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CORELLA

Según Caro Baroja, la villa de Corella se sitúa "aguas del Alhama hacia el Nordeste, con un núcleo grande comparativamente, con castillo, morería y judería". Fruto de su pasado medieval, presenta un sinuoso e irregular caserío, sobre el que se extienden numerosos edificios civiles y religiosos. Es muy variada la tipología de casas señoriales, que la población alberga; se trata en su mayoría de construcciones en ladrillo que abarcan desde el siglo XVI, hasta el siglo XIX. Este conjunto forma uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil que se localizan en la Ribera de Navarra. Son casas de dos o tres cuerpos de ladrillo en sus fachadas, que se rematan algunas de ellas con galería de arcos de medio punto, sobre la que se alza un alero con ménsulas de madera. La plaza de los Fueros constituye el núcleo civil más importante de la ciudad; en ella se sitúa una de los palacios más monumentales, denominado de los Virto de Vera. Se trata de una construcción en ladrillo del siglo XVIII. Su fachada está concebida por medio de una gran masa horizontal de tres cuerpos, que se rematan mediante una galería de cinco arcos de medio punto. Los tres cuerpos disponen vanos adintelados de forma simétrica, exceptuando la gran portada de ingreso situada en la parte central del cuerpo inferior, constituida mediante un gran arco de medio punto entre pilastras cajeadas. Se conservan los motivos de forja antigua de los vanos y balcones adintelados. Sobresaliente es la cubierta interna del palacio, dispuesta mediante tres tramos de bóvedas de arista, que parten de una cornisa moldurada. El segundo núcleo de arte civil de la población, se ubica en la calle Mayor. En ella se disponen varias construcciones en ladrillo barrocas del siglo XVIII; destacan los números 21, 23 y 35 de esta calle, que repiten el esquema constructivo anteriormente citado, con tres cuerpos de vanos adintelados, que se rematan mediante una galería de arquillos simples. Haciendo esquina entre la Placita García y la calle San Miguel, se ubica la Casa de las Cadenas; constituye uno de los edificios más nobles y grandiosos de la localidad. Fue construida por encargo de Agustín de Sesma, finalizándose su ejecución en el año 1711. Sus dos fachadas se encuentran estructuradas mediante tres cuerpos de ladrillo. El más austero es el cuerpo inferior, en el que únicamente sobresale la portada de ingreso; situada de forma descentrada en uno de los laterales, está formada mediante un gran arco de medio punto de piedra, ubicado entre pilastras cajeadas. El cuerpo central, está dotado en su doble vertiente, por siete balcones adintelados, que resaltan por la combinación de efectos geométricos conseguidos con el ladrillo. A la altura de este segundo cuerpo, en pronunciado chaflán, se sitúa un espectacular escudo de principios del siglo XVIII. El cuerpo superior, retoma la estructura del anterior, mediante ventanas adinteladas, remarcadas por motivos geométricos cóncavos de ladrillo. Sobre este tercer cuerpo, se alza el alero con ménsulas de madera, que recorre todo el perímetro de la fachada. En la misma placeta, se encuentra localizada una casa señorial de mayor antigüedad; se trata del Palacio de Corella, situado en los números 4 y 5, datando su alzado en la segunda mitad del siglo XVI. Su construcción responde a la tipología palaciega bajorrenacentista, que se aprecia en el primer cuerpo; está constituido en piedra de sillería, mediante dos pórticos adintelados que se rematan sobre una serie de volutas y línea de imposta, sobre la que se alzan los dos cuerpos restantes en ladrillo de época barroca. Otros lugares de la ciudad en el que prolifera este tipo de construcciones señoriales, son la Placeta de San Miguel, la calle de los Caballeros, la de Cañete, la Plaza Baja, la Calle González de Tablas, así como la calle Pascual de Oñate. Un último ejemplo, que destaca por la colección artística que guarda en su interior, es la casa de los Arrese Saenz; constituye una noble construcción de siglo XVI, muy modificada durante el siglo XX; ofrece la función de museo y en ella se dan cabida importantes piezas del patrimonio artístico civil y religioso de la localidad. Fruto de su esplendoroso pasado, Corella aloja en su casco urbano numerosos ejemplos de arquitectura religiosa tales como la parroquia de San Miguel, el convento del Carmen, la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y los también conventos de la Encarnación o Nuestra Señora de Araceli. El primitivo templo religioso de la ciudad, corresponde con la parroquia de San Miguel; se trata de un edificio cuya construcción original se inició en la Edad Media, realizándose modificaciones en el mismo hasta el periodo barroco. Resultado de todo este proceso constructivo, la parroquia de San