Lurraldeak

Lapurdi. Historia

Poco se sabe de estos primitivos señores de la tierra Lapurdina, emparentados tanto con la familia real navarra como con el duque de Gascuña. Aparecen en la documentación como titulares de feudos tanto en la Alta como en la Baja Navarra y, desde el primer cuarto del siglo XII, son vizcondes también de Arberoa. Parecen haber ejercido el patronato laico de la catedral de Bayona ya que, en 1059, el obispo Raimundo el Joven declara que los hermanos Sancho le han restituido la iglesia de Santa María de Lapurdi junto con sus dependencias, y en años posteriores se les ve firmando sustanciosas donaciones a la misma.

Vizcondes de Lapurdi

  • 1023-1059 Lupo Sancho;
  • 1059-1062 Fortún Y Sancho;
  • 1062-1095 Fortún II Sancho;
  • 1100-1122 Regina Tota;
  • 1122-1124 García Sancho;
  • 1124-1169 Bertrand;
  • 1169-1170 Pierre Bertrand;
  • 1170-1192 Amaud Bemand de Sault;
  • 1192-1193 Guillermo Raymond de Sault.

Pérez de Urbel nos proporciona los siguientes datos: "La designación de Lope Sánchez como señor del territorio de Labourd nos orienta para fijar con mayor o menor seguridad la época de la campaña de Gascuña. Primo cercano del rey, Lope era, además, uno de sus hombres de confianza. Desde 1009 le vemos a su lado en los momentos solemnes, y desde 1011 a 1020 figura como mayordomo de la casa real. Un año más tarde confirma la primera de las tres escrituras, tan sospechosas, relativas a la restauración de la sede de Pamplona, y desde este momento perdemos su rastro en la documentación navarra hasta los últimos tiempos de Sancho el Mayor, pues en 1033 y 1034 volvemos a encontrar un Lope Sánchez, señor de Luar, o Loarre, que puede identificarse con el antiguo mayordomo. [Encuentro el nombre de Lope Sánchez en los siguientes diplomas navarros: 1009, Senior Lope Sangiz confirmat (Cartulario de San Millán, pág. 88). 1011, Senior L. S. majordomus (Ibídem, pág. 80). 1011, Senior L. S. majordomus (Ibídem, pág. 90). 1014, Senior Lope Sancii majordomus (Ibídem, págs. 98 y 100). 1021, Señor Lope Sánchez (Moret, Anales, libro IX, pág. 166). 1033, Lope Sangiz de Luar (Magallón, Colección, pág. 125). 1033, (Ibídem pág. 127). 1033, donación de Sancho el Mayor a Iñigo López: Lope Sánchez de Loarre (Moret, Ibídem, pág. 221)]. Tal vez volvió entonces al lado de su rey, obligado por las circunstancias políticas, encomendando el gobierno del vizcondado de Labourd a su hermano Fortunio, de quien sabemos que le sucedió, fundando allí una dinastía familiar. Hasta entonces él fue quien se ocupó en organizar y pacificar aquella región, que era como una avanzada del reino al otro lado del Pirineo, en preparar la restauración de la iglesia de Bayona y en limpiar las costas de los piratas del Norte, que seguían amenazando todavía durante los primeros lustros del siglo XI los puertos del Cantábrico.

Tal vez fue el temor a los vikingos lo que movió a Sancho el Mayor a reclamar el gobierno inmediato de aquella región marítima, cuya posesión era una garantía de tranquilidad para los condados de Guipúzcoa y de Vizcaya. Según esto, la expedición ultramontana debió realizarse entre 1021 y 1023. En 1024 había sido ya coronada con éxito completo, pues es en este año cuando el duque empieza a aparecer en la corte del rey de Navarra como uno de sus vasallos y cuando hallamos el primer documento en que se reconoce la soberanía de Sancho Garcés sobre Gascuña. La aventura había tenido el desenlace más feliz: una provincia anexionada, una región hermana convertida en feudataria, conseguida la unión de todos los pueblos de lengua vasca, impuesto un matrimonio que abría a Sancho nuevos caminos de influencia en el gran condado de Tolosa. Pedro Marca y otros escritores franceses conceden a duras penas que Sancho Garcés extendiese su dominio al otro lado del Pirineo (Histoire de Bearn, páginas 317 y siguientes); Fernando Lot llega a considerar el vasallaje de Sancho Guillermo como "una fábula ridícula" (Hugues Capet, pág. 207). No se detienen, sin embargo, a invalidar el testimonio de los documentos pinatenses, a los cuales aludía ya el rey Ramiro I, hijo de Sancho el Mayor, con estas palabras:

