Konposatzaileak

Larregla Urbieta, Joaquín

Concertista de piano y compositor. Nació en Lumbier (Navarra), el 20 de agosto de 1865. Murió en Madrid, el 24 de junio de 1945.

Su padre, Domingo Larregla, era doctor en medicina, tenía su residencia en Puente la Reina, pero debido a que pasaba visita en varios pueblos, algunos años se residenció en Lumbier donde, como queda dicho, vino al mundo Joaquín.

La guerra carlista hizo volver a la familia Larregla a Puente la Reina, cuna de Emilio Arrieta, quien pasaba allí algunas temporadas y era amigo del doctor Larregla. Quizá esa amistad y las conversaciones que escuchaba al autor de Marina con su padre, hicieron al futuro gran pianista aficionarse a la música.

Recibió las primeras lecciones del organista de Obanos. Se domiciliaron los Larregla en Pamplona y Joaquín, además de cursar el Bachillerato, continuó la música en la Academia pamplonesa.

Arrieta apreció los progresos del niño y recomendó lo mandasen a Madrid. En el Conservatorio tuvo por profesores a Dámaso Zabalza (piano), José Aranguren (armonía) y Arrieta (composición). La enseñanza de piano la terminó en dos años y la armonía y composición en tres, logrando primeros premios en las tres asignaturas.

En el domicilio del autor de La guerra santa, que siempre dispensó a Larregla un trato paternal, asistía a las tertulias que en él tenían lugar; concurría Gayarre a la vuelta de sus actuaciones por el extranjero; traía partituras de óperas nuevas que Joaquín interpretaba.

Llevó a efecto un largo viaje por Francia, Italia y Suiza y se trajo en bosquejo sus obras para piano Recuerdos de Italia, Nice en fête y Una noche en Italia. En Monte-Carlo le estrenaron una Suite orquestal; la dirigió Goula en el Príncipe Alfonso madrileño en 1891.

Domiciliado Larregla en Madrid, una de las primeras composiciones que dio a conocer fue un Concierto para dos pianos que interpretó en colaboración con Isaac Albéniz en el Salón Romero. En este Salón y en el Ateneo dio varios recitales que le depararon grandes éxitos y en los que programó sus páginas Serenata rusa, Nocturno en "La" bemol, Nice en fête y la Suite Recuerdos de Italia.

De 1885 a 1889 Sarasate hizo intervenir a Larregla en las famosas sesiones musicales que organizaba para San Fermín en Pamplona. Por esos años se desplazó a San Sebastián y actuó ante los reyes e infantes en el palacio de Miramar. De fines de siglo datan dos obras famosas de Larregla, sus jotas ¡Viva Navarra! y Siempre pa'lante, ésta para orfeón, con letra de Eusebio Blasco.

En 1925 el autor de las dos creaciones citadas refirió acerca de la primera, que anualmente se vendían de ella de tres a cuatro mil ejemplares.

Larregla abordó el teatro lírico; es su primera producción la zarzuela en un acto La Roncalesa, libro de Fiacro Yraizoz; la acción acaece en el valle del Roncal y en la partitura, en determinados momentos, se halla contenida música popular navarra, entre ella la jota; se estrenó en Apolo, el 21 de abril de 1897. La segunda es el drama lírico en tres actos Miguel Andrés, texto de Pascual Millán. Su asunto se desenvuelve en lugares históricos y típicos de Navarra: montañas del Pirineo y por fondo las torres de la Colegiata de Orreaga / Roncesvalles, la plaza del Castillo, una calle de Pamplona, plaza de un pueblo de la montaña de Navarra y la Basílica de Orreaga / Roncesvalles. La música contiene temas populares navarros, alcanza dramatismo en las escenas que lo requieren y es famosa la Rapsodin Vasco-Navarra que supone un homenaje de Larregla a su región natal, conforme sus zortzicos Nacer y morir, Laurak-bat y Navarra Montañesa. Miguel Andrés se representó por primera vez en el Circo Price, el 8 de noviembre de 1902. En Narbarte, cerca de Doneztebe/Santesteban, nuestro biografiado tocó muchas veces el órgano y sus interpretaciones fueron apreciadas por grandes artistas y personalidades; una vez se contó entre los oyentes don Ramón del Valle Inclán.

Larregla perteneció al claustro del Conservatorio de Madrid como profesor de piano y en 1906 lo eligió académico la Real de Bellas Artes de San Fernando. En sus actuaciones se apreciaba una de sus mejores condiciones de ejecutante, que consistía en la forma realmente maravillosa como hacía los trinos, la velocidad y brillantez que les imprimía. Se observaban también sus dos facetas de compositor, de temperamento brioso en sus obras regionales y romántico y fino en las páginas exentas de folklorismo. Como intérprete era bravo y enérgico al tocar sus jotas y delicado en las piezas que tenía compuestas bajo el recuerdo o influencia de Chopin; ejemplo, el Minué de las rosas. En sus programas no sólo inscribía música suya sino de otros compositores, dio a conocer páginas del padre Donostia y de Rogelio del Villar. Con sus recitales alcanzaba triunfos resonantes y, ante los insistentes aplausos, siempre tenía que terminarlos ejecutando sus conocidas Tarantela y ¡Viva Navarra!

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