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Pop-Rock en Euskal Herria

Al norte del Bidasoa la actividad musical más urbana parece haber sido más lenta en el tiempo que entre las más industrializadas y cosmopolitas urbes de Euskadi Sur. El dúo formado por Peio Ospital y Pantxoa Carrèrre fue uno de los más populares. Grabaron su primer disco en 1969 en Toulouse, pero siempre en un plano estilístico más folk que puramente pop, con canciones compuestas sobre todo por el también intérprete Manex Pagola. Otro dúo de Iparralde sería el formado por dos Eñaut: Etxamendi y Larralde, también aún en clave de folk lírico tradicional. Pero gente como Etxahun trató de imprimir, a tono con el empuje social del pop francés que arrastraba mayoritariamente a la juventud, un mayor carácter rítmico a un legado tan bucólico como el de la canción euskaldun ipartarra, particularmente la más influyente: la de Zuberoa. El grupo Errobi o Niko Etxart y sus Ximinorak-Minxoriak, ya en la década de los 70, serían experiencias claves en la modernización de la canción popular ipartarra.

Pamplona vivió con curiosa actividad esa primera época del pop-rock. Existió un dinámico fluir de "festivales", como las programaciones matutinas dominicales en el Teatro Gayarre. Los locales de Radio Popular, propiedad de los frailes dominicos, o un cercano salón de actos de colegio de monjas, fueron lugares para conciertos en tardes de sábado. Los Juniors hacían pop con alguna derivación ranchera, dada la habilidad de su cantante de Falces para llegar hasta los tonos altos de la canción México, y grabaron algún disco EP. A los elegantes Condes se les adivinaban querencias por los Sirex barceloneses. Los más jóvenes Breks fueron durante un tiempo la gran esperanza local. Los Duendes se atrevían con la nada fácil She's A Woman de los Beatles en su idioma original. Los Ánakos, con chica al frente y un alocado teclista importado de Cataluña, hacían lo propio con el Satisfaction de los Rolling Stones.

Ayudó mucho a empujar la escena local iruñarra el inquieto y pionero periodista de Caparroso Joaquín Luqui, que creó en el conservador periódico carlista El Pensamiento Navarro la sección semanal Ritmorama, protagonizó junto a otros colegas avanzados espacios radiofónicos (Discofilia o Requeterritmo, en la también carlista Radio Requeté) y fue primer impulsor de la influyente publicación estatal Disco Expres s, al modo de los semanarios musicales británicos, hasta que fue fichado desde Madrid por El Gran Musical de la SER (Sociedad Española de Radiofusión), cadena radiofónica en la que continuó.