Military

Zurbano, Martín

Martín Barea.

Militar liberal riojano, nacido en Varea, Logroño, el 29 de febrero de 1788. Muerto en la misma ciudad el 21 de enero de 1845.

Al producirse la invasión napoleónica, se une a la partida del guerrillero "Cuevillas"; toma parte activa en la resistencia, destacando en acciones como la de Sansol, a las órdenes de Espoz y Mina. Una vez terminada la guerra, se dedica a la explotación de sus tierras en la Rioja alavesa. Alistado como miliciano constitucional al comienzo del Trienio Liberal (1820), al producirse tres años más tarde la reacción absolutista es perseguido, refugiándose en Valladolid. Estallada la guerra carlista, levanta a su costa -en julio de 1835- una partida cristina que tuvo actuaciones importantes en Elvillar y otros lugares riojanos y alaveses. Nombrado en 1836 mayor de cuerpos francos, poco después fueron regularizadas sus fuerzas, formando el batallón denominado "Francos de la Rioja Alavesa". Protagoniza importantes acciones en Zalduondo (donde hace prisionero al general Iturralde, lo que le vale el ascenso a comandante efectivo del ejército cristino), Navaridas, Araia, Dallo o Zambrana. En la batalla de Arlaban gana la cruz de San Fernando. En la de Campezo (agosto de 1837) hace prisionero al general Verástegui, siendo ascendido a coronel. Incorporado a las tropas de Espartero, intervino en las operaciones del Maestrazgo, pasando luego a Cataluña. Al acabar la guerra, y con el empleo de mariscal de campo, se retira de nuevo a sus tierras. Tras el levantamiento de Montes de Oca en 1841 y después de un breve exilio en Portugal, en noviembre de 1844 -caído Espartero- se levantó en armas, pronunciándose cerca de Haro, con sus hijos, su cuñado Cayo Muro y tan solo 80 hombres, a favor de la Constitución de 1837, llegando a ocupar Nájera. Fracasó. Apresado, fue fusilado por orden de Narváez junto a sus hijos y a Muro, en Logroño, en las tapias del convento de Valbuena, el 21 de enero de 1845. En 1846 Eduardo Chao publica en Madrid su Historia de la vida militar y política de Martín Zurbano, desmintiendo la reputación de crueldad que alcanzó en su carrera y reivindicando la memoria de Barea. Véase La Octubrada.