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Los Arcos

Tal como describe Julio Caro Baroja (La Casa en Navarra, III):

"Los Arcos cuenta, con un conjunto urbano de bastante relieve, entre las poblaciones navarras con rasgos mediterráneos. Hay en su recinto hermosas casas de ladrillo, con soportales, balcones y hasta tres pisos, que ostentan blasones familiares".

Se distinguen dos núcleos de población claramente diferenciados. Una primera zona situada en altura que corresponde con la parte más antigua de la población y en la que en la Edad Media se ubicaba el castillo. Una segunda, en la que desde el siglo XI se asienta el principal núcleo de población, situada entre la ladera del castillo y el río Odrón. La zona alta de la población estuvo también ocupada desde la Edad del Bronce hasta época romana. De este periodo se conservan en el museo de Javier restos materiales como cerámicas, mosaicos, y tallas de mármol.

Los principales puntos de interés arquitectónico de la localidad se extienden entre los grandes espacios laterales formados en torno a la plaza del Coso y la plaza de Santa María. Al margen de esta estructura, todavía se pueden apreciar en la zona alta de los Arcos los restos de lo que fue su antiguo castillo así como el recinto amurallado. El castillo se edificó en la segunda mitad del siglo XIII y se mantuvo en pie hasta su derribo en el siglo XVIII. La documentación existente y sus actuales ruinas nos dan una imagen aproximada de su alzado y estructura. Su disposición era irregular ya que debía adaptarse a las condiciones del relieve. Sobresalían del recinto defensivo monumentales torres de planta cuadrada entre las que destacaba la del homenaje. De la muralla medieval se conserva alguna parte de su estructura, integrada hoy en viviendas particulares. Destacan en este aspecto el denominado Portal del Estanco compuesto por un sobrio arco de medio punto, y el Portal de Castilla. Este último reedificado en el siglo XVII, se dispone de forma vertical realizado con piedra de sillería; alberga dos cuerpos estructurados en torno a un gran arco de medio punto y tres escudos en el cuerpo superior.

Sus edificios civiles, aunque de origen medieval, sufrirán importantes reformas durante los siglos XVII y XVIII. Algo similar ocurre en los dos principales núcleos urbanísticos de Los Arcos, localizados en torno a la plaza de Santa María y del Coso. Preside la primera de ellas la parroquia de Santa María. El resto de edificios corresponde con construcciones del siglo XVII que presentan fachada de dos cuerpos. El primero de ellos de sillería, con una galería bien adintelada o de medio punto. El superior se levanta en ladrillo y se articula mediante ventanas adinteladas. Remata el conjunto un ático con aleros de madera.

El segundo centro urbanístico de la localidad es la denominada plaza del Coso, hoy plaza de los Fueros. Sus edificios repiten la tipología constructiva reseñada. Sobresale la antigua Casa de la Villa. Se trata de una edificio de la primera mitad del siglo XVIII realizado por Francisco Ibarra. De traza horizontal, presenta una fachada dividida en doble cuerpo. El inferior, de sillería, aparece estructurado mediante ventanas adinteladas. La portada de ingreso aparece desplazada y se alza entre pilastras cajeadas. El cuerpo superior aparece muy modificado. Su elemento principal es el gran balcón con forja que lo recorre. Sobre los cuatro arcos adintelados del piso, se adosa un gran blasón barroco y remata el conjunto un alero corrido de madera.

La calle Mayor atraviesa la localidad de norte a sur y su trazado es irregular obedeciendo a los parámetros urbanísticos medievales. Sus edificios corresponden a los siglos XVI, XVIII y sobre todo XVII. Su tipología constructiva repite las características citadas para las viviendas de la plaza del Coso de y de Santa María. Sobresalen los edificios de los números 13, 14, 26, 28, 58 y 60. Característica común de esta calle es el amplio repertorio de escudos de los siglos XVI al XVIII que adornan gran parte de las viviendas.

En la calle del Rancho se levanta la Casa Consistorial realizada en la segunda mitad del siglo XVIII por el maestro cantero Manuel de Arnedillo. Se trata de un edificio de traza horizontal con fachada de dos cuerpos más ático. El cuerpo inferior se realiza en piedra de sillería y aparece articulado en torno a pilastras de orden toscano. De forma descentrada y entre pilastras, aparece ubica la portada de ingreso. A ambos lados de la misma se sitúan sendas ventanas adinteladas. El segundo cuerpo combina el ladrillo con sillería es esquinales. Se distribuye en torno a tres grandes ventanas adinteladas sobre las que discurre un gran balcón corrido que conserva la forja de la época. Remata el edificio el ático en el que aparece centrado un gran escudo rococó de finales del siglo XVIII. Sobre el ático discurre un pequeño alero de madera.

Iglesia de Santa María. La construcción de la fábrica arranca en el siglo XIII, momento al que pertenecen los pilares protogóticos que se aprecian hasta el sotocoro. En el siglo XVI a la planta primitiva se le añaden las seis capillas laterales, así como el coro alto y una capilla en el lado de la Epístola. También en este momento se construyeron la torre y la portada principal. Todas estas obras fueron realizadas por los hermanos Juan y Martín de Landerrain. En la primera mitad del siglo XVIII se llevó a cabo una importante reforma barroca, obra de Domingo Cascal y Domingo de Yturbe, que afectó sobre todo a las bóvedas.

