Literary Figures

Mogel, Bizenta

La rehabilitación del género fabulístico coincide en el tiempo con el rechazo de los cuentos tradicionales por parte de la Iglesia, de modo que la nueva consigna era que las fábulas debían ser consideradas como el material más apropiado para la educación de los niños desde el punto de vista de la moral. Precisamente, Bizenta se refiere a esta cuestión en su prólogo en euskera, afirmando que:

"Cuando era niña escuchaba los cuentos populares maravillada y loca de alegría. Y me creía los cuentos ridículos e insustanciales de Peru y María como si fueran grandes verdades. De modo que, si aquellos estúpidos cuentos sin ninguna enseñanza me proporcionaban tanta satisfacción antes de alcanzar la edad de la razón, ¿cuánto más no se dulcificarían mi corazón cuando más tarde leí los cuentos buenos?".

Por tanto, las fábulas llegaron al País Vasco a comienzos del siglo XIX como instrumento para la adecuada educación de niños y campesinos, y la obra de Bizenta Mogel constituyó el primer eslabón de una larga cadena de la tradición fabulística en lengua vasca.

En opinión de Etxaniz, Ipui onac fue la primera obra didáctica escrita en euskera para niños, entroncando así con la corriente muy difundida en toda Europa de "educar deleitando". Añade que Mogel no se limitó a traducir las fábulas, sino que en ocasiones aportaba sus opiniones para así dejar más claro su propósito didáctico y moral.

Beldarrain aclara que Bizenta en ningún momento afirmó haber traducido las fábulas del latín o del griego, pero que una mención del latín creó confusión en torno a las fuentes de sus fábulas. Añade que González de Zárate considera que fueron traducidas de La vida de Esopo con sus fábulas historiadas, obra publicada por Juan Hurus en Zaragoza en 1489. Sin embargo, como resultado de las investigaciones de la propia Beldarrain, hoy sabemos que la auténtica fuente de Ipui onac fue un Isopete, es decir, una colección en castellano de las fábulas de Esopo, publicado en vida de Bizenta.