Udalak

CORELLA

Historia, II. En 1449 reclamó Corella al rey contra la venta hecha por el príncipe de Viana; porque siendo siempre (decía) de la corona real e siendo el primer lugar donde ribó el príncipe don Carlos, por lo que debía ser del dicho príncipe, por ser derecho de España que los lugares donde primerament ribasen los príncipes primogénitos, deben ser suyos. Y el rey don Juan II mandó que Corella se agregase para siempre a la corona real como lo estaba Tudela. En 1457, habiendo confiscado el mismo rey los bienes de Don Juan de Beaumont, como partidario del príncipe de Viana, dio todas las tierras y rentas que aquel tenía en Corella a Rodrigo de Mendoza, amo (ayo) del infante don Fernando, hijo del rey; pero después hizo igual donación a Mosen Juan de Puellas para él y sus descendientes por sus grandes servicios, exceptuando el molino, horno y el campo llamado la Condamina. El pueblo de Corella siguió el partido agramontés en favor del rey don Juan II contra el príncipe de Viana, por lo cual y por ser frontera de Castilla y de Alfaro, donde continuamente había grande guarnición de gentes castellanas, padeció mucho, principalmente en el año 1461, y el rey, queriendo premiar su fidelidad, le concedió que por razón de cuarteles sólo pagasen, ya fuesen con gracias o sin ellas, 40 florines por cada cuartel. En 1471 la princesa doña Leonor hizo a Corella buena villa con asiento en Cortes, y a los vecinos de ella ruanos a perpetuo, francos y libres de toda manera de servitud; les concedió libertad de la imposición del vino, les confirmó el fuero de Sobrarbe y les dio un día de mercado, el jueves de cada semana. En 1488 los reyes don Juan de Labrit y doña Catalina confirmaron a Corella sus privilegios; y al mismo tiempo mandaban que, por cuanto redundaba en ofensa de Dios que los judíos morasen entre los cristianos, viviesen en adelante en el barrio donde tenían su sinagoga. También mandaron que los propietarios de bienes raíces que no habitaban en Corella pagasen cinco groses por cahizada de tierra para el cerco de la villa. En 1512 la villa de Corella compró al rey don Juan de Labrit los molinos, hornos, heredades, censos, cuartos y demás derechos de toda clase que le, pertenecían por la cantidad de 2.562 ducados de oro viejos. (Y. M.: Dic. Antig., art. "Corella"). Al sobrevenir la conquista de Navarra por las tropas de Fernando el Católico, una columna de 3.000 hombres de infantería y 400 caballos, al mando del Arzobispo de Zaragoza, entró por Aragón y sometió rápidamente a Cascante, así como a Cintruénigo y Corella, siguiendo hacia Tudela, a cuyas puertas llegó el 14 de agosto de 1512. En el año 1561 surgen disputas entre las ciudades y villas con asiento en las Cortes, sobre el orden de colocación, siéndole asignado a Corella un puesto detrás de Cáseda y delante de Echarri Aranaz, en virtud de su privilegio de ciudad franca concedido por doña Leonor en el año 1471. La ciudad de Corella se vio afectada por una epidemia de peste bubónica en el año 1601 (Idoate en Rincones..., t. I,pp. 340-3431. Anteriormente ya habían pasado por este trance otras villas y ciudades de Navarra y Castilla. Parece ser que el portador de la peste a Corella fue un muchacho, que había marchado a Calahorra. Hubo varias defunciones y la ciudad utilizó una casa exterior a la ciudad como lazareto, donde fueron internados y curados varios enfermos. Los gastos de estas medidas obligaron al concejo a tomar 2000 ducados prestados. En el año 1630 Felipe IV concedió a Corella dos importantes privilegios: el título de Ciudad por 26.500 ducados y el disfrute de las Bardenas por otra suma. En el año 1632 una representación de Corella se dirigió el día de San Martín a la concentración de las Bardenas [Idoate: Rincones..., t. I, pp. 178-180]. Para ello pasaron arrogantemente por Tudela. Pero al día siguiente, cuando volvían los corellanos de la reunión, fueron humillados por los regidores de Tudela, que les obligaron a pasar por las calles más sucias de la ciudad. Esta afrenta costó a los regidores tudelanos una multa de algunos ducados. Según refiere este mismo autor [Rincones.... t. III, pp. 635 y 636], en el año 1640 Navarra prometió al rey Felipe IV un tercio de 1.020 hombres, para luchar contra los franceses. Los ánimos no eran nada propicios en el reino, pues ese mismo año otro