En planta presenta una única nave, dividida en tres tramos y con cabecera pentagonal. El alzado se articula mediante pilastras cajeadas de orden compuesto, que culminan en un friso ricamente decorado, y la cubierta consta de bóvedas de cañón con lunetos. La decoración es muy rica e incorpora dorados y yeserías. Parece ser que en ella intervinieron los pintores Juan de Mendoza, José Bravo y Pedro Antonio Rada. También son importantes las pinturas religiosas realizadas por José de Ordocia en el coro alto.

Al exterior destaca la torre levantada a los pies del templo, una de las mejores de toda Navarra. Fue elevada por los hermanos Landerrain en el último tercio del siglo XVI, y se divide en cuatro cuerpos, culminados por una cupulilla. Abundan aún los motivos tardogóticos como torrecillas y arbotantes. La puerta se abre en el muro del Evangelio, y fue levantada igualmente por Juan y Martín de Landerrain. Es de estilo plateresco, consta de un medio punto decorado con casetones, y va enmarcada por dos pares de columnas de orden compuesto, bajo un entablamento decorado con grutescos y monstruos diversos. A ambos lados destacan las esculturas de bulto de San Pedro y San Pablo, así como sendos medallones donde van esculpidos en relieve los rostros de dos patriarcas.

El claustro se adosa al muro de la Epístola, y es obra prerrenacentista, atribuida a los Landerrain. Tiene planta cuadrada, y predominan en él las formas tardogóticas con decoración flamígera. Las crujías se cubren con bóvedas de crucería, cuyos empujes confluyen en capiteles con decoración vegetal, mientras que las claves van decoradas con las efigies de los evangelistas y algunas figuras de animales.

Al interior se conserva una de las mejores colecciones de retablos barrocos de toda Navarra. El retablo mayor, por ejemplo, es barroco del siglo XVII, realizado por los maestros Viñaspre y Aranalde. Su traza es cóncava para adaptarse a la forma del ábside, y presenta dos cuerpos de tres calles, estructuradas por columnas de orden compuesto y coronado por un cascarón decorativo, también barroco. Alberga la imagen de Santa María de Los Arcos, gótica del siglo XIV.

En el lado de la Epístola se encuentra el retablo tardogótico de la Visitación, del siglo XVI, con banco y un único cuerpo con tres calles en las que se alternan relieves y pinturas de influencia flamenca. Al maestro Juan Ángel de Nagusía se deben los retablos de San Juan Bautista, San Francisco Javier y Virgen del Rosario, barrocos del siglo XVIII, y a José Araya y Lucas de Mena el de San Gregorio Ostiense, del mismo estilo y misma cronología.

En el coro hay una magnífica sillería manierista de 23 asientos, realizada en 1577 por Martín Gumet, autor así mismo del facistol. El órgano es rococó, de la segunda mitad del siglo XVIII, y fue realizado por Lucas de Tarazona, maestro de Lerín. En la sacristía, por último, hay una cajonería rococó, así como varias piezas de orfebrería de entre los siglos XVII y XIX.

Convento de Concepcionistas. Este conjunto lo inició en la segunda mitad del siglo XVII Pedro de Miranda. Presenta planta rectangular dividida en dos tramos, que se prolongan hasta la cabecera recta. Cuenta con tres capillas laterales anexas a la iglesia por el lado de la Epístola, mientras que en el muro del Evangelio se le añaden otras dos capillas de planta cuadrada. El cubrimiento es mediante bóvedas de medio cañón, cuyo peso es soportado por pilares de planta cuadrada. El exterior resalta como una sólida construcción horizontal de sillarejo, en la que fragmenta la línea la esbelta espadaña de doble cuerpo ubicada a los pies. Destacan las pinturas murales de las bóvedas realizadas en la primera mitad del siglo XX.

En el interior de la iglesia conventual cabe reseñar el retablo mayor, del siglo XVII, aunque modificado en posteriores fechas. Destacan en el interior dos tallas de Cristo Crucificado de los siglos XVI y XVII En otras dependencias se localizan importantes piezas de orfebrería. Amén de un cáliz y un relicario del siglo XVIII, destaca un copón de plata lisa del siglo XVII.

Ermita de San Blas. Ubicada en el tramo del camino de Santiago que discurre por la población, data del siglo XII. De este periodo únicamente se conserva el ábside semicircular, ya que el resto de la estructura pertenece a las reformas realizadas en la ermita durante el siglo XVIII. Sobre la planta rectangular de la nave se alza una cubierta a dos aguas sobre vigas de madera. El ábside se cubre mediante una bóveda de cuarto de esfera. En el interior se guarda el pequeño retablo mayor del siglo XVIII.

Ermitas de San Sebastián y del Calvario. La primera de ellas presenta una sencilla planta rectangular modificada durante el siglo XX. Entre los elementos iconográficos guardados en su interior sobresale una talla de origen hispano - flamenco de finales del siglo XV. La ermita del Calvario se comienza a construir en el siglo XVI, aunque su actual estructura responde a una remodelación del XVIII. La planta y la cabecera rectangulares se cubren mediante bóvedas de medio cañón. El exterior se presenta como una combinación de sillarejo y ladrillo. En su interior se guarda un Cristo Crucificado del siglo XVI y un retablo de finales del siglo XVII. Otras ermitas de la localidad son las de San Vicente y San Lorenzo. Ambas son barrocas y presentan una sencilla estructura rural. Su cubierta es de forma lisa, mientras que el exterior se soluciona mediante muros de sillarejo. Ambas guardan en su interior sendos retablos del siglo XVIII.

FGN