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MARINA

La Marina Mercante (siglos XIII a XVI). Hasta la edad moderna los barcos de guerra propiamente dichos, no existieron. En casos de necesidad los reyes fletaban o requisaban los mercantes que podían y los armaban si no lo estaban ya. A lo largo del siglo XIII la Marina del Señorío de Vizcaya y la de Guipúzcoa, sujeta a Castilla, adquirieron cada vez mayor nivel y prestigio. Fruto de ello sería el constante recurso de los reyes de Castilla a los puertos vascos y cántabros para formar sus escuadras con barcos y gentes de estos·lugares. A cambio de ello, obtuvieron franquicias y ventajas comerciales que reforzaron aún más su posición puntera. De hecho, la primera operación bélica de la Marina de Castilla fue el resultado de un contrato establecido entre el rey Fernando III el Santo y un comerciante burgalés, Ramón Bonifaz, armador de buques vasco- cántabros en el tráfico de Flandes. A cambio de apoyar con sus naves la toma de Sevilla (1248), recibió el título de Almirante y una serie de ventajas comerciales. Entre el siglo XIII y comienzos del XVI la ruta que absorbía la mayoría del tráfico mercante era la que unía los puertos de Euskalherria con Flandes, a donde se exportaba hierro del Norte, lana castellana, vinos navarros, etc., y se importaban telas y paños. Para canalizar el comercio vasco con Holanda y los países limítrofes se creó en 1348 el «Consulado de Vizcaya y de Guipúzcoa en Brujas». Los consulados eran agrupaciones de comerciantes y marinos para proteger sus intereses. La prosperidad naviera y mercantil de Vizcaya, Guipúzcoa y Cantabria aparece también reflejada en las contrataciones que las villas hanseáticas sostenían con sus puertos y buques; en 1427 llegaron a organizar una flota de naves vizcaínas que llevó al mar Báltico mercancías de Castilla, Francia, Inglaterra y Flandes. En 1504 los mareantes bilbaínos ya presumían de su superioridad marítima y de una matrícula de 500 navíos que iba con mercaderías a Levante, Bretaña y Flandes y también a las pesquerías de bacalao en Terranova y a las de ballenas en Noruega. A comienzos del siglo XVI decayó algo este comercio al abrirse las nuevas rutas de las Indias Occidentales. En 1511 se fundó el «Consulado de Bilbao» marcando el comienzo del despegue comercial y marítimo de la villa que encontraría en el siglo XVI su época de máximo esplendor (v. BILBAO). Esta prosperidad desaparecería luego a lo largo del siglo XVII a la par que la monarquía española entraba en franca decadencia como primera potencia europea.