"Quod privilegium ipso venerabilis pater meus rex Sancius mano proprio confirmavit, el Ramiro regi ad reborandum tradidit in conspectu Sancii Guilleimi comitis de Guasconia necnon el Bereugaii Curvi comitis de Barchinona corroborari fecit"

(Briz Martínez, Historia de San Juan de la Peña, lib. I, cap. 57).

La confirmación de los documentos de Sancho el Mayor por los dos condes, si consideramos sobre todo que su nombre aparece después de los de los hijos del rey, es ya, según los usos de aquel tiempo, un indicio de vasallaje; pero además tenemos la confesión explícita de que Sancho "gobernaba y reinaba en toda la Gascuña, y que imperaba desde Astorga a Barcelona" (Ref. Pz. de Urbel: Sancho el Mayor de Navarra, Madrid, 1950 pp. 98-100).

A la muerte del vizconde García Sancho, la falta de sucesores enfrenta al duque Guillermo X y al rey de Navarra Alfonso el Batallador que, en octubre de 1130, pone sitio a Bayona, la toma y permanece en ella varios meses. Laburdi, vizcondado navarro, va a permanecer durante varios años en la órbita política navarra y este tira y afloja entre Burdeos y Pamplona suscitará la creación de partidarios de una y otra jurisdicción, como veremos más adelante. Ricardo Corazón de León, hijo de la duquesa Alienor de Aquitania, le sucede en el mando ducal en 1169. La llegada de estos monarcas ingleses fue recibida con hostilidad por la nobleza local que no podía ver con buenos ojos la política abiertamente antiseñorial de éstos. Protegiendo con primacía el comercio y el desarrollo y florecimiento de las villas -en especial Bayona- tanto Enrique como su hijo se enfrentaron a una nobleza autóctona, fuertemente vinculada al reino de Navarra y que ejerce jurisdicciones y derechos señoriales acordes con la estructuración social del mismo.

En 1167 el vizconde de Laburdi se había alzado en armas, junto con sus barones, contra Enrique II, duque consorte de Aquitania, que invade los dominios de su esposa. Su hijo, el autoritario Ricardo Corazón de León, señor natural del vizconde de Laburdi, inaugura su mandato confirmando hacia 1174 a Bayona los fueros otorgados por el duque Guillermo IX, aumentándolos con nuevos privilegios (1170, Balasque: Etudes, I, 412-416) y visitando la villa en 1170. En una segunda visita de 1174, Ricardo concede a los bayoneses franquicias en el Poitou, Aquitania y Gascuña (Rymer, Foedera, I, 12) y reafirma la figura del senescal como autoridad suprema de la tierra. Bayona va acaparando, como villa comercial, sucesivos monopolios en detrimento del resto de las villas y de la zona rural laburdina. En el año 1177, una nueva sublevación nobiliaria pone en jaque la autoridad del duque Ricardo. La misma abarca a toda la Gascuña centrándose en Dax donde se halla Pedro, vizconde de la región y señor de Mixe y Ostabarret, y Céntulo III conde de Bigorra. Pertenecientes a las ligas de confabulados, los señores locales vascos se alzan también en armas. Arnaud Bertrand de Sault, vizconde laburdino, va a ser sitiado y derrotado en Bayona. Lo relata el cronista Rogerio Hoveden:

"Ricardus Comes Pictaviae fuit in Aquitania apud civitatem Burdegalensem, qui statim post Natale domini obsedit Akensem civitatem, quam Petrus vicecomes Aquensis el come Bigorniae contra euro munierant, et infra decem dies cepit. Deinde obsedit Bajoniam civitatem, quam Ernaldus Bertrandus Vicecomes Bajoniae contra eum munierat, et infra decem dies cepit, el inda promovens exercitum suum usque ad portus Syzarae, quae nunc Porta Hispaniae dicitur, obsedit Castellum Sancti Petri, et cepit, et demolitus est illud, et compulit per vim Basclos et Navarrenses jurare, quod pacem ab illa hora peregrinis et inter se servarent in perpetuum, et destruxit omnes malas consuetudines, quae inductae erant apud Sorges el apud Espurim".

