Lexicon

ETXEKOANDRE

Palabra euskérica con la que se designa al ama de casa en casi todos los dialectos.
Es el principal ministro del culto doméstico. Ella practica, en efecto, ciertos actos culturales, como ofrendar luces y comestibles a los difuntos de su casa, bendecir a los miembros de su familia una vez al año, adoctrinar a todos en el deber de mantenerse en comunión con sus antepasados, de respetar a los mayores, de señalar lo bueno y lo malo, según la ley de Dios y el ejemplo de Cristo, de hacer cumplir las obligaciones que impone la vecindad. Ella representa a la casa en el yarleku que posee en la iglesia parroquial, así como en la sepultura, presidiendo los actos y las ceremonias sagradas que tienen lugar allí en diversas ocasiones. Cuando la etxekandere o alguna otra mujer de su familia no puede asistir a tales actos, es reemplazada por la andereserora "señora soror", que es una mujer encargada de desempeñar principalmente esta función en la iglesia parroquial. La andereserora es, pues, a modo de sacerdotisa que representa y suple en la iglesia a las etxekandere o ministros del culto doméstico de todas las casas de la parroquia. Todo esto ha contribuido, sin duda, a elevar el aprecio y consideración en que ha sido tenida la mujer. Por eso en muchos casos ha sido y es instituida heredera de la casa con preferencia a sus hermanos. En cuanto a la condición de la mujer en los tiempos forales, conviene señalar que, en la elección del heredero, seguía en general el orden de la naturaleza y era el primogénito -varón o hembra- quien sucedía a los padres en el gobierno de la casa, si bien los padres podían no atenerse a este orden. He aquí una situación contraria a los privilegios que el derecho feudal, de acuerdo con el derecho germánico, otorgaba en los demás países europeos sólo a los varones. En el aprecio en que los antiguos vascos tuvieron a la mujer influyó probablemente el papel preeminente que ésta desempeñara en varios aspectos importantes de la vida familiar. Ella permanecía en casa, cultivaba sus tierras o su huerta y aseguraba con su presencia y con su labor la continuidad del hogar doméstico, mientras su marido seguía a los rebaños en sus flujos y reflujos de vida trashumante, o se ausentaba respondiendo a exigencias de su vida de marino o pescador. En tales condiciones era ella quien podía dirigir las funciones del culto doméstico, lo cual elevaba su dignidad y prestigio que, a su vez, favorecían la situación social y política de la mujer. Todo esto que parece verosímil a la luz de los datos que conocemos, debería ser sometido a revisión estudiando en su contexto el material que poseemos. Ver CASA.

Etxekanderearen-baratza [Huerta de la señora de la casa]. Se llama así en Benabarre una parcela de terreno contigua al muro de la casa. En ella no se siembra ni se planta más que algunas flores. Ahí se entierran entre tejas los cadáveres de los niños de la casa que mueren sin bautismo. Ver BARATZ. Ref. Pierre Lafitte: Atlantika-Pirene-etako sinheste zaharrak, "Gure Herria", 1965, p. 7.

José Miguel de BARANDIARÁN
Etxeandere dantza. Es esta la danza que, terminada la fiesta al retirarse la gente a casa, hacen las señoras distinguidas del pueblo, en la primera tarde, queriendo dar a entender a sus maridos que no querían mostrar su habilidad ante gente forastera, y esto no sólo para no molestar a éstos, sino también a las señoras forasteras. Las señoras sacaban a la plaza una danza, teniendo de mano a sus maridos. Las fiestas del pueblo duraban, generalmente, tres días; había en ellas funciones de iglesia y diversiones en la plaza. Por eso, en tiempo de Iztueta joven, dice, se daba fin a las fiestas la cuarta tarde, con la danza de señoras o, si no, con la jorraidantza. Ref. J. A. Donostia: "Historia de las Danzas de Guipúzcoa".