Literary Figures

Onaindia, Mario

Lekeitio, 1948-Gasteiz, 2003.

La intervención de Mario Onaindia en la en la política vasca y su presencia han sido determinantes en varias épocas de nuestra historia. Fue condenado en el Juicio de Burgos (1970) por pertenencia a ETA y fue condenado a muerte. Gracias a las presiones ejercidas, su pena se conmutó por la de cadena perpetua. Decidido partidario de la vía política en la organización, fue un destacado dirigente de ETA político-militar. En 1975 fue extraditado a Bruselas, pero volvió al País Vasco para tomar parte en la llamada Marcha de la Libertad. Promovió el partido EIA [Partido por la revolución Vasca], el germen de lo que iba a ser Euskadi Ezkerra. Fue parlamentario vasco entre 1980 y 1990. Cuando en 1993 Euskadi Ezkerra se une al Partido Socialista de Euskadi, Mario Onaindia fue uno de los partidarios principales a favor de la unión. En la legislatura de 1996 fue elegido parlamentario en las Cortes de Madrid.

Su participación política no impidió su dedicación a la literatura. En su primera novela Elurtzan datzaten zuhaitz enborrak (1979), escrita en su estancia en la cárcel, narra la historia de un compañero de cautiverio, pero a pesar de que quería contar una historia real, era tan complicada que fue leída como una historia maravillosa que se enmarcaba en el realismo mágico.

En su siguiente trabajo Grand Placen Aurkituko Gara (1983), Mario Onaindia escribe una historia autobiográfica en torno a su expulsión de España a Bruselas, componiendo un excelente trabajo de descripción histórica.

Ese mismo año escribió Gilen Garateako batxilerra (premio Irún de novela en 1983, y publicada al año siguiente), traducida al castellano bajo el título de La tau y el caldero) una novela histórica confeccionada en torno a los herejes de Durango. La novela de realismo social se expresa en Del Rinconen motorra (1985), una novela breve en torno a la inmigración al País Vasco. La novela Olagarroa (Premio Bilboko Aurrezki Kutxa 1986, y publicada en 1987) mantiene una influencia kafkiana sobre un ser que mantiene el control de una cárcel y de una sociedad, un texto cercano a la estética del absurdo. Su ciclo de novelas se cierra con Gela debekatua (1988).

Más tarde dirigió su pasión creativa a la escritura de guiones.