Como se ve, Ricardo aprovechó la expedición para castigar a varios nobles bajonavarros. Los vizcondes, en especial Guillermo Raymond, habían fortificado y mejorado Bayona. De 1189 a 1192, aprovechando la ausencia de Ricardo Corazón de León en la Tercera Cruzada en cuyo ejército lucharon muchos señores laburdinos-, practicó G. Raymond una importante política de colonización de las tierras incultas.

La liquidación del poder vizcondal de Laburdi acaece a finales del siglo XII sin que ningún historiador haya dado cuenta cabal del proceso. Hay dos factores que pueden vislumbrarse como causantes del mismo: por una parte, Bayona, a partir sobre todo del Fuero de hacia 1174, comienza a recibir un trato diferente, más acorde con su vocación comercial, por parte de la administración inglesa; por otra, no hay duda de que la derrota militar del vizconde repercutió en detrimento de su poder y autoridad. La Carta de los Malhechores de hacia 1189-1190 menciona ya al "baile del señor, que será establecido fuera de la villa de Bayona" (Balasque, Etudes, I, 419-425). El cese de las atribuciones vizcondales se suele colocar en 1193; un documento falso incluso habla de la venta por el vizconde de todos sus derechos y prerrogativas a los laburdinos. La fecha coincide con la liberación de Ricardo Corazón de León en 1194. A partir de estos años tiene lugar, pues, un importante cambio institucional en Laburdi que queda constituido por dos territorios perfectamente diferenciados: la villa de Bayona con su jurisdicción y el bailío de Laburdi centrado en Ustaritz, dependientes ambos del senescal de Gascuña, representante del duque de Aquitania.

Esta separación administrativa y jurisdiccional viene a superponerse a una separación mucho más sentida entre la población laburdina: la separación lingüística que hace de la Bayona, pronto romanizada, un islote idiomático en el que predomina el gascón en contraposición al resto de la tierra laburdina en la que la lengua originaria sigue siendo el euskara. Lengua e intereses económicos van a enfrentar a ambas poblaciones hasta en el interior de Bayona, llegando incluso a utilizarse el adjetivo vasco como sinónimo de laburdino y en contraposición a bayonés. En 1215 Juan sin Tierra, duque de Aquitania, concede a Bayona su Fuero municipal. Esta, a semejanza de Marsella y Montauban, se convirtió entonces en una especie de pequeña república. El rey de Inglaterra le concedió la institución de los Cien Pares, que comprendía un alcalde, 12 regidores nobles o burgueses, 12 jurados comerciantes y 75 consejeros del pueblo. Su elección se renovaba cada año. (Cf. Giry, Establecimientos de Rouen, II, p. 3; Balasque y Dulaurens, Estudios históricos sobre la ciudad de Bayona, I, p. 452; Libros de los Establecimientos, pp. 16-22; Dubarat-Daranatz, Investigaciones...; I, pp. 80, 126, 136; II, 110).

Según Ducéré, la consecuencia de la organización municipal que en este Fuero se establece, fue la creación de una oligarquía burguesa y el desarrollo de un antagonismo entre sus clases sociales. Los reyes de Inglaterra (duques de Aquitania) se apoyaron a menudo en el partido popular mientras que los burgueses mayores no desdeñaban hacer causa común con los barones de la tierra y asociarse con los reyes de Navarra, sobre todo Teobaldo I. Como telón de fondo no hay que perder de vista a los reyes de Francia y de Castilla alentando la rebeldía señorial contra la administración inglesa. La participación bayonesa en la guerra franco-inglesa fue franca y decidida, en especial en el auxilio de La Rochela en 1224 y en la batalla de Taillebourg de 1242.

