Militarrak

Ladrón de Cegama, Santos

General carlista, nacido en Lumbier (Navarra) el 13 de noviembre de 1784. Muere el 14 de octubre de 1833 en Pamplona.

Según algunos autores su apellido era Ladrón de Guevara. Estudió en Salvatierra (Álava) y Huesca. En la guerra antinapoleónica tomó parte como comandante de batallón bajo las órdenes de Francisco Espoz y Mina. El 24 de diciembre de 1811 fue nombrado Mayor del 3.er batallón. Tras la rebelión de Espoz en septiembre de 1814, el 3.er regimiento, acantonado en Aragón, con su coronel D. Santos Ladrón de Cegama, se declaró a las órdenes del capitán general de ese reino, abandonando a Espoz, como otros tantos cuerpos de la división, en su movimiento sedicioso.

Para 1820 había ya "traicionado" la causa liberal y servía a las órdenes de los absolutistas. Retirado con el grado de teniente coronel, en 1821 fue uno de los primeros navarros que conspiraron para el levantamiento realista formando parte de la Junta realista que operó durante el trienio. Al mando de una columna de 250 infantes y algunos caballos derrotó al ejército regular en Larrasoaña (Navarra) y se apoderó de un gran botín de guerra. Al fin fue derrotado y se refugió en los Alduides (frontera francesa).

Tras el triunfo realista (1823), se le premiaron sus servicios con el ascenso a general y el gobierno militar de la plaza de Pamplona. Posteriormente sería trasladado a Cartagena y Valladolid. A la muerte del rey Fernando VII (1833) ocupaba la graduación de mariscal de campo. Entonces salió sigilosamente de Valladolid, acompañado de unos amigos leales, y se dirigió a Burgos y Logroño, apoderándose de esta última capital. En el pueblo de Tricio (Rioja) lanzó el primer grito en favor de Carlos V. El 8 de octubre escribió una proclama. El virrey de Navarra, Antonio Solá, que había puesto precio a su cabeza, envió contra él una columna al mando del general Manuel Lorenzo. Santos Ladrón le presentó batalla en Los Arcos (10 de octubre) y fue derrotado a causa de su poco personal, que además se hallaba mal instruido y equipado. El pudo huir pero prefirió ir en busca de su antiguo compañero Lorenzo, quien al verle disparó contra su caballo y lo hizo prisionero. Condenado a muerte, fue fusilado el 14 del mismo mes en los fosos de la ciudadela de Pamplona.

Respecto a esta última batalla y a su muerte, R. Oyarzun escribirá:

"De documentos que hemos leído parece deducirse que su salud se hallaba quebrantada, y que a causa de la zozobra y del insomnio producidos por la persecución de que era objeto, su cerebro, visiblemente debilitado, le falló en sus cálculos y previsiones, en este momento crítico, solemne y decisivo en que a veces nos encontramos los hombres y que suele decidir el rumbo de la vida y de la muerte. El fusilamiento de D. Santos Ladrón de Guevara, que tanto se había distinguido al frente de la división realista de Navarra (cuyo mando más bien nominal tuvo Quesada), causó profunda indignación en su patria chica y tuvo la virtud de nutrir las filas de la facción con cientos de nuevos facciosos"

R. Oyarzun: Historia del carlismo, p. 26.

Ref. Pérez Goyena: Ensayo de Bibliografía Navarra, Pamplona, 1953, t. VI, pp. 471-472; Memorias de Espoz y Mina; Oyarzun, R.: Historia del carlismo, Madrid, 1939, pp. 25-26.