Poets

Olasagarre, Juanjo

Arbizu, 1963.

Juanjo Olasagarre nació en Arbizu en 1963. Fue alumno de la primera promoción que cursó en San Sebastián sus estudios de Psicología en euskera. Después de licenciarse, ha trabajo como profesor de lengua y literatura en secundaria. Durante la década de los 80 también ejerció de profesor de euskera en euskaltegis. Ha colaborado en varios medios, como en los diarios Egin, Egunkaria, Berria y Deia, o en la revista Argia. También es miembro de la revista literaria Volgako Batelariak que se publica en la red desde 2005, donde ha realizado críticas y artículos sobre literatura actual.

Olasagarre ha cultivado más de un género. Inició su trayectoria literaria en la poesía, con la publicación de Gaupasak (Susa) en 1991, y se dedicó a ese género principalmente en la primera parte de su trayectoria, con los trabajos Bizi puskak (Susa, 1996) y Puskak biziz (Susa, 2000), aunque, entre medias, haya hecho incursiones en otros géneros, como el teatro con Hegazti errariak (BBK-Euskaltzaindia, 1996) o la crónica de viajes con Mandelaren Afrika (Susa, 1998). En 2004 publicó su primera novela, Ezinezko maletak (Susa, 2004), y al mismo género pertenece su última obra: T (Tragediaren poza) (Alberdania, 2008). Olasagarre también ha traducido una antología poética de W. H. Auden (Susa, 1994), así como de Philip Larkin. Asimismo, su primera novela está traducida al castellano, al italiano y al ruso.

En la poesía de Olasagarre pueden fácilmente diferenciarse dos etapas: por un lado, la correspondiente a Gaupasak y, por otro lado, la que conforman sus otros dos poemarios. Su primera obra es un poemario estructurado bajo la forma de un viaje, tanto espacial como temporal: de adentro hacia afuera, de la oscuridad hacia la alborada. El eje principal es la búsqueda del deseo y la pasión, así como definirlos y reflexionar sobre su fugacidad. Gaupasak parte de la definición de un yo frágil y multiplicado, pero también alcanza el "nosotros", por cuanto que en su segunda parte trata acerca de la identidad colectiva de los años ochenta, expresando a la vez pertenencia a la colectividad y distancia con la misma, en una constante contradicción. Hacia el final del libro Olasagarre tiende hacia una estética cercana a Etiopia de Bernardo Atxaga, practicando una poesía basada en la yuxtaposición de imágenes. Su lengua literaria se caracteriza por una selección muy precisa del léxico, que a veces propende hacia dialectos marginales y hacia vocablos de uso muy limitado.

En cambio, los poemarios Bizi puskak (1996) y Puskak biziz (2000) forman un solo conjunto, de gran continuidad tanto en la estructura como en la forma; hasta tal punto, que casi podría considerarse como una única obra distribuida en dos libros. Varias características del primer poemario (presencia del yo, uso de un vocabulario inusual, la fuerza de las imágenes poéticas), asimismo, desaparecen o se atenúan. Bizi puskak y Puskak biziz son obras estructuradas bajo la égida del teatro; de hecho, en ambos libros el poeta rechaza hablar en primera persona, huyendo del yo multiplicado del primer libro; aquí son personajes de ficción a los que el poeta da voz. Siguiendo la estructura del clásico Antología de Spoon River de E. L. Masters, los poemas toman forma de soliloquios o diálogos de los habitantes de un imaginario pueblo de la montaña navarra. De hecho, en el prólogo de Bizi puskak, se nos presenta el contexto, el "escenario", como si fuésemos a leer una obra de teatro:

"Un pueblo de la montaña de Navarra. Unos dos mil habitantes. Muchos montes y bosques y prados; la industrialización, cuando llego en los cincuenta, hizo que la mayoría de los vecinos abandonasen los campos y los llevó a las fábricas. Ello, además del paisaje, cambió su mentalidad y su visión del mundo. En la década de los ochenta (para alegría de jóvenes y escándalo de viejos) llegó la Revolución Sexual, la Otra Revolución, las Drogas y aquel Rock Radical Vasco. (8)"

En dicho marco espacio-temporal, Olasagarre recoge la voz de varios personajes, a los que presenta brevemente como si fueran personajes de un obra teatral: el profesor de euskera, la ama de casa mayor, el preso político, el ingeniero... El autor trata de concitar el mayor número de voces y de retratar una pluralidad social y de culturas: entre los personajes se encuentra un joven homosexual, un ingeniero alemán, una mujer estadounidense, etcétera. Con todo ello, los dos libros retratan una sociedad en conflicto, en transición. Una colectividad que transita entre la tradición y la modernidad, entre lo propio y lo foráneo, entre el ámbito rural y la vida urbana. Con lo que este pueblo navarro y sus gentes componen una alegoría de toda la sociedad vasca, o, en palabras de Koldo Izagirre, "una anti-Euskadi", "el país vasco real que ocultan las retóricas oficiales de unos y otros" (Izagirre, 2000).

Los poemas del libro se configuran por medio de los monólogos o los diálogos de los personajes, y el tema principal lo constituyen las relaciones entre ellos. A partir de ahí, varios son los temas que se tratan en ambos libros: la impostura del amor, la fatiga que produce el paso del tiempo, la identidad nacional y su crítica, cómo se afrontan los embates del destino... Al igual que en una tragedia, Olasagarre dispone del destino de cada uno de sus personajes, que guiará la suerte de cada uno. De manera que, como afirma Ur Apalategi, "el de fatalidad es el sentimiento más importante que transmite la obra" (Apalategi, 2009).