En 1243, Teobaldo I emprende una expedición de ayuda a los señores vascos y gascones siempre descontentos con los ingleses, algunos de los cuales -ej., Urt- le rinden homenaje. También lo habían hecho los señores naturales de Zuberoa, Baja Navarra y Lapurdi, entre los cuales, Pedro Arnaud de Sault en 1238. Teobaldo llevó a cabo una política de recuperación de los vínculos antiguos en combinación con el rey de Francia en guerra con el inglés. La Baja Navarra ya no volvería a salir del reino. Existe una especie de protectorado navarro sobre Lapurdi, incluida Bayona, durante gran parte del siglo XIII; una villa como la de Ainhoa fue considerada territorio indiviso de ambas autoridades. No hay que perder de vista, durante toda la edad media, el interesante fenómeno consistente en una nobleza local Lapurdina íntimamente vinculada con la navarra y que desempeñó incluso cargos importantes en la Corte de Pamplona. Una familia noble tan importante como los Urtubia toma parte activa en la vida política navarra: uno de sus miembros fue entregado como rehén de Carlos II "El Malo" a Enrique de Trastamara, otro encabezó la expedición a Albania muriendo en Grecia, varios fueron alcaides de Gallipienzo, Leiza y Ujué, otros fueron dignatarios de palacio, María de Urtubia casó con Juan de Monreal (Mont-Real) en el siglo XV, y luego con Rodrigo de Gamboa, señor de Alzate.

En cambio, la otra familia más importante de Lapurdi, los Samper (St-Pée), constituyeron un sólido apoyo de los reyes ingleses que les recompensaron con diversos honores reverenciales y pecuniarios como el bailía de Lapurdi, prebostazgo de Dax, señorío de Arbona, etc. Bayona -dicen Vázquez de Parga, Lacarra y Uría (1949)-

"vino a ser el puerto natural de Navarra, desplazando a San Sebastián y a Fuenterrabía; sus barcos eran numerosos y sus marinos aguerridos acabaron por expulsar la ballena del golfo de Gascuña, persiguiéndola hasta los mares del Norte: adquirieron por su valor un justo renombre en Inglaterra y, no olvidando su raigambre española, pusieron sus barcos en ocasiones al servicio de la reconquista contra el moro".

La nobleza rural se sublevó, como hemos visto, repetidas veces contra la administración inglesa. Para ello un acuerdo tácito ponía en pie de guerra a los barones de toda Vasconia o Gascuña. En 1248 Simón de Monfort en persona vino al ducado a implantar un orden que no dejó de ser precario pese a las cuantiosas penas económicas impuestas a la nobleza laburdina. De 1251 a 1275 se desarrolla una nueva sublevación, mucho mayor que las anteriores. El partido nobiliario echa sus raíces hasta la misma Bayona como demuestra la documentación que, referida a 1254, recogen Bemont y el Libro de los Establecimientos bayonés. Alfonso de Castilla aprovecha también la coyuntura para invadir la zona sublevada. Es el apoyo de la pequeña burguesía bayonesa y el de la clase rural antinobiliaria el que va a permitir a la administración inglesa prevalecer a la larga, fenómeno semejante al producido en la vecina Guipúzcoa. Uno a uno van a ser doblegados y castigados los sublevados.

En 1267 Jean de Sordes y su mujer declaran, por ejemplo, que para obtener el perdón ducal, ceden al senescal de Aquitania un cuarto del molino de Uztaritz que les había sido confiscado. El Fuero de Bayona va a ser revisado en 1273 privándose a la oligarquía burguesa de sus principales poderes, y un pacto restablece la paz entre las dos facciones de la villa. La nobleza laburdina va a ver mermadas de forma sustanciosa sus prerrogativas. Casi veinte años más tarde aprovechará la lucha entre normandos y bayoneses para hacer a Bayona objeto de sus rapiñas apoyándose en la intervención navarro-franca contra los ingleses. La nueva derrota sólo servirá para reducir aún más su área de dominio sobre la tierra laburdina.

  • Duques ingleses
  1. Ricardo Corazón de León (?-1199);
  2. Juan Sin Tierra (1199-1216)
  3. Enrique III (1216-1272)
  4. Eduardo I (1272-1307)
  5. Eduardo II (1307-1327)
  6. Eduardo III (1327-1377)
  7. Ricardo II (1377-1399)
  8. Enrique IV (1399-1413)
  9. Enrique V (1413- 1422)
  10. Enrique VI (1422-1451)

