Concept

Mensaje de las Diputaciones Vascongadas al Gobierno de S.M.

Célebre reivindicación autonómica elevada por las Diputaciones de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia a la Presidencia del Consejo de Ministros el 17 de diciembre de 1917. Su gestación, elaboración y entrega tiene lugar en el seno de la oleada de reivindicaciones autonómicas desencadenada en 1917 durante la crisis española de dicho año que coincide, en el plano internacional, con la lucha de liberación de Irlanda y la descomposición del Imperio Austro-húngaro. Encabezan el movimiento las Diputaciones de Bizkaia -mayoría nacionalista- y de Gipuzkoa -mayoría foral-, que consiguen concertar a la alavesa pero no a la Diputación de Navarra, cuya mayoría dinástica y gubernamental teme verse arrastrada en un Movimiento que, de fracasar, pueda dar al traste con la autonomía que disfruta la provincia desde el establecimiento del régimen de 1841, mucho más sustancioso que el vascongado. Tras una serie de reuniones previas, las tres Diputaciones se reúnen en Vitoria los días 15 y 16 de julio de 1917 con la presencia oficiosa del vicepresidente de la D. de Navarra, Baztán Goñi, y los diputados navarros Sanz y Martínez. Tras las reuniones, las tres Diputaciones difundieron un Comunicado en el que solicitaban del Gobierno Autonomía "así para las Diputaciones como para los Ministerios", se aludía a un Mensaje a elevar a los poderes públicos y se comisionó a las Diputaciones para que entregaran dicho Mensaje a los representantes en Cortes a fin de que lo hicieran valer ante dichos poderes públicos. La remodelación del primitivo Mensaje tuvo lugar a lo largo de ese verano a través de asambleas de diputados, ex diputados y ayuntamientos. Finalmente, el día 13 de agosto se reunieron otra vez las tres Diputaciones acordando modificar el texto en el sentido de solicitar primero una reintegración foral y, luego, en caso de tropezar con una negativa, una mayor autonomía, fórmula que iba a cobrar carta de naturaleza hasta la redacción del Anteproyecto de Estatuto General de Estado Vasco de Eusko-Ikaskuntza en 1931 y que sería retomada por el Estatuto de Estella. En octubre los representantes de las tres Diputaciones visitaron al Rey y el 17 de diciembre eran recibidas por el primer ministro García Prieto al que se entregó el Mensaje definitivo a fin de que el Gobierno, en contacto con las Diputaciones, prepare un proyecto de Ley otorgando lo solicitado. El Mensaje fue el siguiente:

Excmo. Sr.:

Las Diputaciones de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, unánimes en su aspiración de obtener, dentro de la unidad de la Nación española, las más amplias facultades autonómicas para el feliz y próspero desenvolvimiento de los intereses que les están encomendados, facultades que podrán ser ejercidas ya por las Diputaciones o por los organismos que se establezcan en el País para sustituirlas, ya por los ayuntamientos, cada cual dentro de su esfera propia, nos han confiado el grato y honroso encargo de transmitir estos anhelos suyos a los altos poderes del Estado, los cuales prestarán seguramente la atención más profunda y benévola a un problema que tiene capital importancia para la tierra vasca.

No es de hoy en pechos vascongados esa aspiración a la autonomía. La mantuvieron siempre, y de ello es testimonio sobradamente autorizado la historia del País y las instituciones por que éste se rigió a lo largo de los siglos. Aun en el instante en que desaparecieron esas instituciones, no sin que el País formúlase las más respetuosas pero enérgicas protestas, vivas hoy como en el instante en que se causaron, hubo de reconocerse que el Pueblo Vasco había menester de un régimen especial, y consecuencia de ese reconocimiento fueron los Conciertos económicos para el encabezamiento de determinados cupos de tributación y la reducida autonomía de que en el orden administrativo se hallan investidas las diputaciones y ayuntamientos vascongados. Pero no es suficiente esa autonomía para el desarrollo de la actividad y el esfuerzo de los habitantes de esta tierra. Por eso las diputaciones, que tienen en su abono el uso que han sabido hacer de la autonomía limitada que se les reconociera, estiman que más que nunca es indispensable ampliarla hoy que se ha producido una tan vigorosa expansión de todas las modalidades en que se manifiesta la laboriosidad de la raza, y que este íntimo anhelo sentido por el País Vasco sólo puede encontrar satisfacción cumplida en el restablecimiento de sus instituciones seculares, de sus Fueros, feliz expresión y fórmula de la libertad del País Vasco, que nunca constituyó obstáculo para el progreso de los intereses generales.

