Concept

Kixmi (1986 version)

Con este nombre que significa mono en el lenguaje de los gentiles vascos, designaban éstos a Cristo. La introducción del cristianismo y la consiguiente desaparición de los mitos gentilicos forman el tema central de una leyenda muy difundida en el pueblo vasco. Según una de sus versiones procedentes de Ataun, donde la oí muchas veces durante mi infancia, los gentiles se divertían un día en el collado de Argaintxabaleta, en la sierra de Aralar, cuando vieron que del lado de Oriente avanzaba hacia ellos una nube luminosa. Asustados por el fenómeno, llamaron a un sabio anciano y le condujeron a aquel lugar para que contemplase la misteriosa nube y les declarara lo que ésta significaba. El anciano les dijo: "ha nacido Kixmi y ha llegado el fin de nuestra raza; echadme por el vecino precipicio". Y los suyos le echaron peñas abajo y, seguidos de la nube luminosa -huyendo de la misma-, corrieron hacia Occidente, y al llegar al vallecito de Arraztaran, se metieron precipitadamente debajo de una gran losa que desde entonces se llama Jentillarri "sepultura de los gentiles" o "piedra de los gentiles": es el dolmen de este nombre, tumba de doble cámara que años más tarde exploré en compañía de los Dres. Aranzadi y Eguren. Así tuvo fin la gentilidad, según la leyenda. Existe una variante de la leyenda precedente localizada en el monte Leizadi de Ataun. En ella Kixmi aparece en forma de una estrella. Según la versión de Segura, el hecho ocurrió en la planicie de Balenkaleku, donde existen dos dólmenes, en los confines de Alsasua, Ataun e Idiazábal. Kixmi apareció en forma de nube, la primera nube que se vio en nuestro Ostri "cielo". A los gentiles de Akotain (ldiazábal) se les presentó como una pequeña estrella. En Cerain los gentiles reconocieron a Kixmi en una nube que venía del mar, la primera que veían en su cielo. Su viejo jefe les dijo que aquello era un caldero que traía agua del mar. En Urdiain, el viejo gentil que vivía en Jentileio de la peña Layene, conoció en las estrellas la venida de Cristo. El de Olarte de Orozco le reconoció en una neblina que vio en lontananza. En Arano apareció Cristo en forma de una nueva estrella. Los gentiles del monte Iturbei (Hernani) saliendo de su caverna, vieron que había nevado, y su viejo jefe y asesor les dijo que su casta se acababa, pues venían los pilistriak (cristianos). En la versión de Oyarzun los gentiles han sido sustituidos por los mairuk o moros y es una hermosa nube la que aparece en su horizonte y anuncia la llegada del Cristianismo y el término de la gentilidad. En casi todas las versiones de la leyenda de Kixmi existe un jefe o anciano asesor, a quien los suyos le abren los ojos con gran esfuerzo para que contemple el extraño fenómeno. El nombre Kixmi sólo aparece en las variantes de Ataun. Fue lento sin duda el proceso de la introducción del Cristianismo en Vasconia. Pudo haber paganos o gentiles en algunas zonas del país en el siglo IX; pero ya en el siglo IV había núcleos de población cristiana en Calahorra y pronto también en Pamplona, Bayona y Alava. Los templos alaveses de época visigótica, así como ermitas cristianas que parecen suceder inmediatamente a los numerosos templos romanos del IV siglo en Vizcaya, Alava, Navarra, Guipúzcoa y Zuberoa, representan fases de un proceso de cristianización cuyos principios datan de los primeros siglos del Cristianismo. Apenas tenemos noticias de luchas religiosas. Es indudable que la nueva religión aportaba un entramado dogmático coherente y una más precisa figura de vida, sin las gangas y herrumbres de divinidades tópicas y de genios y fuerzas cósmicas divinizadas; un plan general de conducta basado en un ser transcendente, alfa y omega de cuanto existe, y un modelo Cristo- a cuyo ejemplo debía el hombre ajustar su comportamiento. Tales son algunos de los rasgos de aquel panorama, vistos, claro está, a través de nuestros anteojos cristianos del siglo XX. Con todo, aquella visión del mundo y del hombre no destruía el fondo del pensamiento tradicional; no desterró ni condenó todos los elementos de la antigua religión. En algunos casos conservó las viejas formas, insuflándoles nuevo espíritu; respetó muchos antiguos símbolos, como elementos que son de un lenguaje y camino que une las almas con Dios. Así la nueva religión fue aceptada, al parecer si grandes extorsiones, y celosamente practicada durante siglos hasta nuestros días. Es ahora cuando la población vasca, que va integrándose rápidamente en nuevos modos de vida económica y social, acusa en su andamiaje espiritual la sacudida que en tales casos siempre se produce: es decir, que aquellos de sus miembros, cuya religión había sido mera vigencia social sin otra base que las antiguas estructuras económico-sociales, han quedado desgajados del viejo tronco. Ref.: José Miguel de Barandiarán: Eusko-Folklore, n.° IX y LXVII; Mitología vasca, p. 147-149, Madrid, 1960.

José Miguel de BARANDIARÁN