Lexikoa

MARINA

La Primera Guerra Mundial (1914-1918). La Primera Guerra Mundial, en la que España se mantuvo neutral, fue un período de pingües beneficios para la Marina mercante vasca. La guerra submarina desatada por Alemania contra las Potencias Aliadas, especialmente Inglaterra, para asfixiar su comercio e impedir la llegada de suministros hizo que el precio de los fletes se elevara hasta un 1.500 ó un 1.700 % en 1917 y que el tráfico mercante se realizara preferentemente a través de banderas neutrales. Las principales navieras vascas operaron durante toda la guerra al servicio de los aliados destacando entre todas Sota y Aznar, hecho que le valió a su presidente, Ramón de la Sota, el título de «Comendador de la Orden del Imperio Británico» concedido por el rey Jorge V. Pero esta colaboración costó también un alto precio de bajas humanas y materiales a la Marina vasca, principalmente por la acción de los submarinos alemanes. Al comenzar la guerra; la Marina vasca representaba el 70 % de la de todo el Estado. En la guerra se perdieron un total de 72 buques de bandera española, de ellos más del 80 % de matrícula vasca. Abrió la lista el Isidoro, torpedeado en el canal de St. George el 17 de agosto de 1915, y la cerró el vapor de Sota Atxerri-Mendi, torpedeado el 29 de agosto de 1918. El mayor de los buques hundidos fue otro mercante vasco perteneciente a «Arróstegui y Compañía» de Bilbao, el Santanderino, de 5.400 toneladas, torpedeado por un submarino alemán a 18 millas de Ouessant cuando iba de Liverpool a Bilbao (8-4-1916). En numerosas ocasiones los hundimientos de buques iban acompañados de pérdidas de vidas humanas como en el caso de los mercantes de Sota y Aznar Algorta (29-1-1917), Lalen-Mendi (17-11-1917), Arno-Mendi (12-3-1918) y Axpe-Mendi (7-6-1918) cuyos hundimientos costaron la vida a 24 marinos. Un caso singular se produjo con el vapor de Sota Igotz-Mendi, al mando del capitán portugalujo Quintín de Uralde. Fue capturado el 10 de noviembre de 1917 por el corsario alemán Wolf cuando llevaba carbón inglés de Lourenço Marques a Colombo. En Bilbao, al no recibirse noticias del mercante, se le dio por desaparecido y a la tripulación por muerta. Pero el Igotz- Mendi no fue hundido; con una dotación de presa alemana, acompañó al corsario que pudo aprovechar así el carbón que transportaba. Juntos pasaron el cabo de Buena Esperanza y entraron en el Atlántico rumbo a Alemania. El Igotz-Mendi bordeó las costas de Islandia y Noruega pero al entrar en el estrecho de Kattegat, el barco varó en la costa danesa y se perdió (24-2-1918). Todos los prisioneros quedaron a salvo y la tripulación vasca «resucitó». Además de los ataques al tráfico, los submarinos alemanes se dedicaron también a bombardear con su artillería objetivos costeros alejados de los frentes de guerra. La costa labortana sufrió en una ocasión un ataque de este tipo cuando un submarino cañoneó las Forjas de Boucau.