Y deseosas las diputaciones de evitar, no ya todo motivo, sino todo pretexto de suspicacias y recelos respecto al alcance y finalidad de los anhelos que persiguen, no quieren limitarse, cuando elevan su voz a los Poderes públicos, a expresar que desean, en beneficio de los intereses del País y sin perjuicio ninguno para los de otras regiones, sus reivindicaciones, sino que declaran de un modo explícito que en manera alguna tratan de mermar al Estado aquellas atribuciones que le son esenciales.

Más en el caso de que el Gobierno de S. M. no se aviniera a acceder a los deseos de las Provincias Vascongadas en el sentido de una plena reintegración foral, las diputaciones, sin hacer dejación ni por un momento de los derechos históricos que se han invocado en todos tiempos por las Corporaciones que hablaron en nombre de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, consideran necesario que se ensanchen los términos de su autonomía actual, aprisionada dentro de límites demasiado estrechos y embarazosos.

En este supuesto, el Estado retendría para sí el conocimiento de todos los asuntos que se refieren a relaciones exteriores, guerra y marina, deuda pública, aduanas, moneda, pesas y medidas, correos y telégrafos, porque es evidente que el reconocer a las diputaciones o a los organismos que con sujeción a tradiciones venerandas y a deseos constantemente sentidos se estableciesen en la tierra vasca la facultad de resolver por sí los asuntos que se refieren al fomento de la Instrucción en todos sus grados, a la Administración local bajo sus varios aspectos, a la práctica de la beneficiencia, a las obras y servicios hidráulicos, a la agricultura, minería, industria y comercio y otros que no hay por qué detallar, en nada va contra la soberanía del Estado. Ni puede significar tampoco abandono del régimen de conciertos, sistema que las diputaciones entienden ser el más adecuado para contribuir en la parte que a las Provincias Vascongadas corresponda, al levantamiento de las cargas del Estado por razón de las atenciones comunes a éste y aquéllas.

Por eso mismo es más honda la confianza con que acuden a V. E. los Presidentes de las diputaciones de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava en súplica de que, accediendo a los deseos del País, expresados por el órgano de sus Corporaciones administrativas y de las diferentes agrupaciones políticas en que sus moradores se dividen, se sirva inclinar el ánimo del Gobierno de su digna presidencia para que, de acuerdo con esos anhelos, que se mueven en la esfera de la legalidad más estricta, adopte y dicte, o proponga a las Cortes del Reino, oyendo siempre previamente a las diputaciones mismas, aquellas disposiciones legislativas que sean menester para que se dé satisfacción a esas aspiraciones mediante el restablecimiento del régimen foral, o en último término por el reconocimiento de mayor autonomía, cuya fórmula general puede condensarse diciendo que, reteniendo el Estado para sí todo lo concerniente a relaciones exteriores, guerra y marina, deuda pública, aduanas, moneda, pesas y medidas, correos y telégrafos, dejara al País mismo, representado por sus organismos forales, la dirección de todas las demás funciones públicas.

Dios guarde a V. E. muchos años. San Sebastián, 20 de agosto de 1917.

Por la Diputación de Álava, su presidente, Dionisio Aldama. Por la Diputación de Guipúzcoa, su presidente, Ladislao de Zavala. Por la Diputación de Vizcaya, su presidente, Ramón de la Sota y Aburto.

La caída de García Prieto retrasó la marcha del Mensaje del que sólo sabemos que fue bloqueado por las mismas diputaciones al conceptuar "éste un momento muy inoportuno para presentar ese pleito sobre todo después de la desgraciadísima intervención de los nacionalistas en los debates del Congreso" (carta de Carmelo Echegaray a Serapio Múgica del 10 de abril de 1918). El 18 de diciembre de 1919 creaba Romanones una Comisión Extraparlamentaria para tratar la autonomía vasca y catalana. De las reuniones de la misma y de las de la Subponencia vasca proceden sendos textos, articulados ya, en los que reintegración foral y una mayor autonomía son presentados a modo de Estatuto de Autonomía, uno por parte de la Comisión y otro por parte de la Subponencia. La huelga de la Canadiense, el cierre de las Cortes el 27 de febrero de 1919 y la dimisión de Romanones remitieron la reivindicación a otros tiempos más favorables.