tercio navarro de 1.300 hombres había sido aniquilado en Tamarite de Litera. Las Cortes decidieron que la quinta parte de este nuevo tercio fuera costeado por los comerciantes y hombres de negocios del reino. Estos protestaron enérgicamente, presentando antiguos privilegios de su gremio. La protesta fue hecha por los componentes de la cofradía de Pamplona, una quincena de comerciantes de Tudela y cuatro de Corella. El tribunal les dio la razón, sentenciando que los comerciantes no debían contribuir de forma más costosa que los demás regnícolas. A petición del rey Felipe IV, Navarra preparó, pues, un tercio de 1.300 hombres para servir durante cuatro meses en Cataluña y Aragón a cuenta del rey, contra los franceses que, al mando del mariscal La Motte, habían penetrado en aquella zona. El tercio salió de Navarra, entrando en Aragón por Cortes, mandado por el mariscal de campo don Jerónimo de Ayanz y Xabier. En Fuentes el propio rey y su valido, el conde-duque de Olivares, pasaron revista a este tercio, encontrando que faltaban 130 hombres. Entre los desertores figuraban muchos de la Ribera, de Corella concrétamente 19. El tercio siguió hacia Alcañiz, mientras que el rey quería marchar hacia Lérida. Buena parte de las deserciones producidas se debía al desastre sufrido en el año 1640 por dos tercios navarros en Tamarite de Litera, donde en una noche murieron 600 navarros. En el año 1652 [Rincones..., t. II, pp. 450-453], ante la gran cantidad de lobos que había en Navarra, las Cortes decidieron tomar medidas drásticas para extirpar la plaga. Se decidió que los propietarios de ganado pagasen tarja y media por cada cabeza de ganado mayor y la misma cantidad por cada veinte de ganado menor o diez de porcino. Con estos fondos se pagaría a los loberos, a razón de seis ducados por cada animal grande cazado y dos por cada cría. La mayoría de las ciudades, villas y lugares del reino protestaron contra esta ley, incluyendo Corella. Uno de los argumentos aducidos en contra fue la lejanía de la capital para ir a cobrar la recompensa. Se resolvió que además de en la capital los loberos pudiesen cobrar en algunas ciudades, entre ellas en Corella. La ley se mantuvo en práctica pese a las protestas, y fue corroborada en las Cortes de 1662. El día 24 de junio de 1690 Corella sufrió los efectos de una trágica tormenta, según refiere Idoate [Rincones..., t. I, pp. 346 y 347]· Entre la una y las dos de la tarde del citado día el cielo se nubló, presentando un aspecto tan impresionante que la gente se apresuró a refugiarse en las iglesia, mientras que los sacerdotes sacaban las reliquias para conjurar la tormenta. Al poco tiempo comenzó un chaparrón, cayendo gotas muy gruesas entre un infierno de truenos y rayos. Estalló un pavoroso trueno, que fue seguido por un rayó que penetró en la iglesia y causó siete muertos y un buen número de heridos. Al rato terminó el nublado y los corellanos, tras asistir a las víctimas, hicieron por la tarde una solemene acción de gracias. Durante la guerra de Sucesión, que trajo el advenimiento a España de los Borbones, Navarra se mantuvo fiel a Felipe V; Corella puso a punto, al comienzo de la guerra, una compañía de 150 hombres. Cuando Ablitas peligró ante el enemigo, los corellanos permanecieron allí durante 27 días con sus capitanes Joaquín Escudero y José Morales y Rada. Además le fueron sumamente gravosos los alojamientos de tropas que tuvo que soportar. Sin embargo las tropas del pretendiente Archiduque Carlos ocuparon en el año 1710 parte de Navarra. La ciudad de Corella se sometió a estas tropas en septiembre de dicho año, falta de ayuda para defenderse. A finales del mismo año las tropas del Conde de Melón expulsaron de Navarra al ejército del pretendiente, quedando definitivamente Corella y todo el reino a favor del rey Felipe V, [Idoate: Rincones..., t. I y III, p. 124 y 305-306]. Corella fue visitada por el rey Felipe V y su esposa María Luisa durante el verano del año 1711 [Idoate: Rincones..., t. III, pp. 55 y 56]. Antes de la visita de los monarcas la ciudad procedió a arreglar los caminos y parte del recinto urbano. El rey vino a tomar aguas medicinales y permaneció desde el 14 de junio del citado año hasta el 24 de agosto, alojándose en casa de don Agustín de Sesma, quien al año siguiente obtuvo el privilegio de poner cadenas