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GUADALUPE

El fuerte de Nuestra Señora de Guadalupe formaba parte de una serie de antiguas fortificaciones construidas en las cercanías de la frontera francesa como defensa frente a posibles ataques procedentes de ésta. Tras el alzamiento militar de 18 de julio de 1936 cumplió un doble cometido, ya que, además de su función militar, fue empleado como prisión de alrededor de doscientas personas partidarias del alzamiento. Los cañones del fuerte -anacrónicas y no muy efectivas piezas de 155 mm.- fueron utilizados por las milicias gubernamentales para batir las posiciones de las columnas del coronel Beorlegui en su avance desde Oyarzun hacia Irún y la frontera. Según la pintoresca descripción del corresponsal británico George L. Steer, "a cada imponente explosión de sus troneras, seguía una niebla escocesa muy densa que se extendía momentáneamente y cubría el cerro de Guadalupe. El oficial del Frente Popular que los dirigía, tenía que esperar a que la atmósfera se aclarase antes de ordenar la siguiente descarga". Hacia mediados de agosto empezaron las incursiones cerca de Fuenterrabía de la marina de guerra de los sublevados. El acorazado España y los cruceros Almirante Cervera y Canarias cañonearon el fuerte de Guadalupe sin conseguir silenciar sus baterías. Guadalupe fue tomado por las fuerzas sublevadas el 6 de setiembre encontrándose en el mismo, además de los cañones del fuerte, una pieza de 155, dos de 150 y dos antiguos morteros de 150 mm. Días antes habían sido ejecutados por elementos anarquistas alrededor de doce presos, algunos de ellos destacados políticos de derechas. El resto de los prisioneros había sido liberado. Posteriormente el fuerte volvió a ser utilizado como prisión por los vencedores. Ref. M. Bande: La guerra en el Norte, pp. 65 y 82; A. de A.: "H. D. G. E.", pp. 112 y ss.; Steer: El Arbol de Guernica, pp. 11 y ss.; Los vascos frente a..., Documentos, publicación del Clero Vasco, Ed. Egi-Indarra, Toulouse, 1966, pp. 223-224, 251, 327 y ss.