En el año 1311, bajo Eduardo II, rey de Inglaterra y duque de Aquitania, se llevó a cabo una averiguación con objeto de determinar, con claridad y desde la administración, los derechos del rey sobre la tierra de Lapurdi (Ver Balasque, Estudios Hist., t. II, p. 691. Inven. de los privilegios, etc. del país de Lapurdi). Se oyeron las declaraciones de Fratin Fargia, de Martín de Hirigotia, de Pedro de Juncas, de San Martín, de Juan Beysolian, de Bernardo de Lagarde, de Pedro de Azanza, de Guillermo Arnoldo de Ogoet, de García de Ustia de Ustaritz, casi todos ellos antiguos bailes de Lapurdi y por ende representantes del dominio real. De las declaraciones de estos testigos, resulta que la tierra de Lapurdi dependía del rey de Inglaterra, como duque de Aquitania. De éste la recibían inmediatamente los nobles y los no nobles habitantes de la tierra (...Dixit... quod tota terra de Labourt teneretur a Domino nostro Angliae rege duce Aquitaniae antiquitus, inmediate per nobiles et habitantes interra praedicta). Como señor con capacidad de impartir justicia, el rey poseía la justicia sobre los habitantes de la tierra nobles y no nobles, y la ejercía a través del baile real con corte de justicia en Ustaritz. Podía ejercer además la alta o baja justicia sobre las sesenta casas de hidalgos (domicilia) de Lapurdi, los cuales, además del servicio militar de duración ilimitada, debían al rey: 1.° El derecho de albergada (sustituido por un impuesto anual de dos sueldos y seis denarios pagaderos por Santiago). 2.° Otra renta censual en especies.

Según algunos señores del país, decían estos testigos, el rey no tenía más que jurisdicción sobre las aguas, bosques y tierras sin cultivar; y el dominio útil pertenecía a los habitantes de la tierra que, solamente por esta razón, prestaban servicio militar de ost y cabalgada que tenían que pagar hasta el puerto de Caulas y a cargo del rey allí donde quisiera llevar la guerra en el ducado de Aquitania. La duración de este servicio era de cuarenta días. Según otros señores, siguieron declarando los mismos testigos, el rey tenía la propiedad directa de las aguas, los bosques, las tierras yermas y las tierras sin cultivar, y los habitantes no podían pretender más que a derechos de uso consistentes en el pasto de los ganados y la tala de la madera necesaria para construir sus casas...; y resultaba atentatorio contra los derechos del rey que los señores de Ezpeleta, de Sault, de Lahet, de Paganduria y otros se hubiesen permitido construir casas y encender el primer fuego sin la asistencia del baile. Sin embargo, también hay algunos testigos que dicen que el señor de Ezpeleta posee en propiedad las tierras de Ezpeleta; el de Paganduría, las de Macaya, y el señor de Sault, una tierra sin cultivar en Hasparren.

Por consiguiente el rey no posee sobre estas tierras más que el derecho de alto señorío. El rey poseía en propiedad, en Ustaritz, un castillo (castrum suum sive mottam), el cuarto de un molino llamado de Lamothe, situado en el burgo, de una renta anual de 10 libras morlanesas. Además percibía del país una renta de 40 libras morlanesas. En cuanto al baile, además de sus derechos de justicia, leyes y multas, percibía diversos impuestos, tales como el derecho de fogaje, de albergada. Fratin de Fargia, baile en ejercicio en el momento de la averiguación, declaró "que había subarrendado el bailiazgo por 300 libras bordelesas". Esta encuesta proporcionó a algunos la prueba en contra del carácter alodial de la tierra de Lapurdi. Hecha con propósitos fiscales, basada en las declaraciones de antiguos bailes, uno de los cuales estaba todavía en funciones, no prueba nada, según Haristoy, contra los títulos y fueros posteriores. Los señoríos con jurisdicción feudal más importantes de Lapurdi son creados después de esta averiguación. En 1331 Eduardo III concede al gentilhombre agenés Raimond Durand la alta y baja justicia de Guiche, Bardós, Urt y Briscous. Esta última comuna pudo rescatar pronto su jurisdicción; no así las otras tres que, pasando a ser del dominio de los Grammont, se mantuvieron en la feudalidad hasta la Revolución pidiendo los Cuadernos de Quejas Lapurdinos de 1789 su integración al Biltzar. La baronía de Ezpeleta data del siglo XV. También es posterior Arbonna, que compra sus derechos, y Macaye, basado en un documento falso.