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MÚGICA URRESTARAZU, Mateo

Obispo de Vitoria. Nacido en Idiazabal (Gipuzkoa) el 21 de septiembre de 1870. Estudios primarios y música en Beasain, latín y un año de Filosofía en la Universidad de Oñate. Posteriormente ingresa en el Seminario de Vitoria donde hace los estudios sacerdotales con magníficas calificaciones. Se doctoró en Teología en Salamanca. Ordenado sacerdote sirvió algún tiempo en la parroquia de Usurbil (Gipuzkoa). Fue profesor del Seminario de Vitoria en las cátedras de Latín, Retórica y Filosofía. Fue canónigo lectoral por oposición de la cátedra de Vitoria desde su nombramiento en 1903. En 1905, cuando tenía 25 años de edad se inicia en las letras vascas traduciendo al euskara el capítulo XIII de «Don Quijote de la Mancha» que fue publicado en Vitoria. En 1911 pronunció un elocuente sermón euskérico el día 24 de septiembre en la parroquia de Segura con motivo de las Fiestas Euskéricas. Hasta 1918 desempeñó varios cargos además de su cátedra de Sagrada Escritura en el Seminario, entre ellos el de Secretario de Cámara, director del Boletín Eclesiástico, examinador prosinodal, director del Apostolado de la Oración y otros. Fue nombrado por el Papa Pío X director español de las peregrinaciones a Tierra Santa y Roma. El año 1918 fue promovido al Obispado de Burgo de Osma. Su consagración episcopal tuvo lugar en la catedral vitoriana el 20 de mayo del mismo año, por el Nuncio de Su Santidad monseñor Ragonesi, asistido de los que habían sido obispos de Vitoria Melo y Alcalde y Eijo y Garay. Durante su episcopado en Osma predicó en todos los pueblos de su diócesis, dotó al Seminario de un Reglamento extenso y completo, escribió cartillas sobre los derechos de los arciprestes y párrocos, cooperó activamente con todos los sindicatos católico-agrarios y publicó un buen número de pastorales. Llegó a predicar en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valladolid, Ávila, Burgos, Vitoria, Pamplona, San Sebastián y El Escorial y habló en los Congresos Eucarísticos de Colonia y Malta. En 1924 se le nombró obispo de Pamplona. Visitó y predicó en gran número de pueblos de Navarra. En 1925 publica su pastoral Mujica ta Urrestarazu'tar Mateo Iruña'ko Gotzai jaunak bere eliz-barrutikoai egiten dien Artzai-eskutitza, lruña'n. En 1928 es nombrado obispo de Vitoria donde hizo su entrada solamente el 24 de junio. Allí inauguró el nuevo edificio del Seminario el 30 de septiembre de 1930. Durante su gobierno de la Diócesis de Vitoria destacó su acción en el campo de la instrucción católica, la beneficencia, la acción misional, la moralidad privada, etc. Fue muy difundida su polémica con la Fundación Ostolaza de Deba debido a la selecta biblioteca que tal entidad había abierto al público, en la cual Múgica veía peligrar la moral y la fe de su diócesis. Días antes de las elecciones municipales de abril de 1931, que traerían aparejada la proclamación de la II República, difundió una explícita condena del Bloque antidinástico: «A ningún católico es lícito favorecer con su voto a los candidatos que presente una coalición, un bloque, una agrupación que en su programa de siempre y de lucha electoral, en sus periódicos, en sus meetings, contenga y consigne doctrinas anticatólicas, ataques a los sagrados derechos de la iglesia y a sus santas instituciones. Tal sucede hoy en nuestra diócesis con las coaliciones: socialista republicana; republicanosocialista radical, y huelga decir que con el partido comunista». Huelga decir que, al ser proclamada la República, Múgica se halló en el punto de mira de toda la opinión republicana y que pese a su acatamiento público del nuevo régimen, éste no iba a permitirle veleidades. La ocasión se presentó al efectuar Múgica su primera visita pastoral a la provincia (Zarauz, etc.) en mayo. El 17 de mayo fue expulsado de España acusado de excitar los ánimos contra la República. Durante el destierro vivió en La Puye (Poitiers, Francia). Una vez allí asistió a un congreso mundial de carácter misional, celebrado en Roma. En La Puye le visitó el diputado en las Cortes constituyentes José Antonio de Aguirre el 18 de diciembre de 1931. Fue autorizado para repatriarse el 12 de abril de 