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El Real Astillero de Zorroza

Excelentemente situado en la zona de Abando, a una legua de distancia de la villa de Bilbao, Zorroza fue en la Edad Moderna el tinglado más afamado de Bizkaia y uno de los más importantes de la industria naval vasca.

Contó con una serie de factores que le fueron muy favorables para el desarrollo de la actividad constructora, entre los que estaban: las especiales condiciones orográficas de las riberas del Nervión; la abundancia de maderas de gran calidad en los montes de los alrededores; la facilidad para trasladar los pertrechos navales hasta sus gradas; la presencia de una numerosa, eficaz y cualificada mano de obra en el arte de la manufactura de naves; y la existencia de fraguas, fundiciones, cordelerías y demás industrias anexas que le proporcionaban los materiales que se precisaban para las fábricas navales.

Documentado desde el siglo XV, fue hasta 1615 una factoría regentada por personas particulares. En esta etapa no tuvo la infraestructura que se asociada a los grandes astilleros y en un primer momento, ni tan siquiera poseyó unos servicios básicos. Al igual que otros muchos establecimientos navales, fueron unas instalaciones temporales en las que los constructores levantaban las gradas de montaje para armar y reparar sus buques, y que una vez terminadas estas tareas, eran abandonadas hasta que nuevamente fueran requeridas para alguna otra embarcación. Posteriormente, en este lugar se edificaron depósitos para el almacenaje de los materiales constructivos y las armas, así como una modesta capilla para los operarios que allí trabajaban.

Pese a las limitaciones expuestas, ya los testimonios del mil cuatrocientos describen a Zorroza como el paraje más afamado de la Ría de Bilbao y la mayor atarazana del Canal hasta el Abra. Esta notoriedad le vino dada por la amplia gama de tipologías navales que allí se labraron entre las que, además, tuvieron un gran protagonismo las confeccionadas para servir a la Monarquía en las flotas de Armadas Reales o en la Carrera de Indias.

Hasta la década de 1570 Zorroza, al igual que el resto de las gradas de la Ría, registró una gran actividad constructora viviendo unos años de bonanza y prosperidad económica. Este periodo expansivo se vio interrumpido en 1570 a causa de los continuos desastres de las Armadas del Rey, el incremento paulatino de la hostilidad en el Atlántico y la participación de los monarcas hispanos en la misma, la ruina de los navieros por la política de embargos emprendida por la Corona y el incendio que asoló Bilbao en 1571.

Como no podía ser de otra manera, este cúmulo de adversas circunstancias trajo una disminución de la demanda privada y el abatimiento de los tinglados del Nervión y, entre ellos, de una manera muy especial, en los de Deusto, Zorroza y Abando por su especialización en la manufactura de navíos de gran tonelaje.

La crisis alcanzó tal magnitud, que las Autoridades Provinciales idearon diversas fórmulas para la dinamización de la economía del Señorío. A este respecto, en 1610 presentaron una instancia a los Austrias solicitando la creación de un Astillero Real o Arsenal en Zorroza. Pensaban que, en el caso de que su demanda recibiera una respuesta afirmativa, se conseguiría la reactivación del sector naval, puesto que se privilegiaría la construcción de buques para la Carrera de Indias; y que al patrocinio de ello, se lograría la recuperación del comercio debido a que muchos de los materiales empleados en la manufactura naval eran importados de los países del Báltico. Esta petición no cayó en saco roto y en 1615 la Corona fundó el Real Astillero de Zorroza.

Este hecho fue transcendental en la trayectoria histórica de Zorroza. A partir de este momento, la práctica totalidad del obraje de las naves de guerra, galeones, correos y avisos de Indias fueron confeccionados en sus instalaciones. Paralelamente, la factoría se fue dotando de una infraestructura permanente cada vez más compleja que fue asemejándose a las que tenían otras grandes atarazanas reales, como por ejemplo, la de Barcelona construida en el siglo XV.

Navíos construidos en Zorroza en el Siglo XVIII
AñoConstructor /
Asentista
Número y
Tipología
Observaciones
Fuente: ODRIOZOLA OYARBIDE, Lourdes. La construcción naval en el País Vasco, siglos XVI-XIX..., pp. 330-352.
1613Martín Bertedona10 galeonesFabricados en Zorroza, Abando y Deusto
1618Agustín OjedaGaleones (?)
1619Martín Aróstegui6 galeones y 2 pataches
1625Martín Arana6 galeones
1635Martín Arana9 galeones
1635Martín Arana1 patacheFabricados en Zorroza y Deusto
1635Pedro Urezandi y Damián Echevarri2 galeones
1637 Martín Arana4 galeones
1662Domingo Grillo y Ambrosio Lomelín1 galeón
1666Domingo Grillo y Ambrosio Lomelín1 galeón
1667Domingo Grillo y Ambrosio Lomelín1 galeón
1694J. Vasabe Iriberri1 navío
1698A. Lezama y Axpe1 nao
1698A. de Lezama y Axpe8 galeones
1698Juan de Salmón8 galeones
1699Desconocido1 galeón

Para comienzos del siglo XVIII Zorroza se había transformado en un gran emporio naval integrado por un conglomerado de edificios, gradas, almacenes e industrias anexas, limitados en todo su perímetro con una pared de cal y canto. Más concretamente, contaba con una fábrica de jarcia, una rentería cercana, las casas de los funcionarios y los edificios destinados al arsenal. En aquel entonces, estas instalaciones le convirtieron en el único emplazamiento industrial concentrado de la Ría del Nervión.

