Políticos y Cargos Públicos

Torrijos Goyarzu, Guillermo

Personalidad vizcaina, militante socialista de la primera hora, originario de Bilbao donde hizo sus primeras armas sindicales ingresando muy joven en la UGT (Sindicato de Obreros de la Madera) y en el PSOE en 1895.

Participó en las luchas por la jornada de 9 horas y emigró a Vitoria donde organizó diversas entidades obreras. En 1901 se trasladó a Donostia donde consigue realizar una de sus primeras preocupaciones: la de agrupar a las Sociedades de resistencia en una Federación. Así se funda la histórica Federación Local de Sociedades Obreras de la calle del Puerto.

Por entonces Torrijos entabla estrecha amistad con Pablo Iglesias que visita en varias ocasiones a los donostiarras. Entre sus buenas amistades cuentan ya Tomás Meabe e Indalecio Prieto, a quien conoce desde que llegó a Bilbao. Con Tomás Meabe, colabora activamente en la organización de las Juventudes Socialistas. Gracias a este esfuerzo, hacia 1909 tiene San Sebastián una de las entidades juveniles más animosas y trabajadoras. Boicoteado por los patronos, Torrijos emigra por algún tiempo a Francia.

Al poco de regresar, es elegido concejal en San Sebastián, y luego lo es en varias otras ocasiones. Durante la II República fue Primer teniente de alcalde y presidente de la minoría socialista. Como presidente de la Comisión de Fomento, realizó una labor meritísima con la construcción de escuelas públicas, así como en la organización de las colonias infantiles de verano, utilizándose para este último fin fincas que pertenecieron a Alfonso XIII y que el Gobierno de la República puso a disposición del Ayuntamiento donostiarra.

Muy activa parte tomó Torrijos en los movimientos revolucionarios de 1917 y 1930. Fue designado para formar parte de la Comisión que debía redactar el anteproyecto de Estatuto vasco de autonomía, según el acuerdo tomado en una asamblea de Alcaldes y Gestoras del País Vasco (15 de diciembre de 1931).

En el proceso del histórico octubre de 1934 es condenado a muerte. Cuando el presidente del Tribunal pregunta a los encartados si tienen algo que decir, Torrijos contesta: "Cualquiera que sea vuestra decisión, la aceptaré, sin que por ello consigáis reducir en nada mi condición de socialista". Recobra la libertad a virtud de las elecciones de febrero del 36.

Esas intensas actividades políticas no hacen olvidar a Torrijos la otra obra de sus amores sociales: tiene un taller de ebanistería. Produce muebles para las máquinas de coser que fabrica en Eibar, en la misma provincia, la Cooperativa Alfa. Los talleres de Torrijos cuentan con 50 obreros. El "jefe" piensa fundir lo suyo con la Cooperativa y abordar en conjunto una empresa de mayores ambiciones. Se trabaja una jornada menor que en otras industrias similares, los salarios son superiores a los de las bases oficiales y todos los años se reparten los beneficios con los obreros. Cuando es condenado a muerte, suscribe un documento consignando que si sobreviene el desenlace, los talleres pasarán a ser propiedad del Sindicato.

Desde los primeros instantes de la sublevación de 1936 no rehúye los puestos de responsabilidad y peligro. Fue presidente de la Comisaría de Hacienda de Guipúzcoa, delegado militar del Gobierno Vasco en Eibar y su zona, etc. En Santander, formó parte con el general Gamir Ulibarri y con Ruiz Olazarán de aquella junta restringida que en el último período de la guerra en esta región tuvo que hacer frente a una situación preñada de dificultades y de angustias. Perdido el Norte, llegó a Barcelona muy enfermo, y fue hospitalizado. Sin embargo, también en Cataluña pudo desempeñar cargos de responsabilidad. Ya muy enfermo fijó su residencia en París. Pese a su esperanza de poder ir a México, muere en esa capital el 29 de agosto de 1942.