Concept

El caserío, célula de fundación de la sociedad vasca

Establecidos en los Pirineos, desde la mas remota antigüedad, nuestros ancestros se auto -organizaron, a través de unidades territoriales a partir de la tierra que ellos disfrutaban en común, según el régimen natural de la propiedad indivisa.

Después, dentro de una economía agropecuaria, se asentaron en familias en los caseríos y establecieron reglas de convivencia, según sus necesidades y sus tendencias profundas, de forma natural, sin ninguna orientación sistemática.

En el centro de esta organización se encontraban los caserios. Los caseríos son las piedras angulares de todo edificio social y político vasco. Cada una con sus "pertenecidos y dependencias" formaba una unidad económica permitiendo vivir, tal y como se concebía en el Pais Vasco, a una familia extensa. La familia se integraba con el caserío hasta incluso tomar su nombre, y como él, se perpetuaba a través de los siglos gracias a un sistema jurídico concebido para su conservación.

Este sistema jurídico, concebido por y para una población rural, estaba inspirado por un potente espíritu comunitario: el individuo desaparecía ante el interés de la comunidad. Esta organización ha perdurado a través de los siglos sin modificaciones profundas. Aunque su territorio haya sido atravesado por varios pueblos, los Vascos no se dejaron influenciar por ninguno de ellos y conservaron su organización tradicional, la cual es prácticamente idéntica de un extremo a otro del Pais Vasco, desde Bizkaia hasta Navarra y en las tres provincias de Iparralde. A pesar del renacimiento del Derecho Romano, y de las ciudades en el siglo XII, y el progreso del individualismo a partir del siglo XVI. Esta organización subsistió en Iparralde hasta la Revolución francesa y hasta más allá, en la condición de usos. Gozando de una gran facultad de adaptación, los Vascos mismos supieron asimilar los elementos nuevos quedando, con su propia tradición nacida de la sabiduría de sus antepasados.

Es sobre la "etxea", este "espacio sagrado" como lo califica Michel Duvert, sobre el que reposa toda la organización familiar, parroquial y provincial de la sociedad vasca. Tiene un papel fundamental en derecho privado y en derecho público.