Literatos

Campión Jaime-Bon, Arturo

Uchin de Mendaur.

Escritor y político. Pamplona, 1854 - San Sebastián, 1937.

Nacido en Pamplona el día 7 de mayo de 1854, años más tarde de ponerse en práctica las leyes de las Cortes de Madrid de 1837, 1839 y 1841 que suprimían el Reino de Navarra para convertirlo en provincia. Este hecho pesó mucho en la vida de Campión, hasta su muerte, en 1937.

A los 19 años de edad había ya estudiado en la Universidad de Oñati, Gipuzkoa, para continuar después en la de Madrid, obteniendo el título de Licenciado en Derecho a los 22 años, en 1876.

A los 24 publica su primer libro Consideraciones acerca de la cuestión foral y los carlistas en Navarra (1876) y traba amistad con el hombre de ciencia Antoine d'Abbadie, el literato capitán Duvoisin, el lingüista Príncipe Bonaparte, el historiador Jean Jaurgain, el filósofo y poeta Miguel de Unamuno y otras personalidades destacadas de la época. Aparece también como promotor y fundador de la "Asociación Euskara de Navarra" ya que la iniciativa la lanzó desde las columnas de "La Paz" de Madrid y la recogió inmediatamente Iturralde y Suit.

A los 26 años publica la balada Orreaga, vertida a varios dialectos y subdialectos con fines de lingüística comparada (1880). A los 27 años inicia su primera serie de narraciones vascas que posteriormente había de englobar en libros bajo el título "Euskariana. Fantasía y Realidad" (1881). A los 29, el Ensayo acerca de las leyes fonéticas de la lengua Euskara (1883).

A los 30 aparece la gran Gramática Bascongada de los cuatro dialectos literarios de la lengua euskara (1884) con 893 pp. y una serie complicadísima de encartes de las conjugaciones de los verbos en todos sus tratamientos. A los 31, la semblanza Víctor Hugo (1885). A los 35 publica la novela Don García Almoravid, de tema histórico y de fuerte dramatismo (1889).

A los 36, la primera obra de la serie "Euskariana", muy importante. A los 38, otra nueva Euskariana, bajo el subtítulo de "Fantasía y realidad" con sus primeras producciones de tipo novela corta.

A los 39 incursiona en el tema político con su libro La batalla chica del señor Nocedal (1893), siendo este año nombrado Diputado a Cortes por la candidatura integrista pero sin militar en el partido.

A los 40, nueva Euskariana, revelándose ahora como investigador que se adentra de lleno en los archivos del Reino. A los 45, segunda gran novela de género dramático, Blancos y Negros (1898), que mereció la calurosa estimación de Unamuno como puede verse en "Obras completas", t. VI. A los 47, La personalidad euskara en la historia, el derecho y la literatura (1901). A los 50 preside la reunión de "Euskaltzaleen Biltzarra", en Irun (1904).

A los 51, tercera Euskariana sobre temas históricos del país, siempre de investigación, con inclusión de un estudio antropo-psicológico sobre la raza vasca (1905). A los 53, Discursos políticos y literarios (1907). A los 54, Conferencia acerca del nacionalismo vasco, en Gernika, impresa en 1908. A los 55, imprime la gran novela en dos volúmenes La Bella Easo (1909). A los 56 inicia la publicación de Orígenes del Pueblo Euskaldun (1910). A los 60 colabora en la "Geografía del País Vasco-Navarro" con un importantísimo estudio, Nabarra en su vida histórica, que hace cambiar el rumbo de la historiografía navarra (1914).

A los 63, nueva Euskariana de la serie "Fantasía y realidad", en la que se encuentran las más valiosas producciones literarias del autor (1918). Es nombrado este año Presidente de Honor de la Sociedad de Estudios Vascos creada en el Congreso de Oñate con el patrocinio de las cuatro Diputaciones vascas. A los 64 publica un original trabajo De las lenguas y singularmente de la baska como instrumento de investigación histórica (1919). A los 66 da a conocer en la revista bilbaína "Hermes" el ensayo ¿Es fea o hermosa la raza vasca?, comentando los cuadros de los pintores vascos del momento (1920).

A los 68, nueva Euskariana, con estudios e investigaciones históricas (1923). A los 72, primer tomo de los Orígenes del pueblo euskaldun. A los 74 se publica en libro el ya citado Nabarra en su vida histórica (1927). A los 77, segundo tomo de Orígenes del Pueblo Euskaldun (1931). A los 80, undécima Euskariana con investigaciones históricas de primera mano (1934). A los 82, duodécima Euskariana y tercer tomo de Orígenes del Pueblo Euskaldun, que había de quedar inconcluso (1936).

Al morir, en 1937, dejó inéditas una Euskariana sobre "Lengua y literatura euskaras", otra sobre "Historia" y finalmente una titulada No Euskariana, sobre crítica de arte e historia. También se sabe de una novela en preparación, La Monja, cuyo original, de existir, lo tendrán sus herederos.

Fue Campión Académico de número de la Academia de la Lengua Vasca, Correspondiente de la Real Academia de la Historia, de la de Ciencias Morales y Políticas y de la Academia de la Lengua Castellana. Ocupó la presidencia vitalicia de la Sociedad de Estudios Vascos y de la entidad Euskal-Esnalea.

