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TOULOUSE

Capital de Aquitania y residencia de los duques de Vasconia y Aquitania durante los s. VII al VIII. El Reino de Tolosa. fundado en 419, no era al principio sino un asentamiento de los visigodos a título de aliados y huéspedes del Imperio. Tornaron los dos tercios de las tierras dejando el tercio restante a sus propietarios romanos. Se puede decir, pues, que a partir de 419, cesa la Novempopulania como provincia romana para quedar incluida en la nueva demarcación visigoda tolosana. Se inaugura, de hecho, un nuevo reino. Estos godos con asiento en Aquitania eligen como capital a Tolosa, extendiéndose sus posesiones desde el mar Tirreno y el río Ródano hasta el océano siguiendo el río Loira. Habiendo muerto su rey Walia, le sucede Teodorico (418-451) en el trono. Aquitania y quizá también las zonas bajas vasconas soportan ahora los asentamientos visigodos después de la destrucción alano-vándala de los años anteriores. Los vascones de valles y montañas quedan probablemente marginados de los sucesos, excepto los de la ruta de Roncesvalles. En lucha con los romanos la paz se logra por intermedio de Avito en 440. El poderoso rey Eurico ha muerto en Arlés en 484 sucediéndole su hijo Alarico II (484-507) que es proclamado rey en Tolosa aquitana. El clero bajo los godos reacciona a favor de los francos. Alarico manda apresar a los obispos de Tolosa y Arlés bajo acusación de conspiradores. Ya el año 498 los francos atacan Burdeos, en los límites vascones, llevándose prisionero al duque visigodo Suatrio. Para 502 se ha instaurado ya la paz y en 506 autorizaba Alarico II a sus obispos para que participaran en el concilio de Adge. Era ya tarde. El rey franco estaba decidido a todo. Su potente ejército atraviesa el Loira plantándose delante de Poitiers, junto a Vouillé. Corría el año 507. El golpe coge de sorpresa al rey Alarico que acude, presuroso, al frente de un ejército improvisado, sin tiempo para que el poderoso Teodorico de Roma pudiera socorrerle. Se da la batalla y Alarico muere en ella, cundiendo el pánico en el ejército. Clodoveo, franco, se presenta en Tolosa, que entrega como premio a sus guerreros. La capital visigoda deja de ser Tolosa para pasar a Barcelona y a Toledo en 507. En adelante la historia de Vasconia va a sufrir las repercusiones de la política de francos y visigodos, pero de diferente forma, porque así como el reino visigodo va a ser férreamente unitario, el franco va a sufrir diversos repartos de sus ciudades y países entre los hijos del rey. Así ocurre al morir Clodoveo en 511 , repartiéndose entre los hermanos Clotario, Childeberto y Clodomiro. La Novempopulania vascona se asigna a Clodomiro, pero asesinado éste por su hermano Thierry, pasa a manos de Childeberto, rey de París. El drama vascón va a iniciar sus primeros episodios. En 541 los reyes Childeberto y Clotario cruzan el Pirineo, probablemente por Roncesvalles, ya que toman Pamplona, camino de Zaragoza, en guerra con el godo Teudis. Al fracasar el cerco de Zaragoza, el ejército franco emprende la retirada por el mismo camino de venida sin que la historia mencione nada memorable referente a los vascones cuya tierra cruzaba. Hasta los tiempos del duque Eudón de Vasconia y Aquitania que llega a un acuerdo con Carlos Martel en 720, no ocurre nada muy memorable. Eudón reside en Tolosa. Carlusque anno insecto legationem ad Eudonem dirigens (amicitias) que cum no (fecit) Ille reno Chilperico rege (cum multis munereribus) reddit (Fredeg., Cont. de). «Y al año siguiente Carlos dirigió una legación a Eudón y (hizo amistades) con él. Pero él devuelve (quizás quiera decir «vuelve») al rey Chilperico (con muchos regalos).» El tratado entre Eudón y Carlos habría sido firmado el 2 de diciembre del 720 según el contexto en que tuvo lugar. Eudón poseía, sí, medios suficientes para una larga resistencia pero no lo suficientemente agresivos como para desafiar a Carlos que era muy poderoso. Además, los musulmanes se habían constituido en un gran peligro a lo largo de toda la frontera meridional vascón-aquitana. Eudón, titulado rey por Chilperico, duque y príncipe en otros documentos, no llegó a acuñar moneda suya o por lo menos no se tiene noticia de ella. Para ese año 720 los musulmanes habían ya penetrado hacia los Pirineos y se predecían días muy difíciles en lo sucesivo. Bien sea como nueva iniciativa, bien como venganza por haber Eudón contenido el avance musulmán en la Septimania, lo cierto es que Al-Samh, después de haber vencido la resistencia en esas comarcas, se dirige por las montañas de entre los ríos Auda y Ariége con la idea de sorprender la capital vascónaquitana, Tolosa. El duque Eudón se hallaba, al parecer, en Burdeos cuando tuvo noticia del ataque a la capital y de su vigorosa defensa cerrando las puertas de las murallas y combatiendo desde el interior de la ciudad. Tolosa fue sitiada en regla, los musulmanes batieron sus murallas con máquinas de guerra y con hondas para impedir la aproximación de los defensores a las rampas. Todo fue inútil y costoso. El sitio debió de ser largo, tan largo que dio tiempo a Eudón a reunir una potente armada capaz de acudir en socorro de la capital. Venían, además de las tropas escogidas de vascones de que normalmente disponía el duque Eudón, otras reclutadas por todos sus dominios. Se oirían el latín y el euskara como idiomas usuales. El terrible combate tuvo lugar delante de la villa, en el lugar denominado por los árabes El Balat. Un cronista musulmán dice que Al Samh, a cuyas órdenes acaudillaba el ejército Abder-Rahman, arengaba a los suyos, seguros de la victoria, diciéndoles: -Nada temáis de esa muchedumbre que véis; si Dios está con nosotros ¿quién nos vencerá? Abder-Rahman, más práctico y positivista, hacia presurosos preparativos para hacer frente a la armada vascónaquitana que se aproximaba. Los defensores de Tolosa, desde las murallas, presenciaban la llegada de socorros, dispuestas a intervenir en el momento oportuno. Eudón dio la orden del ataque que fue obedecida por las milicias, seguras de la victoria. La suerte fue echada. Se dice que la victoria quedó largo tiempo indecisa hasta que los musulmanes comenzaron a retroceder y huir. Al Samh murió en el combate. El impetuoso y lucido ejército musulmán quedó tendido por la vía romana que va desde Tolosa a Carcasona y que luego los cronistas árabes llamaron «Vía de los Mártires». Abder-Rahman logró huir con los restos del ejército hacia Hispania. Según los cronistas musulmanes 350.000 fieles murieron en suelo aquitano. La cifra de muertos es claramente exagerada ya que la armada de Al Samh no excedería probablemente de los sesenta mil hombres. Los sobrevivientes se abrieron paso refugiándose en la villa de Narbona, única plaza que quedó en manos de los invasores. Según Isidoro de Beja, Eudón, habría perseguido a los derrotados. Una vez en Narbona nombraron un nuevo vali en sustitución del muerto Al Samh y fue Abd el Rahman el Gafeki, que había combatido valientemente en el asedio de Tolosa.

Bernardo ESTORNÉS LASA