Es, pues, una poesía narrativa la que encontramos en ambos libros, que narran qué les sucede y qué piensan los personajes, aunque en el segundo volumen, la cadencia tiende a alargarse. Ambos libros se sitúan lejos del hermetismo del lenguaje poético de Gaupasak, y se aproxima a la vida y al habla cotidiana, dando cabida en ocasiones a registros coloquiales. Por otro lado, la ironía sirve de contrapeso al drama que encierran los poemas, tomando distancias, por ejemplo, de la muerte: "hiltzea, ze putada!" ("morirse, ¡qué putada!"). De hecho, llega incluso a quitársele trascendencia a la poesía; tendiendo, para ello, hacia lo narrativo, utilizando la ironía o, como por ejemplo sucede en el poema que abre Bizi puskak, pidiéndole al lector que complete él mismo el poema: "idatz ezazu zeure izena hemen; / begira utzi dizut lekua" ("escribe aquí tu nombre; / observa, te he dejado hueco").

La tendencia hacia la narratividad de Bizi puskak se ve incrementada en el siguiente libro, en Puskak biziz. En este segundo volumen aparece más desarrollada la información que disponemos de las relaciones y los sucesos de los personajes, por medio de las explicaciones al final del libro. Así, este último volumen está más próximo a una novela con forma poética; y, efectivamente, como si de una novela se tratase, se pretende captar la polifonía de un colectivo por medio de sus relaciones e hilos argumentativos.

Igual que su poesía, el propio Olasagarre se encaminó hacia la narrativa después de la publicación de estos poemarios, y en su primera novela, Ezinezko maletak (2004) convocó los mismos temas y obsesiones tratados en sus libros anteriores y también en la obra de teatro Hegazti errariak; esto es, las relaciones conflictivas entre el individuo y la colectividad, el deseo de retratar una generación, el dolor por el tiempo ido, y otros más.

La novela comienza tras la muerte en Londres del navarro Carlos Bazterretxea, Bazter, lo que le da al autor el pretexto narrativo para confrontar dos mundos: el Londres de la primera década del siglo XXI, por un lado, y el ficticio pueblo navarro de Lekunberri-Aranatz de los 80, por el otro, que se asemeja a la localización de sus últimos poemarios. Los amigos de juventud de Bazter, de Lekunberri-Aranatz, viajan a Londres para asistir a su funeral. La novela de Olasagarre sigue el esquema de Mientras agonizo de Faulkner: el narrador focaliza sobre los allegados al personaje muerto, y cada capítulo se centra en los pensamientos de uno de los personajes. El relato de la novela se reparte entre dos espacios principales y tres tiempos: el Londres presente, el Londres de cuando llegó Bazter a él y el Lekunberri-Aranatz de la juventud de Bazter y sus amigos.

Como en Bizi puskak, la novela nos ofrece un retrato de la juventud que en la década de los ochenta se organizó en torno a la lucha de liberación nacional. El contexto del Londres actual, su individualismo y cosmopolitismo, por su parte, contrasta con las intenciones utópicas de aquella época; de hecho, en la novela de Olasagarre se aprecia una crítica a cierta identidad colectiva de los 80, en la medida en que negaba la diferencia y la individualidad: la novela cuenta cómo Bazter tuvo que huir a Londres, abandonando sus pretensiones revolucionarias, por ser homosexual y no hallar un sitio en el pueblo. De esta manera, desde una perspectiva gay, Ezinezko maletak critica la identidad nacional hegemónica y se plantea la cuestión de hasta qué punto son mutables las identidades, y hasta qué punto es la esencia inmutable.

Olasagarre llevó el conflicto nacional al campo de la parodia y la farsa en su siguiente novela, T (Tragediaren poza) (2008), en la que dos protagonistas bastante contrapuestos se enfrentan: por un lado, el profesor universitario Barrutia, que también es un histriónico miembro del Foro de Ermua, y por otro lado, Terese, una muchacha donostiarra que asiste a los cursos de doctorado del anterior. Poco a poco, entre ambos va surgiendo una inesperada relación de atracción y odio, por medio del cual se nos presentan los aspectos ocultos y pliegues del conflicto político y armado de las últimas décadas.

Con todo, T es una novela híbrida, en la que, por ejemplo, se insertan varias partes ensayísticas sobre la tragedia, que forman parte de las clases de Barrutia y que teorizan sobre ella. Igual que en la teoría, también en la práctica la novela se va aproximando paulatinamente hacia la tragedia, aunque una tragedia un tanto sui generis. Uno de los temas que ya había aparecido anteriormente en la obra de Olasagarre, el destino trágico, adquiere un protagonismo singular en la novela, tal como en una tragedia clásica. A pesar de aceptar el trágico destino, o precisamente por ello, la novela reivindica la frivolidad y el hedonismo, apuesta por vivir la vida, y en esos mismos parámetros coloca precisamente el conflicto político vasco; y, es más, apuesta por quitárnoslo de encima por medio de la catarsis de la tragedia. El histrionismo del personaje de Barrutia y su tendencia hacia lo hiperbólico, así como la estructura de tragedia, aproximan la segunda novela de Olasagarre al ámbito del teatro y la farsa, alejándola del realismo que ha prevalecido durante estas últimas décadas en la novela vasca.