Políticamente no se puede señalar a Campión como afiliado a ningún partido político aunque en su primera juventud se sintiera republicano federal. Deja pronto su republicanismo, con la caída de Castelar y la disolución del Congreso por el general Pavía, pero se queda con su federalismo que considera fórmula compatible con el estado foral de derecho siempre respetado hasta entonces. Según sus propias palabras se queda con lo esencial y rechaza lo accidental. No es ya ni republicano, ni monárquico, ni carlista, ni integrista, ni siquiera nacionalista vasco. Jamás estuvo afiliado a ningún partido. Su actuación política arranca del amor de Campión a su Euskalerria y a Navarra en particular, pues dice: "gritó en mí la tierra y no ha cesado ni cesará de gritar hasta que me muera".

Toda la obra de Campión es en pro del lema que estampa en sus libros, "Euskalerriaren Alde" (A favor de Euskalerria). Su voluntad es férrea y sin desfallecimientos. No conociendo la lengua vasca, la aprende y además la estudia lingüísticamente. Su Gramática fue entonces una superación respecto a lo que se conocía en el momento. Tuvo muchos roces y violentas polémicas con los carlistas y aun con los nacionalistas vascos, sobre todo con Arana Goiri. A los 39 años de edad se enfrenta en el Congreso con el ministro Gamazo en forma audaz y enérgica. Era, en ese momento, quizá el único diputado con ideas foral cristianas sin lastre de partidismos. Labora en la tarea de lograr el restablecimiento de la foralidad cimentándola con estudios filológicos, jurídicos, antropológicos, históricos, sociológicos, políticos, literarios e incluso cultiva la crítica musical y del arte.

Es un hombre polifacético y muy capacitado para la investigación y la literatura. Quiere saber la verdad y eso le proporciona amarguras y decepciones. Pero no cede. Busca el remedio con esfuerzo redoblado y vive en angustia permanente ante el curso de los acontecimientos cada vez más adversos. Arturo Jaime-Bon es un vasco con injerto de sangre no vasca en sus venas. El resultado, frecuente en este país, es fecundo. Amalgama la tenacidad nativa a la imaginación literaria, viva y potente, nada pródiga en esta tierra.

Empieza su carrera literaria influido por la literatura castellana, ampulosa y declamatoria, y va evolucionando paulatinamente hacia la frase corta y el trazo fuerte, muchas veces hasta violento. Algunas de sus composiciones son más bien obras de orfebrería: Gratxina, La Flor de Larralde, Sancho Garcés, Yan Pier Bidart, El Bardo de Izalzu... Su obra literaria comienza con cuentos y leyendas y sigue con la novela histórica como se estilaba entonces pero más dramática y menos descriptiva, fuerte, y menos romántica que la de Navarro Villoslada, su paisano.

La investigación histórica es de primer orden, minuciosa y objetiva, además de copiosa, pues cada tomo de sus "euskarianas" contiene cerca de 500 páginas. Estas investigaciones las ha plasmado luego en obra literaria con harta frecuencia. Su famosa Gacetilla de la historia de Navarra se convierte en la novela Don García Almoravid y el estudio de la "Chanson de Roland", de Bédier, en su preciosa joya El bardo de Itzalzu. Sus novelas Blancos y Negros y La Bella Easo son de rudo realismo y un tanto naturalistas en ocasiones. Por este motivo hubo de soportar más de una crítica adversa para aquellos pasajes tildados de un tanto crudos para su tiempo. Nada le importó y continuó su camino imperturbable. Muestra de este naturalismo es por ejemplo su novelita Una noche en Zugarramurdi.

Al Campión, entusiasta e infatigable, va sucediendo el hombre tenazmente metódico cada vez más historiador, más literato y más genéricamente vasco, pues sus primeras publicaciones eran casi restringidamente navarras. El euskera lo aprendió a raíz de un incidente en las Cortes. Habló y escribió en euskera lo suficiente como para dar ejemplo. Comenzó por Orreaga, la leyenda Denbora antziñakoen ondo esanak y traducción al euskera de un cuento de Tolstoy bajo el título Malaxka ta Akuliña. También se dan casos de cartas suyas en euskera.

En la literatura castellana no ha encontrado eco a causa del acento foral de todas sus obras. Solamente la condesa de Pardo Bazán y el díscolo Unamuno le dedicaron encendidos elogios, cosa bien rara en este último.

La leyenda Dembora antziñakoen la tradujo al francés Fuché-Delbasc incluyéndola en el libro "Contes espagnoles". Pedro Mari fue traducido al alemán por la señora Elsa Otten (dos ediciones) y la novela Blancos y Negros también al alemán por Karl Voigt, aunque al parecer no llegó a publicarse a causa de la guerra.

En estos últimos años han sido traducidas al euskera La Flor de Larralde, por Domingo Aguirre; Pedro Mari, por el P. Justo Mari de Mokoroa y varias de las novelas breves por el Dz. Zunzunegui, de Zarautz. El Bardo de Itzalzu ha sido escenificado por Ruiz Añibarro y representado en Buenos Aires, y la adaptación de Sancho Garcés se convierte en la ópera "Zigor", del maestro Escudero. Pero el propio Campión sentía predilección por su novela La Bella Easo, porque en ella -decía- "está representado todo lo que yo quiero que sea y lo que no quiero que sea, lo que amo y lo que aborrezco: esta obra es mi pensamiento íntegro".

En vida fue D. Arturo objeto de dos grandes homenajes y otros menos importantes. Su busto en bronce, obra de Orduña, presidía la Biblioteca de la Sociedad de Estudios Vascos y la del Instituto Julio de Urquijo, de Donostia-San Sebastián.