1933. Tras el estallido de la guerra suscribió el 6 de agosto, junto con el obispo de Pamplona, Olaechea, la pastoral Non Licet advirtiendo a los católicos que no era lícito apoyar a la atacada República. Pero su inicial adhesión desapareció cuando pudo constatar los excesos cometidos por los sublevados, contra los que escribió, asimismo, dos pastorales. Ante las elecciones de febrero de 1936, en vano, trató de que el nacionalismo fuera unido al resto de las derechas. Un mes después, al efectuarse la segunda vuelta, consiguió que éstas se retiraran haciendo pública la licitud de que los católicos votaran al PNV. Esta política de búsqueda de un nuevo aliado -en vez de la tradicional derecha católica españolista o neutra- hubiera resultado rentable al obispo Múgica de no mediar el levantamiento militar de julio de 1936. Dio su apoyo indirecto al Estatuto y al nacionalismo vasco al pronunciarse sobre el mismo exculpando su voto frente a la propaganda de cierta derecha que proclamaba que era pecado votar afirmativamente. Una orden fulminante de expulsión firmada por el general Cabanellas en la Junta de Defensa de Burgos hizo que no pudiera volver de Roma, donde se hallaba en un Congreso, el 14 de octubre de 1936. Allí en un largo escrito dio cuenta de su actuación defendiéndose de la acusación de hacer política nacionalista vasca en párrafos como los siguientes. «1.° Precisamente cuando Alfonso XIII se veía abandonado de todos, incluso de los militares, en las postrimerías de su reinado, invitado por mí, asistió a la inauguración del seminario recién construido y fue entusiastamente ovacionado por la numerosa comunidad: 600 seminaristas. 2.° Surgió la sublevación de Jaca y visitando a los seminaristas les hablé de la necesidad extrema en que nos hallábamos de pedir con implorantes ruegos al Señor la continuación de la monarquía, porque en España la república había sido y sería manantial inagotable de toda clase de maldades; no me equivoqué en mis apreciaciones. 3.° Comprobada alguna denuncia de que el profesor de música del seminario hacía política nacionalista, previo breve proceso, le obligué a salir del seminario y a dejar su cargo; de esto hace cuatro años. 4.° Visitó el seminario hace dos años con apostólica comisión el Ilmo. monseñor Jesús Mérida, de Granada. El vicario general de aquella fecha y yo le encargamos se ocupara de averiguar y ver si en este centro se hacía política nacionalista para poner remedio eficaz al mal en caso afirmativo. Por el carácter reservado del informe ignoramos su contenido pero a ese informe oficial apelamos seguros a priori de que no será desfavorable a nosotros ni siquiera en ese punto concreto... 5.° Todavía se murmuraba contra lo que tanto amo yo: el seminario, y para cerrar el paso a todos exigí del muy ilustre señor rector en presencia del claustro de profesores, el día 7 de marzo fiesta de santo Tomás de Aquino, me dijera bajo juramento si en el seminario hacían los profesores, el mismo rector u otros alumnos, etc., política nacionalista o cualquiera otra política de partido; y el rector, tan competente profesor como santo sacerdote, juró solemnemente que en aquel centro no se hacía política nacionalista ni otra partidista». El nombre de Múgica, junto con el de Vidal y Barraquer y el de Juan Irastorza, faltó al pie de la Carta Colectiva de los obispos españoles a los obispos del mundo explicando el porqué de su apoyo a Franco, en julio de 1937. Fue obligado a renunciar a su diócesis a cambio de la de Cinna y se instaló en Cambo (Lab.) publicando en 1945 su célebre Imperativos de mi conciencia en la que hace una ferviente defensa del clero nacionalista, sacerdotes «injustamente perseguidos, vejados, castigados, expoliados y calumniados». Tras los trámites y gestiones efectuados por el sacerdote Pío Montoya, exiliado también y vuelto a Guipúzcoa, dividido entre su deseo de volver y su desagrado por servir de propaganda al Régimen, Múgica atravesaba la frontera el 22 de mayo de 1947 estableciéndose, custodiado por un policía, en Zarauz (Gipuzkoa). Allí residió, sin ser nacionalista, como un símbolo venerable para el nacionalismo, hasta su muerte, ciego, a los 98 años de edad (27-X-1968). v. IDIAZABAL

Ainhoa AROZAMENA AYALA.