diversas citaciones, ganadas en acciones de combate. Murió en Cumières el 20 de enero de 1918. Cruz de Hierro y Palma.

José M. Aramberri: de Donostia. Medalla de identificación n.° 24.651 . Excelente soldado. Citado en varias ocasiones en el "Journal Officiel". Herido gravemente el 16 de junio de 1915. Cruz de Guerra palmeada.

Hernán de Bengoetxea: De origen vizcaíno. Estudió en París y Colombia. Poeta y escritor. Se enroló en los primeros días de la guerra. Considerado "héroe vasco" por las autoridades militares francesas, destacó por su entrega y bravura en diversos combates. Murió en Arras el 9 de mayo de 1915. Cruz de Guerra y Medalla Militar.

Alfredo Santalla Estrella: de Navarra. Primer Regimiento de Marcha de la Legión Extranjera. 10.a Compañía. Soldado de un gran coraje y valentía. Fue citado en numerosas ocasiones. Llegó a teniente y obtuvo la máxima condecoración, la Legión de Honor.

Antonio González: Nacido en Zamora en 1880 y vecino de Bilbo desde 1900. Minero. Se alistó en Bayona en septiembre de 1914. Excelente soldado. Destacó en varios combates. En 1917 viajó a Estados Unidos, junto con otros delegados de la Legión que se entrevistaron con el presidente Wilson. Cruz de Guerra y Medalla Militar.

Francisco Beaskoetxea: Natural de Arrigorriaga (Vizcaya). Comportamiento heroico en la batalla del 9 de mayo de 1915. Tuvieron que amputarle una pierna y un brazo. Medalla Militar y Cruz de Guerra.

Rafael Eraso: Nacido en Euskadi el 11 de septiembre de 1886. Citado en varias ocasiones por su coraje y bravura. Llegó a sargento. Matrícula n.° 26.525. Murió gloriosamente en las trincheras de Tilloy el 14 de mayo de 1915. Cruz de Guerra y Estrella de Bronce.

Inocencio Andrés: de Santurtzi. Se alistó en los primeros días de la guerra. Minero. De extraordinario valor y espíritu de sacrificio. Murió en Belloy-en-Santerre el 11 de diciembre de 1916. Cruz de Guerra.

José Peronelle Gorritxategui: de Arrigorriaga (Vizcaya). Maestro. Matrícula n.° 27.686. Camillero, de gran audacia. Medalla Militar. Superviviente.

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Durante el año 1917 aparecieron en el ejército francés varios motines y crisis de indisciplina de carácter colectivo, sobre todo en la zona entre Soissons y Reims, y del oeste de Soissons y éste de Reims hasta el frente de Lorena, en donde se encontraban los batallones de la Legión Extranjera. Esta insumisión entre los soldados fue provocada por el gran cansancio de la guerra y el gran desastre de la ofensiva de Chemin des Dames: 271.000 bajas francesas. Estos motines tuvieron más bien un carácter de rechazo a volver a primera línea aunque varios batallones de soldados desfilaron, blandiendo banderas rojas, cantando La Internacional y dando vivas a la paz.

En tales circunstancias, de prolongación de la guerra y de ofensivas descabelladas con enormes pérdidas humanas, no es nada extraño que los legionarios extranjeros, que siempre estaban en primera línea, fuesen sensibles al clima de descontento y de rebelión, desencadenados en el ejército francés. Así, entre los soldados vascos, hubo varios, también, que tomaron actitudes de rebeldía que se manifestaron en deserciones y autolesiones. De los cuatro desertores vascos que nos consta, tres obedecían a este movimiento de protesta. La situación de indisciplina que reinaba entre los legionarios, la intentaron resolver las autoridades militares por medio de la publicación de mensajes dirigidos a los "Engagés Volontaires", para recordarles la finalidad de su alistamiento, haciendo constar que ya estaba próximo el día de la libertad.

