Composers

Aranaz y Vides, Pedro Felipe

Compositor considerado por algunos musicólogos como el último maestro de capilla de la vieja escuela hispana. Nació en Tudela (Navarra) el 2 de abril de 1740. Falleció en Cuenca el 24 de noviembre de 1820, ciudad en la que vivió desde los 29 años hasta su muerte.

Fue infante de coro en la catedral de Zaragoza durante ocho años. Estudió con Luis Serra y con Francisco Javier García, "el Españoleto".

Antes de ordenarse sacerdote opositó a los magisterios de capilla de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) (1763) y Zaragoza (1765-6). Algunos autores afirman que llegó a desempeñar el cargo en la capital aragonesa en 1766. También se presentó en las catedrales de Zamora (1768) y Santiago de Compostela (1768). Aunque obtuvo buena puntuación no consiguió ninguno de estos puestos. Sin embargo, años más tarde varias catedrales le ofrecieron este cargo sin necesidad de opositar y también fue llamado por otras para que interviniera como tribunal calificador en los exámenes convocados para optar a maestro de capilla.

Mientras opositaba, Aranaz vivió en Madrid, donde compuso música teatral, tonadillas. En esa etapa de su vida musical utilizó el nombre de su pueblo natal, Tudela, como seudónimo. Contribuyó, junto con Misón, a revitalizar la tonadilla y consiguió incorporar la orquesta frente a la guitarra como instrumento de acompañamiento. Compuso seguidillas y tiranas para artistas de la época, como La Navarrita, Polonia Rochel, La Lorenzana, Tadeo Palomino y otros cantantes que actuaban en los coliseos de la Cruz y el Príncipe. En la Biblioteca Municipal de Madrid se conservan diecisiete tonadillas suyas, entre ellas, la más popular La maja limonera, y la música de la comedia Ipsípile.

En 1773 se ordenó sacerdote y tras este giro en su vida, dejó de componer este género lírico. Para entonces, en 1769, había sido nombrado maestro de capilla de la catedral de Cuenca. No está claro si durante los primeros años en el cargo alternara la composición de tonadillas (algunas de ellas fueron estrenadas en 1773) con la música religiosa. Lo cierto es que a partir de 1773 no se estrenaron más obras profanas suyas. En Cuenca se le denominó "el Águila de la música".

Compaginó la enseñanza con la creación de numerosas obras religiosas. Entre sus alumnos -la mayoría organistas- estaban Pedro José Blanco, Santiago Pradas y Francisco Olivares. Con este último colaboró posteriormente de forma muy activa.

En 1800 el Cabildo conquense creó un cargo para él: el de maestro de estilo o melodía de los infantes del coro de la catedral que residían en el Colegio de San José. Seis años más tarde fue llamado por su exalumno Francisco Olivares desde Salamanca para que colaborara con él en un proyecto de enseñanza de música en el coro infantil que dirigía Olivares. De esta experiencia conjunta surgió el Tratado completo de composición de los niños que se dedican al estudio de la música y principalmente en las catedrales de España.

En la catedral de Cuenca impuso su estilo, claramente influido por El Españoleto, incrementó los instrumentistas, en particular los oboes, violines y clarinetes. Desarrolló una profunda reforma de la música religiosa, basada hasta entonces en la composición de villancicos en lengua vernácula. Aranaz los sustituyó por responsorios con texto latino, con forma de gran motete con instrumentos. Se sumó a la corriente italiana que invadía España en aquellos años, basada en: el uso del latín sobre el castellano; el uso del estilo homófono y el progresivo abandono del estilo imitativo y fugado; incorporación de obras para coro de cuatro u ocho voces en lugar de la policoralidad, y composiciones a plantillas orquestales variables.

Su reputación como maestro de capilla era tan extendida que varias catedrales le ofrecieron el mismo cargo de forma inmediata, sin pasar por una oposición. Lo intentaron las catedrales de Pamplona, Ávila, Segovia, Oviedo, Sevilla y Toledo, pero Aranaz no aceptó ninguna de estas propuestas. También lo reclamaron para formar parte de tribunales o como examinador único de estas oposiciones en las catedrales de León, Ávila, Granada, Murcia y Salamanca.

Desafortunadamente una parte de su ingente producción musical desapareció tras el asalto que sufrió su casa a manos de los soldados franceses durante la Guerra napoleónica, según dejó escrito el propio Aranaz en su testamento. En este mismo legado expresó su deseo de que todos los escritos, tanto de música práctica como de teoría fueran entregados a su discípulo y colaborador Francisco Olivares.

Sus más de quinientas obras religiosas se encuentran depositadas en el archivo de la catedral de Cuenca (alrededor de 300, entre misas, motetes, salves, himnos, villancicos y misereres). En El Escorial se conservan otras 229 compuestas por encargo del padre Ramoneda. También hay partituras archivadas en las catedrales de Salamanca (215), Orihuela (20), Santiago de Chile (3), Plasencia (2), Segorbe (10), Málaga y Zamora (13), Palencia (6); en los monasterios de Guadalupe y Monserrat y en la Biblioteca de Madrid. En la catedral de Pamplona se guardan seis composiciones inéditas para voces y orquesta.

En cuanto a la música lírica, la Biblioteca Municipal de Madrid posee las diecisiete tonadillas ya citadas escénicas y la música de la comedia Ipsípile.

Además del Tratado completo de composición, escrito en 1807, y fruto de su colaboración con Francisco Olivares, Aranaz escribió un Plan de ejercicios de oposiciones. Actualmente en paradero desconocido, este estudio fue encargado por Juan Manuel del Barrio. En él daba consejos para los que optaban al magisterio de capilla que se resumían en tres puntos: componer, regir y enseñar. En 1807. También redactó las Reglas generales para una composición de música perfecta.

CRG