Monarquía y Nobleza

Fortún I Garcés

Rey de Pamplona (882-905).

Hijo de García I Iñiguez y de la reina Urraca, nació el año 821 y fue rey de Pamplona entre los años 882 y 905. Los árabes le llamaron al-Ankar ("El Tuerto") y en la historiografía vasca moderna es conocido como "El Monje". Contrajo matrimonio con Dª Oria y tuvo por hijos a Iñigo, Aznar, Belasco, Lupo y Oneca.

Su padre García Iñiguez fue tomado prisionero el año 859, en una de las incursiones que los normandos realizaban en esta época desde la costa. En esta expedición los normandos llegaron a Pamplona y saquearon el reino, y para la liberación del rey, Fortún Garcés sustituyó a su padre como rehén.

De regreso a Pamplona Fortún combatió al lado de los pamploneses en el fuerte de al-Kasthil contra Muhammed I, emir de Córdoba, que sitiaba la fortaleza. En esta batalla los pamploneses perdieron el fuerte y Fortún cayó prisionero. Fue trasladado a Córdoba, ciudad en la que permaneció 20 años hasta que fue liberado por el emir alderedor del año 879. Durante estos años de cautiverio fue acompañado por su hija Oneca, la cual llegó a casarse con el hijo de Muhammed I y futuro emir Abd Allah.

Tras su liberación Fortún comenzó a participar junto con su padre en los asuntos de gobierno del reino y le sucedió a su fallecimiento en el combate de Aibar, en el año 882.

Asimismo regresó su hija Oneca, que posteriormente contrajo matrimonio con Aznar Sánchez de Larraun.

Fortún Garcés heredó el reino en una época convulsa. En la Península Ibérica los pequeños reinos cristianos del Norte intentaban reorganizarse y recuperar territorios ocupados por los musulmanes. Estos reinos también rivalizaban entre sí y establecían alianzas de forma cambiante. Al-Andalus se encontraba fraccionado en pequeños poderes semi-autónomos satélites del Emirato de Córdoba. Los territorios musulmanes fronterizos con territorios cristianos mantenían disputas internas con el emirato, si bien, defendían sus puertas de entrada del avance de los cristianos.

En la frontera vascona del Ebro se encontraba la familia Banu Qasi, familia de ascendencia visigoda que se convirtió al Islam bajo el dominio musulmán. Esta familia, asentada entre la Ribera de Navarra y las tierras de La Rioja, estaba a su vez emparentada con la dinastía pamplonesa. Durante el reinado de Fortún Garcés, la politica de alianza seguida por ambas familias se vio alterada con la coalición del Banu Qasi Muhammad ibn Lupo (Abbadalah) con el emir de Córdoba (882). Muhammad ibn Lupo mantuvo posiciones de rebeldía o de lealtad al emir en función de las circunstancias y de su propia conveniencia. La alianza con el emir le convertía ahora en un representante de éste en la zona, lo cual se traducía en el enfrentamiento de los Banu Qasi contra sus antiguos aliados pamploneses y contra los cristianos astures.

El continuador de la Crónica Albeldense narra la llegada de Al-Mundhir a Zaragoza para combatir a los Banu Qasi, que entonces gozaban de buenas relaciones con el rey asturiano Alfonso III. El ejército de Al-Mundhir produjo la devastación de las tierras banu qasis, entre ellas la región de Deyo, que se encontraba bajo su dominio. Seguidamente cruzó la frontera del reino de Pamplona para atacar al castillo de Cellorigo, que era defendido por el conde Bela Ximenez, y posteriormente Al-Mundhir desvió su ataque hacia Pancorbo, la puerta de Castilla. Este lugar era defendido por el conde Didaco, el cual derrotó a sus ejércitos. En esta campaña Muhammad ibn Lupo, molesto con Alfonso III y con sus hermanos Banu Qasi, reconoció la autoridad del emir y se sumó al ejército de Al-Mundhir.

El rey Fortún Garcés guardaba entonces buenas relaciones con la monarquía asturiana y contempló las luchas en las vecinas tierras banu qasis, manteniéndose a la defensiva. Pero tuvo que hacer frente a las ofensivas que Muhammad desplegó contra los reinos cristianos y en especial contra el de Pamplona. El Banu Qasi logró fortalecer las posiciones musulmanas y entre los ataques que dirigió destaca la toma de Aibar en el año 882 y la sangrienta incursión que realizó en el 886 por la frontera del condado alavés. También volvió a enfrentarse contra el emirato; en el año 888 bloqueó la ciudad de Tudela y llegó a tomar Ejea. Capturó a Muhammad ibn Tumlus, comandante Omeya del fuerte de Ejea y lo decapitó ante los muros de Tudela. En el año 891 Fortún Garcés tuvo que defender su frontera oriental del banu qasi, el cual arrasó el castro Silbaniano. Este castro ha sido identificado por Lacarra como el castillo de Sibiriana o Sibrana que se encuentra en las cercanías de Luesia. La toma de este castro daba acceso a la cormarca de Valdonsella y la derrota del ejército vascón se produjo tras dos días consecutivos de lucha.

Muhammad ibn Lupo falleció en el año 898 en la ciudad de Zaragoza. Con su muerte el poder de su dinastía quedaba debilitado y Fortún Garcés y Alfonso III pretendieron aprovechar este momento para organizar su recuperación. Sin embargo, su hijo Lubb tomó el relevo de su padre y derrotó a los ejércitos de los monarcas cristianos en las cercanías de Tarazona (¿899?). El nuevo caudillo Banu Qasi continuó sus ataques durante los años siguientes, pero Fortún Garcés rondaba los ochenta años y se encontraba ya en avanzada edad para combatir y contraatacar sus acciones con eficacia. Fortún Garcés se retiró como monje al monasterio de Leire y el año 905 fue proclamado rey en su lugar a Sancho Garcés I 114417, primer monarca de la dinastía Jimena en Pamplona. El nuevo rey era hijo del que fue regente durante el cautiverio de Fortún Garcés, García Jiménez, y llegó al trono con el apoyo de Alfonso III y del conde de Pallars. No se conoce muy bien si Fortún fue presionado para retirarse o si cedió voluntariamente el trono. Algunos autores mantienen que el rey asturiano y el conde de Pallars, ambos enemigos de los Banu Qasi, ocuparon Pamplona y forzaron a Fortún Garcés a abdicar del trono, mientras que otros opinan que el rey cedió el poder a uno de sus notables, a un hombre que había demostrado su valía militar para defender al reino.

El rey entrante, Sancho Garcés, contrajo matrimonio con Toda Aznar. Doña Toda era hija de Aznar Sánchez de Larraun, sobrino de Fortún Garcés, y de Oneca, y por tanto, nieta de Fortún. Este enlace no fue el único de la politica matrimonial de la familia Jimena que entroncaba con la dinastía Arista, pues un hijo y otras dos nietas del rey depuesto habían contraído matrimonio con la hermana y los dos hermanos de Sancho Garcés. Por medio de estas alianzas la familia Jimena reafirmaba su posición de poder en el reino.

El rey Fortún falleció alrededor de los años 905 y 906 con la edad de 96 años y su muerte significó el fin de la dinastía Arista. La monarquía pamplonesa siguió bajo la presión del nuevo caudillo Banu Qasi y, para principios del siglo X, ésta había perdido una parte importante de sus territorios y de efectivos humanos.