En 1764 los Borbones establecieron en Zorroza una oficina del Servicio de la Renta de Correos, designando al viejo Real Astillero como centro productor de los buques correos que se precisaban para que esta empresa ilustrada pudiera llegar a buen puerto. Merced a ello la confección de embarcaciones experimentó un gran incremento, con lo que se hizo necesario adaptar y desarrollar estas instalaciones para que pudieran responder adecuadamente a las necesidades que tenían en su nuevo cometido.

Las primeras ampliaciones se realizaron hacia 1767 y consistieron en la compra de ciento ochenta y tres estados de tierra para la construcción de una casa almacén. Sin embargo, las grandes obras de mejora y acrecentamiento del Arsenal no llegaron hasta la década de 1770, es decir, la época de máximo apogeo de los Correos Marítimos. Por estos años, la Renta adquirió una casa cercana al astillero propiedad de Francisco Ochoa de Uzcanga y unos terrenos en donde se levantó una herrería, un almacén, unos hornos y el edificio para los alquitranes. Posteriormente, la Oficina se hizo con la propiedad de un dique situado en la anteiglesia de Abando y levantó un puente elevadizo.

Un plano topográfico elaborado en 1782 por Alfonso Águila nos da una idea de la impresionante envergadura, distribución y límites que alcanzó esta factoría Real. Era un recinto perfectamente delimitado por una alta tapia de mampostería al que se accedía a través de varias puertas, teniendo como entrada principal un gran arco de sillería rematado con una cornisa y tres pináculos. Lindaba por el Norte con la vivienda de Tomasa Castaño; por el Sur con las casas y terrenos de los herederos de Manuel Zubía, y los terrenos y casa de Tomás Bitoria; por el Este con la Ría de Bilbao; y por el Oeste con el Poblado de Zorroza.

Dentro del predio se distinguían tres ámbitos diferentes. El primero, destinado a las tareas de la construcción, comprendía una fábrica de jarcias, una nave para la conservación de las maderas de 840 pies de burgos de largo, y dos gradas (una para fragatas mayores y otra para menores). La zona más amplia del complejo naval era la destinada al almacenaje de los pertrechos navales; en él estaban erigidos los almacenes de breas y alquitranes, un "bastillador" y depósito de cáñamos, el almacén principal y el depósito de los elementos metálicos de las construcciones, que, a su vez, estaba unido a la sala de herramientas y a la lonja de los carbones. Otra zona era la de las dependencias administrativas que, concretamente, era la reservada a las casas de los funcionarios y operarios del arsenal.

En 1795 las tropas francesas tomaron el Real Arsenal apoderándose de todos los pertrechos navales así como de las dos fragatas-correo que en ese momento se estaban manufacturando.

Tras la invasión francesa, las instalaciones del predio de Zorroza quedaron prácticamente abandonadas al tiempo que perdían su calificación de Arsenales Reales. Precisamente, en 1801 el Rey decidió subastar el astillero sin conseguir comprador alguno y al año siguiente, decretó el traslado administrativo del Servicio de la Renta a la Real Armada. Ulteriormente, la factoría pasó a ser una dependencia más de la Armada, teniendo entonces como bienes propios ciento treinta y tres árboles; dos gradas para la construcción de las embarcaciones; tres tejavanas; una habitación cerrada; veintitrés molinetes para embarcar cables; las casas del guarda almacén, de los empleados y del capitán de maestranza; las carboneras del portero; el edificio del depósito de estopa; una fábrica de jarcia; y dos almacenes.

El establecimiento naval de Zorroza continuó con su deterioro progresivo y estuvo prácticamente sin actividad constructiva alguna hasta la década de 1840, momento en el que varios constructores lo eligieron para manufacturar barcos mercantes, de todos los tipos y tamaños, con lo que se reanudó temporalmente la manufactura naval. Entre estos fabricantes navales cabe citar a nombres como los de Santiago Arana, Manuel Urquiaga, Juan Felipe Abrisqueta, Manuel Mintegui, Pedro Bilbao y Marcelino Bareño, entre otros.

Una vez terminado el paradójico periodo de prosperidad que hasta el "Sexenio Revolucionario" vivieron los astilleros tradicionales de ribera, vino el definitivo desmantelamiento del complejo naval de Zorroza.

En las primeras décadas del siglo XX de él tan sólo quedaba en pie el acceso principal y el inmueble de la cordelería, que en las postrimerías del mil ochocientos había pasado a ser propiedad de la empresa Ybarra y Compañía.

Finalmente, el levantamiento en la década de 1920 del inmueble de los Molinos Vascos implicó la demolición de la vieja cordelería y la destrucción de los últimos vestigios del que antaño fuera buque insignia y uno los principales centros de construcción de navíos del País Vasco.