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Museo Euskal Herria

La misión del Museo Euskal Herria es la de ayudar a comprender el significado histórico y cultural de Euskal Herria y a su vez del entorno foral en el que se halla enclavado.

Sede del museo

La sede es un magnífico palacio de 1733 y pertenece a la parte de Gernika que se salvó del bombardeo de la Guerra Civil de 1937. Pero la trayectoria del edificio es mucho más antigua y esta íntimamente ligada a la Historia de Euskal Herria.

En principio fue una torre medieval con claras funciones defensivas de la cual todavía existen los restos de un muro con su tronera, visibles en las salas de la planta baja. Su nombre era Alegría y sus propietarios, los Ibargüen, una familia noble local, anfitriones de Fernando El Católico cuando vino a Gernika a jurar los Fueros en 1476. La importancia de esta familia queda avalada cuando uno de sus miembros, Iñigo Ortiz de Ibargüen, redacta el Fuero Nuevo de Vizcaya en 1526.

En 1717 estalla una revuelta social conocida como la Matxinada de Aduanas. Los Borbones intentan trasladar las aduanas vascas desde el Ebro a la costa, con lo que las mercancías que entraban por los puertos se encarecían. El Urdaibai fue especialmente sensible a estos cambios y este mismo año, los sublevados quemarán la torre. Tras la revuelta, se impuso la refacción del edificio que pasó a ser un palacio barroco, supeditándose a nuevos deleites más ilustrados, a gustos más residenciales, haciendo mayor hincapié en la higiene, abriendo vanos más grandes y ordenados, ampliando volumen y planta, haciendo en definitiva, una casa más moderna.

Al interior también se aprecia un claro reparto y refinamiento de espacios: de la planta baja encachada parte la escalera. La planta primera es el piso noble, con suelos de madera, donde se ubica el salón principal para recibir visitas y la capilla. La segunda acoge a poniente la logia con sus tres grandes arcos, proveedora de iluminación y calor. El desván, hoy también visitable, se cubre mediante una estructura de madera singular.

El remate del nuevo palacio lo constituyen sus jardines, que lo dotan de una atmósfera verde y apacible: uno, más próximo, de estilo francés y romántico y otro inglés, hoy convertido en Parque de los Pueblos de Europa. Reproducen en su extensión cuatro ecosistemas autóctonos, y sirven de prolongación al Museo para las diversas actividades que organiza.

En 1982 la Diputación Foral de Bizkaia lo adquiere y lo rehabilita a un nuevo uso acorde con una historia tan simbólica: El Museo Euskal Herria se abre al disfrute público en 1991 y lo hace con una exposición clásica, compuesta por obras procedentes de fondos de la Diputación, donaciones, depósitos y nuevas adquisiciones. Se logra entonces reunir un importante número de obras de artistas de finales del XIX y principios del XX (los Arrue, Guinea, Sert, Segui, Floutier, Lazkano...) documentación, cartografía histórica y obra gráfica en las que se ve reflejada la idiosincrasia, los paisajes y las gentes del País Vasco.

El Museo presentaba una buena infraestructura y ubicación, la exposición permanente era ordenada y limpia pero monótona, sin paneles explicativos ni nada que lo conectara con sus usuarios. Se realizaron estudios de público que reflejaban lo que los visitantes (asiduos, esporádicos y potenciales) esperaban del museo y ayudaron a realizar un plan estratégico de transformación para redefinir el equipamiento y su difusión.

Involucrar al usuario mediante la interactuación es actualmente la estrategia del Museo Euskal Herria, para lo cual se han tomado varias vías:

  1. Ampliar la difusión de los contenidos a segmentos de población con diferentes intereses para potenciar la comunicación y el conocimiento: audio guías en 4 idiomas, catálogos impresos, nuevas tecnologías que hagan más atractiva la exposición permanente, dando más información contextual y más amenidad.
  2. Programar exposiciones temporales que complementen la información de la permanente y lo liguen a la contemporaneidad y al entorno: programa de Mujer, Bombardeo, etc.
  3. Ofrecer un programa de visitas y actividades pedagógicas dirigidas a diversos públicos.

Tras el proceso de renovación y ampliación en el 2006 el museo se reinauguró con mas de 800 obras redistribuidas en el edificio del palacio, ampliando los metros de exposición y siguiendo un nuevo discurso expositivo.

La antigua casa de caballerizas se ha restaurado y convertido en oficinas y aula didáctica, mientras que los jardines se han transformado de un recurso en un producto al incluirlo dentro de los talleres didácticos.

Los resultados han sido magníficos: un aumento de público interesado y su fidelización, respaldado por una diversificación y aumento de las actividades, implicación en políticas más transversales como las turísticas, incorporación en prácticas de calidad y mayor unión con los agentes locales.

Desde 2011 el Museo Euskal Herria se integra en BizkaiKOA, el ente público empresarial que reúne los museos de propiedad foral.