Miguel de Corella cuenta con una original planta configurada mediante tres naves paralelas de trazado simétrico. La calle central se prolonga hasta la zona del crucero, mientras que las dos laterales restantes configuran sendas capillas rectangulares. La cabecera situada detrás del crucero, está confeccionada en forma de pentágono. Al igual que la estructura interna, la cubierta de la nave dispone una variada configuración; los tramos de las tres naves se cubren mediante bóvedas de arista, la cabecera en forma de cuarto de esfera, mientras que para el crucero se utiliza una bóveda elíptica alzada sobre tambor octogonal. El resultado externo del templo dispone un monumental conjunto horizontal de ladrillo, en el que sobresalen de forma espléndida dos torres ubicadas en los laterales de la fachada principal. Todavía se aprecia el antiguo paramento medieval de piedra de sillería, ubicado en la parte baja de los muros y a lo largo de todo el perímetro externo de la cabecera. Como elemento externo sobresale la fachada principal realizada a principios del siglo XVII; consta de un cuerpo de ladrillo, en el que entre pilastras de orden gigante se dispone una portada de medio punto. Sobre el conjunto, se alza un ático entre volutas, rematado mediante un frontón recto. En los laterales de la fachada principal, sobre la cornisa del primer cuerpo, se elevan sendas torres prismáticas; constituidas con dos cuerpos de ladrillo entre pilastras, rematados en el siglo XIX mediante doble alzado decreciente octogonal, finalizado en forma de sencilla cúpula. El interior de la iglesia de San Miguel, conserva una rica representación retablística; abundan sobre todo los conjuntos realizados en época barroca. El retablo Mayor, se ubica en la zona de Presbiterio; se trata de una obra barroca realizada por el maestro Juan Antonio Gutiérrez en el primer cuarto del siglo XVIII. Consta de una estructura cóncava que se amolda a la forma de la cabecera, en la que sobre un banco, se eleva de forma muy decorada, un cuerpo dividido en tres calles con columnas gigantes de orden compuesto. Se remata el conjunto con continuas filigranas de rocalla y cornisa con frontón mixtilíneo. En el lado del Evangelio, se sitúan también varios retablos barrocos entre los que destacan los dedicados a San Bartolomé, la Virgen de la Inmaculada, el Santo Cristo y Nuestra Señora del Carmen. De los siglos XVII y XVIII, son los retablos ubicados en la zona de la Epístola y cuyos titulares son Nuestra Señora del Amor Hermoso, Santa Lucía, el apóstol Santiago y la Piedad. La colección de orfebrería que se guarda en las dependencias de la sacristía, corresponde con la magnitud monumental de templo; se trata de piezas fechadas en su mayoría en los siglos XVII y XVIII. Del siglo XVII, destacan varios cálices de plata, un copón de plata dorada y una cruz procesional realizada en el mismo material, mientras que del siglo XVIII se localizan un ostensorio, varios relicarios y una vinajera configuradas todas ellas en plata. La segunda parroquia por orden de magnitud e importancia en la ciudad de Corella, es la de Nuestra Señora del Carmen. Se trata de un templo construido en la segunda mitad del siglo XVII según modelo de Alonso de Pamplona, sobre las ruinas de una iglesia realizada en el siglo XVI. El proceso constructivo de la parroquia se prolonga hasta la segunda mitad del siglo XVIII, otorgándose al conjunto un aspecto barroco. La planta del conjunto tiene forma de rectángulo, dividido en tres naves de cuatro tramos cada una. La nave central goza de mayor envergadura que las laterales, con un crucero que se prolonga hasta la cabecera de forma recta. La cubierta de la nave se ejecuta por medio de bóvedas de medio cañón con lunetos en el tramo central, de arista en los laterales y en la zona del crucero mediante un tambor octogonal sobre pechinas. El resultado externo del templo, responde principalmente a las reformas efectuadas en el mismo durante el siglo XVII; se trata de un gran bloque construido en ladrillo del que sobresale la esbelta torre de estilo mudéjar realizada en el mismo siglo y culminada durante el siglo XVIII. Al igual que la parroquia de San Miguel, la iglesia de Nuestra Señora del Rosario cuenta con una variada tipología retablística. El retablo Mayor se ubica en la zona del Presbiterio. Su obra se efectuó en la segunda mitad del siglo XVII, bajo premisas barrocas, siendo su autor Sebastián de Sola. Fiel al estilo barroco, consta de un banco sobre el que se alza un único cuerpo de tres calles, flanqueadas mediante columnas salomónicas de orden gigante. Se remata el conjunto por medio de un ático de forma curva. En la hornacina central de retablo, se ubica una imagen de la titular; se trata de una talla del siglo XVI, de la Virgen sedente con el Niño, realizada bajo un estilo de modelado