en las puertas principales de su casa. Durante la presencia real la ciudad se vio de tal modo concurrida que no quedaba ni siquiera una cama libre para los miembros de la Diputación. En el año 1719 la ciudad de Corella recibió nuevamente la visita del rey Felipe V, acompañado de su esposa, Isabel de Farnesio, al acaecer la invasión del país por las tropas del duque de Berwick. Desde esta ciudad despachó varias provisiones sobre si debía o no ofrecerse resistencia al invasor. [Estanislao Jaime de Labayru: "Historia General del Señorío de Vizcaya", t. VI, p. 112-113]. Según Idoate [Rincones..., t. III, pp. 552 y 553], en el año 1796 una plaga de cuquillo y de gusano asoló la Ribera, afectando también a Corella. El 28 de noviembre de 1809 se reunieron en Corella las partidas de guerrilleros de Javier Mina, "Cuevillas" y el "Marquesito". Resolvieron acometer a la guarnición francesa de Tudela: Lograron entrar en Tudela, pero de nuevo se retiraron a Corella, al saber que una columna francesa de 300 hombres se acercaba. Surgieron discusiones entre los guerrilleros sobre el reparto del botín cogido en Tudela, teniendo que intervenir los mismos caudillos para solucionarlas. Se llegó al acuerdo de que en adelante cada partida actuara en su zona, separándose seguidamente las partidas. Sin embargo Mina sufrió una sorpresa en Corella, perdiendo doce hombres, que fueron degollados por los franceses, marchando a continuación hacia la merindad de Estella. Las benedictinas del lugar sufrieron en esta ocasión diversas vejaciones. En el año 1820, mientras hacía furor el constitucionalismo, también los realistas intentaban hacerse notar, como se desprende del hecho sucedido en Corella en noviembre del mismo año [Idoate: Rincones..., t. II, pp. 109 y 110]. Resultó que la placa de la Constitución apareció una mañana con dos balazos. El ayuntamiento, "pasmado ante tan horrendo crimen", se apresuró a arreglarla, a la vez que daba parte y ofrecía una tentadora recompensa a quien pudiera aportar datos. En marzo del año siguiente alguien embadurnó la placa durante la noche, procediendo el ayuntamiento a mandar limpiarla rápidamente. El 23 de abril del año 1821 tuvo lugar un pequeño incidente en la iglesia de Corella, al encomiar el predicador la Constitución y protestar murmurando un sector de los feligreses [Idoate: Rincones..., pp. 165 y 166, t. II]. Con motivo de la visita del rey Fernando VII y su esposa a Tudela el 20 de septiembre de 1828, se trasladó a esa ciudad una engalanada representación de Corella, para agasajar a los monarcas, según refiere Idoate [Rincones..., pp. 57 y 58]. Además fue a Tudela un gran número de corellanos, hasta el punto que quedó Corella como despoblada. Como consecuencia del decreto promulgado por el ministro, conde Toreno, con fecha 3 de septiembre de 1835, fueron incautados por el Estado en esta localidad el Monasterio de los Mercedarios, que fue destinado a escuela, el de los Carmelitas Calzados que fue arrendado, el convento de las monjas Benitas y el de las Carmelitas Descalzas. En cumplimiento de la ley de desamortización del 1 de mayo de 1855 se vendieron en esta localidad en 1892, dos lotes de terreno en Ombatillo, cuatro terrenos en Ombatillo, dos terrenos en Montecillo, un terreno en Montecillo y Omatillo; en 1864, un bajo, calle de San Francisco, dos tejerías con doce robadas en Cantaruelos, un molino harinero y un bajo, un molino harinero, tres hornos de pan cocer y un corral, un molino, dos casas y un edificio con dos graneros [Ref. Rafael Gomez Chaparro, "La desamortización civil en Navarra"]. El día 19 de junio de 1932 este Ayuntamiento votó en contra del Estatuto Vasco Navarro. [Ref. "El Pueblo Vasco", junio 1932].

Elecciones del 16 de febrero de 1936 (1.ª y única vuelta). Candidatos Partidos Votos Aizpún Derechas 920 Elizalde Derechas 920 Morentin Derechas 1 Arellano Derechas 921 Gortari Derechas 939 Arévalo Derechas 941 Salinas Frente Popular 319 Bemgaray Frente Popular 323 Cuadra Frente Popular 321 Monzón Frente Popular 309 Basterra Frente Popular 326 Irujo P.N.V. 26 [Ref. "Boletín Oficial de Navarra" del 17-2-1936; filiaciones en el "Diario de Navarra". Una minuciosa relación de los documentos de su archivo puede encontrarse en Idoate: Catálogo Documental de la ciudad de Corella, Diputación Foral de Navarra, 1964, pp. 475].