Chemists

Casiano Mayor, Martina

Química. Nacida en Madrid, el 30 de enro de 1881, se desconocen los datos de fallecimiento.

Si se busca mujeres científicas o ingenieras en la historia del País Vasco, uno se encuentra con que todas las disciplinas están copadas, de forma abrumadora, por el género masculino.

Por diversas razones, bien porque se les negaba el derecho a cursar estudios superiores, o por el veto que sufrían por parte de academias y sociedades científicas, se encuentran muy pocos ejemplos de mujeres que realizaron o publicaron trabajos sobre ciencia y técnica. Ilustraremos esta situación con el insólito caso -"insólito", en lo que se refiere a la publicación de obras científicas- de Martina Casiano.

Aunque natural de Madrid, no consiguió encontrar trabajo docente en la capital, y en marzo de 1905 se trasladó a Cuenca, ocupando la plaza de maestra que había ganado, por oposición, en la escuela de niñas de Horcajo de Santiago.

En julio de ese año trasladó su plaza a Bilbao, la ciudad en la que desarrolló toda su carrera profesional, y en cuya Escuela Normal de Maestras de Vizcaya ejerció de profesora (al menos, hasta 1931, salvo el paréntesis de 1911-14). Allí enseñó física, química e historia natural, además de aritmética y geometría, pero también pudo informarse del estado de las ciencias experimentales en otros países: se interesó por las universidades alemanas, en especial por las de Marburg y Leipzig, en las que fijó su nuevo destino.

Tras cinco años en Bilbao, Casiano se presentó a la convocatoria de becas que anualmente organizaba la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones científicas (la JAE), para realizar estudios de química en Alemania. El motivo era "la necesidad de ampliar horizontes"; el objetivo, "sacar de la rutina en que se encuentran encerradas estas asignaturas en las Escuelas Normales", dotándolas de su carácter práctico. Casiano obtuvo la beca; la JAE, sin embargo, le concedió otra, para que primero se familiarizase con las técnicas del Laboratorio de Análisis Químico que dirigía José Casares (1866-1961), en Madrid. En cualquier caso, Casiano fue la primera mujer becada por la JAE.

La exposición de motivos que adjuntó en su solicitud (7 de febrero de 1912) de beca para Alemania contiene la esencia de la regeneración que defendió en cuestiones científicas y pedagógicas. Es apropiado reproducirlo aunque sólo sea para buscar semejanzas con situaciones actuales:

"No tenemos laboratorios porque no hay dinero y sería preciso añadir a veces lo poco que hay no saben en qué emplearlo, y aquí resulta un círculo vicioso del que no saldremos tan fácilmente: sin laboratorios no habrá científicos y sin científicos no habrá laboratorios, y aquí radica uno de los trabajos más importantes de esa Junta, traer elementos de fuera, hacer un esfuerzo para sacar a España de este estado de cosas, germen del atraso industrial." (Magallón, 2006: 69)

Durante los doce meses siguientes a la concesión de la beca -la segunda de la JAE- para Alemania, Casiano trabajó en temas de electroquímica en la Universidad de Leipzig, un centro de prestigio a nivel mundial en el que tenía la oportunidad de estudiar con los profesores Clemens Schaefer (1878-1968), Arthur Hantzsch (1857-1935) y Norbert Wiener (1894-1964), visitando, de paso, escuelas y seminarios, informándose de los últimos métodos pedagógicos.

A su regreso, en 1913, retomó sus actividades y cargos en la Escuela Normal de Bilbao. Casi inmediatamente, empezó a escribir una memoria de su aprendizaje, que no llegó a publicarse (La enseñanza de las ciencias), pero que le sirvió de incentivo para escribir el libro Experimentos de física, publicado en Bilbao en 1915. Prueba de la singularidad de la obra es que Casiano sea una de las primeras, si no la primera, en publicar un tratado sobre física en el Estado. Por otra parte, también se encargó -igualmente, algo poco común- de la estación meteorológica de Bilbao, desde agosto de 1923. Entre sus otros cargos se encuentran: Secretaria de la Escuela Normal (1909-1915) y Vocal de tribunal en varias oposiciones.

Durante el gran desarrollo que experimentó la física y la química a principios del siglo XX, continuamos encontrando en Europa mujeres que eran rechazadas, tanto social como institucionalmente, en esos campos. En España, la invisibilidad (no el rechazo) fue la tónica dominante, y en el mejor de los casos, un rictus de cierto paternalismo, condescendencia, deferencia.... La misma Martina Casiano podría servir como caso ilustrativo.

Avalada por los profesores Casares y Santiago Piña de la Facultad de Farmacia de Madrid, Casiano fue nombrada socia de la Sociedad Española de Física y Química (marzo de 1912), por sus trabajos sobre análisis químico. Esta elección tenía un gran valor potencial como indicador de méritos científicos, lo que le permitiría ascender en la escala profesional. Sin embargo, pasó completamente desapercibida ante la Sociedad; de hecho, nueve años más tarde, el presidente de la misma felicitaba a Carmen Pradel, por "ser la primera mujer" que ingresaba en la Sociedad.

En fin, Casiano no pudo sacar partido del nombramiento, algo que quedaría reservado para investigadoras como Dorotea Barnés (Iruña, 1904) y Felisa Martín Bravo (Donostia, 1898), ambas con excelente currículum. Así, Dorotea Barnés, nombrada socia en 1928 con el apoyo de Enrique Moles (1883-1953) y M. Gutiérrez de Celis, logró el título de Doctora en Químicas con una tesis sobre la cistina, con lo que se le abrieron las puertas para investigar en el extranjero; de hecho, amplió sus estudios en Massachussets y en la Universidad de Yale (EEUU), así como en Graz (Austria), incorporándose luego al Instituto Nacional de Física y Química, bajo la dirección de Miguel A. Catalán. Y Felisa Martín Bravo, presentada por Blas Cabrera (1878-1945) y Gil García en 1922, fue la primera Doctora en Físicas (1926) con un estudio sobre estructuras cristalinas, lo que le sirvió para que pudiese continuar sus investigaciones en Cambridge (Inglaterra).