manierista. Aparte del retablo Mayor, la parroquia cuenta con una importante colección de retablos barrocos de los siglos XVII y XVIII. En el lado de la Epístola se encuentran los retablos dedicados a San Antonio, San Antón, San Francisco de Asís, San Roque y San Joaquín. En este último, sobresale una imagen de San Sebastián fechada en el siglo XVI, bajo modelado romanista. En el lado del Evangelio de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, se aloja una representativa colección retablística; en la misma destacan los conjuntos barrocos dedicados a la Virgen del Pilar, San Francisco Javier, San Isidro y la Inmaculada. Gozan en su mayoría de una estructura similar, conseguida mediante un solo cuerpo muy decorado, con tres calles de columnas salomónicas y adornos de rocalla. Los motivos iconográficos que aparecen representados, son imágenes en su mayoría, realizadas de forma paralela a los retablos. En la sacristía de la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, se conservan varias imágenes barrocas y una importante colección de orfebrería, con piezas en su mayoría del siglo XVIII; se trata de siete cálices de plata, así como una cruz parroquial y un ostensorio realizados en el mismo material. En otras dependencias de la iglesia, tales como la casa parroquial se guardan diversas tallas religiosas de principios del siglo XVII y del siglo XVIII. Corella aloja en su perímetro urbano, tres conventos siendo el más importante el dedicado a la Virgen del Carmen. Se construyó a finales del siglo XVI bajo la dirección de obra de Beltrán Domínguez y por encargo de la orden de las carmelitas descalzas; se trata de un templo de planta conventual manierista, con una sola nave dividida en cinco tramos que se prolongan hasta la zona del crucero, dotado de una gran capilla lateral abovedada. La cabecera es de forma recta. La cubierta del templo se efectúa mediante bóvedas de medio cañón con lunetos en todos los tramos de la nave y en forma de media naranja, para la zona del crucero. El exterior del templo, se define como un conjunto de sobriedad horizontal en el que destaca la fachada situada en la zona de los pies; se aprecia en su paramento de piedra y ladrillo, las dos fases en que se realizó. La fachada se divide en tres cuerpos, siendo el inferior de piedra de sillería y estructurado mediante tres arcos de medio punto de robustas dovelas. El cuerpo central aloja un vano adintelado de gran formato, flanqueado de forma simétrica por sendos escudos del siglo XVIII. Entre las grandes volutas de este cuerpo, se sitúa una gran cornisa corrida, sobre la que se alza el definitivo tercer cuerpo; se encuentra formado por un gran frontón recto, decorado en su tímpano mediante un óculo. En su interior el convento guarda un importante ajuar retablístico, con piezas manieristas de la primera mitad del siglo XVII. El retablo Mayor se ubica en la zona del Presbiterio y fue realizado en el año 1636 por Alonso de San José. Se trata de un organizado conjunto, configurado por un banco sobre el que se alza un único cuerpo de columnas de orden compuesto. Se remata el conjunto, mediante un ático en el que se ubica un lienzo de Cristo Crucificado, sobre volutas. En la hornacina central del retablo, se sitúa una imagen de la Virgen del Carmen, correspondiente al siglo XVII. De similar trazado manierista, son otra serie de retablos ubicados en otras dependencias conventuales. En el lado de la Epístola, se ubican los dedicados a Santa Teresa y a San Cosme, mientras que en la zona del Evangelio, se localiza el retablo de San José. El convento de Nuestra Señora de Araceli, fue construido sobre lo que era una antigua ermita del siglo XVII dedicada a la misma advocación. Será en la primera mitad del siglo XVIII, cuando se cree el definitivo templo conventual; se trata de un edifico barroco configurado mediante una nave dividida en cinco tramos con capillas laterales, que se prolongan hasta la zona del crucero, provisto también de capillas similares. La cabecera es de forma rectangular. Soportada sobre robustos arcos fajones, se cubre la nave mediante bóvedas de medio cañón con lunetos, a excepción de la zona del crucero, provista de una cúpula de tambor sobre pechinas. El resultado externo del convento se dispone en torno a un gran patio. En este esquema exterior, sobresale la fachada principal situada a los pies del templo; está compuesta por una estructura horizontal en la que destaca el cuerpo central; se divide éste a la vez en tres partes; la inferior realizada en piedra y compuesta por tres arcos de medio punto; la central al igual que la superior se dispone en ladrillo; sobre ellas se abren de forma simétrica tres vanos adintelados rematados mediante frontones curvos. El conjunto se culmina a través de una gran estructura en ladrillo, compuesta por un gran frontón recto.