Industries

Star Bonifacio Echeverría

Empresa radicada en Eibar dedicada eminentemente a la fabricación de armas de fuego (1905-1997).

Bonifacio Echeverría (1859-1951) tras varios años de aprendizaje en diversas empresas de Eibar comenzó a trabajar con su padre José Cruz (1833-1909) fabricando revólveres para otros fabricantes de la localidad. En 1905 Bonifacio decidió incorporar a la empresa -denominada Echeverría e Hijo- a su hermano Julián (1875-1948) con el objeto de explotar los diseños de pistola que éste había patentado inspirándose en la pistolas Mannlicher austriacas. Así, como resultado de esta colaboración, en 1908 comenzó la producción de las primeras pistolas Star, marca registrada en aquel mismo año.

Tras el fallecimiento de su progenitor en 1909 se incrementó la participación de Julián en la empresa que paso a denominarse "Bonifacio y Julián Echeverría", dedicándose el primero a la dirección de la empresa mientras que el segundo se centró en el diseño de nuevos modelos de arma.

Pero esta colaboración fraternal fue efímera pues, a pesar del éxito de las pistolas que estaban fabricando, Julián decidió abandonar la sociedad cediendo sus patentes, aunque siguió percibiendo una comisión por la venta de sus diseños. A partir de 1914 ocupó la dirección de la recién creada Escuela de Armería de Eibar cargo en el que se mantuvo hasta 1938. Tras el abandono de Julián la empresa quedó a cargo de Bonifacio quien además de aportar su nombre a la denominación social, amplió la gama de modelos e incrementó la dimensión de la empresa.

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), al igual que otras empresas armeras vascas, "Bonifacio Echeverría" vendió grandes cantidades de armas a los aliados, especialmente al ejército francés. Por aquellos años el número de obreros del taller rondaba la cincuentena y además de sus pistolas Star, también vendió importantes cantidades de pistolas tipo Eibar utilizando la marca Izarra. En reconocimiento a su colaboración a Bonifacio Echeverria le fue otorgada por el gobierno francés la Medalla de Oro en julio de 1917.

Durante la crisis de posguerra, al igual que Unceta y Cía. de Gernika-Lumo, consiguió hacerse un hueco en los exigentes mercados oficiales. A pesar de no lograrlo en el caso del ejército, que optó por el arma propuesta por la firma vizcaína, sí que obtuvo la victoria en el concurso para dotar de una pistola reglamentaria a la Guardia Civil en 1922. Esto le permitió asegurarse unos niveles de venta mínimos durante los años veinte y treinta en los que la industria armera estaba atravesando una de las peores crisis de su historia.

Aunque se dieron algunos pasos hacia la diversificación de la industria, las armas siguieron siendo su producción principal, y fue una de las empresas, junto a Beistegui Hermanos y Unceta y Cía., que consiguió adentrarse en el pujante mercado chino de la época con un nuevo modelo de pistola ametralladora.

En 1923, a la edad de 65 años, Bonifacio Echeverría dejó su puesto en la dirección de la empresa. Valentín Suinaga, familiar de su esposa, desempeñó a partir de entonces el cargo de director de diseño y producción, mientras que otro miembro de la familia, Isaac Irusta, se encargó de la dirección administrativa de la fábrica, puesto en el que se mantuvo hasta su fallecimiento en 1971.

Estos cambios se reflejaron también en las escrituras de la sociedad. Se incorporaron nuevos socios miembros de la familia y se modificó la razón social de la empresa que pasó a llamarse "Fabrica de Armas Star-Continuadora de B. Echeverría" denominación que mantuvo hasta la finalización de la guerra civil.

Durante el conflicto, y debido a la cercanía del frente, la empresa fue trasladada a la localidad vizcaína de Derio donde permaneció hasta 1942. Por entonces la empresa se había convertido ya en Sociedad Anónima, variando su nombre por el de "Star-Bonifacio Echeverría, S.A."

Fue una de las empresas a las que, junto a Unceta y Cía. de Gernika-Lumo y Gabilondo y Cía. de Elgoibar, se les permitió continuar con la fabricación de armas cortas tras la guerra. Esto facilitó que la empresa pudiera aprovecharse de la demanda de algunos de los países en conflicto en Europa, concretamente Alemania y Bulgaria, que adquirieron 27.000 y 15.000 pistolas Star respectivamente.

Tras la finalización de la guerra la pistola Star resultó vencedora en el concurso para dotar de una nueva pistola automática al ejército español, lo que permitió a la empresa superar con mayor comodidad las dificultades económicas de aquellos años. Esta relativa prosperidad proporcionó los recursos suficientes como para afrontar nuevos retos en la fabricación de armas. Así, se intensificaron los esfuerzos en la fabricación de subfusiles en la que ya habían dado sus primeros pasos antes de la guerra civil. Los distintos subfusiles STAR fabricados desde entonces hasta la década de los ochenta fueron adoptados reglamentariamente por las fuerzas militares y policiales españolas. Esto convirtió a esta empresa en la principal suministradora de armamento ligero de los cuerpos oficiales en España.

En la década de 1950 se inició también un próspero negocio en el mercado privado tras firmarse en 1947 un acuerdo con la compañía importadora norteamericana "Firearms Internacional Corporation", a través de la cual se exportaron grandes cantidades de pistolas a Estados Unidos durante las décadas de 1950 y 1960, que pasó a convertirse en el principal destino de la producción de la empresa.

Las restricciones a la importación de armas aprobadas por el gobierno estadounidense en 1969 supusieron un duro golpe para la empresa, aunque consiguieron mantenerse gracias a la innovación y diseño de nuevos modelos de pistola. En la década de 1970 se produjo también una renovación de los cuadros directivos de la empresa tras el fallecimiento de Isaac Irusta en 1971 y el retiro de Valentín Suinaga.

A comienzos de los ochenta la empresa estaba siendo dirigida por Iñaki de Subiñas y Eduardo Iraegi quienes pusieron en marcha un proceso de renovación de los modelos producidos para adaptarlos a los nuevos tiempos. Las nuevas pistolas disfrutaron de un relativo éxito que permitió a la empresa mantenerse en actividad sin grandes sobresaltos hasta finales de esa década, ocupando por entonces 260 trabajadores. Fue entonces cuando la empresa entró en una deriva que le llevaría al cierre definitivo.

Los continuos cambios en la dirección administrativa y técnica, y los fracasos de los nuevos proyectos de fabricación emprendidos sometieron a la empresa a una presión financiera creciente. Además el mercado de las armas estaba en franca recesión debido a las cada vez más restrictivas normas internacionales relativas a su comercialización y uso.

La caída de las ventas era imparable y todos los intentos por superar la situación, incluido el intento de fusión con Astra, resultaron infructuosos. En 1997, poco antes de su cierre, la empresa contaba con menos de 40 empleados.

El edifico donde se encontraba la fábrica en Eibar fue derribado en el año 2003 ocupando su lugar la nueva sede de la empresa ALFA.