Kontzeptua

Batalla de Lácar

Se dio por sorpresa y como reacción a la toma de Esquinza (Navarra) por las tropas liberales, ya que la posición de los carlistas en Puente la Reina y en todo el valle de Ilzarbe resultaba comprometida. El teniente general Mendiry, que mandaba las fuerzas carlistas, decidió preparar un golpe-sorpresa sobre Lácar donde se encontraba una brigada de cuatro batallones mandada por el general Bargés, jefe de la vanguardia liberal. Era el 3 de febrero de 1875.

Mendiry organizó en el mayor secreto y a sólo 1.600 metros de su objetivo las fuerzas carlistas de que disponía. Dice en sus Memorias:

"En el acto organicé, con doce batallones, cuatro brigadas de a tres batallones; la de Navarra, al mando de Pérula, acometería al enemigo por el NE. de la población; la guipuzcoana, al mando de Carpintier, por el N.; la castellana, al mando de Cavero, por el O.E., y la alavesa, al mando de Iturralde, por el S.O.E. Que las cuatro brigadas habían de desfilar paralelamente por hileras de a cuatro y de que conforme fuera ensanchándose el terreno se desarrollaran también las columnas, desplegando en guerrilla los primeros batallones, siguiéndoles de cerca y en el mismo orden los segundos y en columna de secciones, a media distancia, los terceros, que en su marcha debían aprovechar los accidentes del terreno para ocultarlas del fuego enemigo, en cuya formación debían acometer denodadamente al pueblo, y los despedí para que prepararan sus columnas en el orden expresado; quedando las cabezas de ellas a una misma altura, próximas a la salida de la garganta".

La artillería fue colocada en la posición más adecuada y la caballería saldría de su escondrijo de la carretera de Alloz para secundar el ataque. Un cañonazo serviría de señal para emprender la embestida por todas las brigadas. Las columnas carlistas avanzaron hasta que fueron descubiertas por el general liberal Bargés que se hallaba en las afueras de Lácar. Este ordenó emplazar piezas de artillería en unas eras algo elevadas y que abrieran fuego inmediatamente, pero los carlistas siguieron su marcha como si nada pasara, enarbolando, además, bandera blanca como si se tratara de las tropas avanzadas del general Moriones. En vista de esa actitud los liberales suspendieron el fuego entretanto los carlistas avanzaban lo suficiente hasta el momento preciso en que rompieron el fuego de fusil y cañón, que fue inmediatamente contestado por las baterías enemigas. Primero fue sorpresa, luego terror y, finalmente, desbandada. Las fuerzas del regimiento de Valencia se dieron a la fuga y de seguido las del Asturias quedando indefensa la artillería a pesar de que Bargés había enviado tropas de protección. La artillería se retiró como pudo dejando 34 muertos, muchos heridos, 22 mulos y caballos, tres cañones y sus municiones. Bargés, derrotado y herido, no tuvo más remedio que retirarse hacia Lácar, donde se encontraba el jefe de división Fajardo. En Lácar solamente se resistieron 400 soldados que, finalmente, cayeron prisioneros de los carlistas. Mendiry llegó a Lácar al poco rato de haberla abandonado los liberales con el tiempo justo para salvar de la muerte a los citados prisioneros.