A pesar de ello, algunos vascos abandonaron el frente, al igual que otros voluntarios de otras nacionalidades. Un frente, que hacía tiempo se había convertido en un infierno insostenible. Tales fueron los casos de: Cruz-Taberna, antiguo marinero que, después de desertar, encontró un trabajo de vendedor de libros. Fermín Estella, navarro, antes desertor del ejército español. Se comportó valientemente y con entereza en diversas acciones de ataque. Y Urtuzu, un minero fuerte y decidido, que también luchó bravamente hasta que desertó.

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De los 16 soldados vascos supervivientes -según nuestros datos-, que representan un 19,51 % del total, habría sin duda que añadir los desertores y la mayoría de mutilados y heridos graves, con lo que la cifra real de supervivientes sería de 32, con un porcentaje de 39,02 %, es decir, algo más de un tercio. Que posiblemente tenga que multiplicarse por dos o tres, para acercarnos al número real. La mayor parte de los supervivientes vascos se quedaron a vivir en Francia, volviendo también muchos a Euskadi.

Mikel Huertas, se quedó en París, en donde se hizo cargo de un café-bar. Hilario Sanmartín, se quedó también a vivir en París, al frente de un establecimiento de tarjetas postales. Franzizko Beaskoetxea, mutilado de guerra, también escogió la misma capital para vivir. Robi, se casó con una joven parisiense de buena posición. Y Lekerika fijó su residencia igualmente en la capital francesa.

Volvieron a Euskadi: el capitán José Martínez, que pasó a trabajar como director de unas Oficinas de Turismo francés. Juan Alonso, licenciado en marzo de 1919, volvió a Euskadi, en el verano del mismo año. José Peroneille Gorritxategui, trabajó un tiempo en Barcelona antes de volver al País Vasco. J. E. Saralegui, al finalizar la contienda se hallaba de permiso en Perpignan, y luego volvió a su país, como también lo hizo Franzizko Charralde Aguerrizábal, de Bergara.

En cambio, desconocemos el camino que tomaron otros vascos supervivientes, como Ildefonso Uranga, licenciado en el 18, Cirilo Ortega, licenciado a mitad de la guerra, a causa de unas heridas muy graves, al igual que Angel Korta, Carlos Díez, licenciado en el 1919, Eli Loroño, el cual no dejó la Legión hasta el año 1925, y el bravo teniente navarro, licenciado en 1919, Alfredo Santalla Estrella.

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El 27 de junio de 1916, daba comienzo en Lausanne (Suiza), la Tercera Conferencia sobre las Nacionalidades con presencia de diversas naciones sin Estado, como: Albania, Armenia, Catalunya, Euskadi, Finlandia, Georgia, Irlanda, Letonia, Lituania, Rusia Blanca, Serbia, Tartaria, Ucrania, etc. En esta Conferencia se aprobó una Declaración sobre el derecho de las Nacionalidades a disponer de sí mismas, a su derecho a la autodeterminación. La delegación vasca, sin embargo, representante del C. N. V., y presidida por López Mendizabal, después de realizar una introducción acerca "del comienzo del renacimiento de la nacionalidad vasca", y del euskera, pasó a exponer la reivindicación del CNV, consistente en la restauración de las "legi zarra", las viejas leyes abolidas en 1839. Esta era la realidad del nacionalismo vasco por entonces; aún joven, sin una maduración política y sin sintonizar con las exigencias de las reivindicaciones de los movimientos de liberación nacional europeos.

Asimismo a finales de 1917, otra comisión del CNV, de acuerdo con el programa mínimo se desplazó a Versalles para presentar a los presidentes de Inglaterra, Francia, Estados Unidos e Italia, una petición de autonomía para Euskadi, que resultó infructuosa. Será a principios de 1918, con la aparición de los "14" puntos del presidente norteamericano, Woodrod Wilson, con un contenido favorable a la emancipación de los pueblos oprimidos, cuando el nacionalismo vasco experimentará una cierta ebullición, que poco más tarde, coincidiendo con el fin de la guerra y el surgimiento de nuevos Estados nacionales en Europa, se radicalizará, afirmándose ya como la primera fuerza política de Euskal Herria, activando sus reivindicaciones de cara a conseguir nuevas parcelas de soberanía nacional.

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