Painters

Ortiz de Urbina Uribarren, Mauro

De todas maneras, la información que sobre él se dispone apunta en la dirección de un hombre culto, que conoce perfectamente el oficio de su profesión, hábil con el dibujo y la composición pictórica, con cualidades formales óptimas para la copia y reproducción de cuadros de grandes maestros del pasado. Que así atestigua.

Buen retratista, adscrito por lo común a la corriente realista, abraza en algunas composiciones, como en el cuadro titulado La madre del pintor (Museo de Álava), ciertas influencias simbolistas o románticas. Apura todos los recursos técnicos como pintor para saber provocar cierta familiaridad y complicidad con sus retratados.

A falta como sostenemos de una mayor profundización en su obra, con las obligadas divisiones temáticas y sus pertinentes conclusiones, los retratos y las composiciones de figura, con su labor de copista, le sitúan por ahora en un marco conocido. Con una técnica de concreciones dibujísticas, rica en el estudio de detalles anatómicos; facultades muy apropiadas para cuidar y respetar las facciones, y, por ende, la naturalidad de los efigiados. Con enmarques pictoricistas en claroscuro. En este aspecto, nos ha legado también notas paisajísticas con diferentes intensidades de luz.

En agosto de 1936, por problemas de salud, Mauro Ortiz de Urbina no puede preparar ningún envío específico para la Exposición de Pintura Alavesa que organiza entonces, estallada la guerra civil, la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria. Con el fin de evitar su ausencia en tal acontecimiento, que suponía un recuento de los principales activos del arte provincial, la comisión organizadora cuelga su cuadro Mi familia, donado por el propio pintor al Museo de la Escuela un par de años antes.

Con la Exposición abierta, sobreviene la noticia de su muerte. Tenía domiciliada la residencia en Logroño, pues en la capital riojana continuaba ejerciendo como profesor de la Escuela Normal.