Monarchy and Nobility

Catalina I de Navarra

Reina titular de Navarra a la muerte de su hermano Francisco, llamado "Febo".

Era hija de D. Gastón de Foix (1445-1470), príncipe de Viana y Vizconde de Castelbon, y de D.ª Magdalena de Francia (1443-1495), hija de Carlos VII de Francia y de María de Anjou. Catalina I era a su vez nieta de otra reina titular, Leonor I. Heredó, además del título de Reina de Navarra, los de duquesa de Lemoux, de Gandía, de Mont-Blanc, de Peñafiel, condesa de Foix, de Bigorra y de Ribagorza, y señora de Béarn y de la ciudad de Balaguer.

Catalina había nacido en 1470, por lo que sólo contaba con 13 años cuando heredó el trono pirenaico. Fue su tutora doña Magdalena de Francia, mujer de prudencia bien acreditada a la que tocó la difícil tarea de sortear la doble amenaza franco-castellana durante la minoría de la reina. Anticipándose a posibles maniobras, la regente hizo que su hija fuera jurada en sus derechos cuanto antes por sus estados de Béarn, Foix, Bigorra y Navarra.

Con ello salió al paso de las pretensiones de Juan de Foix, señor de Narbona -hijo de Leonor I y por tanto tío de Catalina- que negó los derechos de la muchacha esgrimiendo como argumento la ley sálica francesa que excluía a las hembras del trono de San Luis. El pleito entre la reina y su tío había de durar una veintena de años durante los cuales el de Narbona recurriría al rey de Francia del que eran ambos vasallos, Juan por sus posesiones y Catalina por las suyas (excepto claro está, Navarra, que era independiente).

Por otra parte, el otro extremo de la tenaza lo constituía Castilla, pronta siempre a intervenir en los asuntos internos de su débil vecina con la asidua colaboración del conde de Lerín a la cabeza de los beamonteses. Desde los inicios mismos de su reinado Catalina se vio sometida a esta doble amenza: ambas monarquías le impusieron un pretendiente, ambas ofrecieron indisimuladamente asimilar al reino por vía de matrimonio o apoderarse de él por la fuerza. Al optar por Juan de Labrit (o Albret), uno de los pretendientes impuestos por el rey de Francia, Catalina afrontó la venganza de los Reyes Católicos que habían ofrecido la mano de su hijo heredero D. Juan, y, con ella, la de los beamonteses.

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Casó, pues, la joven reina a los 16 años con el aún más joven señor de Albret. Tuvo lugar la boda en la catedral de Lescar en 1486. Pasó a gobernar Navarra en calidad de gobernador y virrey de Navarra el padre de Juan, Alain de Albret, con el señor de Avesnes, hermano suyo, como lugarteniente (24 de septiembre de 1486). Los reyes intentaron repetidas veces conseguir ser coronados según el Fuero en Pamplona, pero la rebeldía crónica del conde de Lerín hizo que el acontecimiento no tuviera lugar hasta 1494. A pesar del pacto establecido entre los beamonteses y Catalina, Lerín infligió a los reyes la humillación de no abrirles las puertas de la capital del reino hasta que él así lo dispusiera; autorizados los reyes a penetrar en ella, la ceremonia de la coronación tuvo lugar a la antigua usanza el 12 de enero de 1494.

La tregua con el Condestable duró poco. El 12 de septiembre del mismo año de la coronación, cansado Juan de Albret de las continuas desobediencias de Luis de Beaumont, arremetió contra él y lo hubiera aplastado de no mediar la injerencia de los Reyes Católicos que acogieron al conde (1496), dotándole de tierras en Andalucía a cambio de pretender a las suyas de Navarra: Lerín, Larraga, Mendavia, Sesma, Cárcar, Andosilla, San Adrián, Allo, Arróniz, Sartaguda, Baigorri, Monjardín y Santacara.

Mientras, Juan de Foix renovó sus pretensiones al trono de Catalina por lo que D. Juan tuvo que marcharse de Navarra dejando como virrey -su esposa se hallaría con toda seguridad incapacitada por alguno de sus numerosos embarazos- al P. Juan de Lasala (1497).

Es al año siguiente, 1498, cuando D. Juan y D.ª Catalina, al igual que lo habían hecho los reyes de Castilla y de Aragón, expulsaron a los judíos que no aceptaran convertirse, de territorio navarro.

En el año 1500 el conde de Lerín fue perdonado y restituido en sus patrimonios pero este belicoso personaje suscitó nuevamente la guerra contra sus señores naturales en 1507; a su muerte (1508) prosiguió su hijo la destructiva empresa logrando involucrar aún más a Fernando el Católico en los asuntos navarros, que es lo que verdaderamente deseaba el monarca aragonés.

Al mismo tiempo se desarrollaba al otro lado de los Pirineos el proceso del Parlamento de Burdeos por el que se confiscaban los bienes no navarros de D. Juan y D.ª Catalina (cosa que no llegó a efectuarse). Poca fue la influencia de la reina Catalina en los asuntos que venimos reseñando; escasa o nula en los dramáticos acontecimientos que acaecen a partir de 1509, principalmente la conquista del reino por las tropas del duque de Alba (julio de 1512).

Persona de talento, no exenta de capacidad de mando, Catalina vio lastrada su personalidad de gobernante por una serie casi ininterrumpida de maternidades (14 hijos) que la mantuvieron al margen de toda actividad política consustancial a su cargo.

A partir de 1512 Catalina y su marido vivieron en el Béarn. Hijos suyos de nombre conocido fueron: Juan, Andrés Febo, Martín Febo, Bonaventura, Enrique (Príncipe de Viana) y Carlos. Hijas: Ana, Catalina, Isabela, Quiteria y Magdalena. Acabó sus días la última reina de toda Navarra el 12 de febrero de 1517.