Militante político y escritor nacido en Bilbao el 15 de octubre de 1879 en el seno de una familia muy religiosa de la clase media. Su padre, defensor de Bilbao durante el sitio carlista, fue concejal nacionalista en 1899. Su madre era de origen carlista.
Meabe fue condiscípulo de Luis Araquistain en el Instituto de 2.ª enseñanza. Luego fue piloto durante un año. Ingresó muy joven, junto con sus hermanos Santiago y José, en el círculo de seguidores de Arana-Goiri. Este, preocupado por la penetración de ideas marxistas en el país, encargó a Meabe un estudio detallado de la cuestión a fin de poder combatir el marxismo a fondo. Meabe, al igual que su correligionario Dr. Madinabeitia, quedó prendado del aspecto humanista de las nuevas ideas; atravesó una ascética crisis de conciencia y se adhirió al socialismo:
"¿No es verdad que la buena acción que yo haga sin idea de que me la premien otros, sean dioses, sean hombres, es por lo menos de una calidad más elevada?... a mí me parece que todo esto y mucho más que diría sobre esto, es claro y evidente, de modo que si Dios existiese -por supuesto tendría que ser distinto de todos los que he llegado a conocer, los cuales no puede ser que existan-, pero si Dios existiese, y tendría que agradecerle un día el haberme permitido no creer en El por las buenas pocas acciones que yo, pobre de mí, hubiese hecho en este mundo sin mezcla de ninguna intención, sea de lucro o recompensa, sino como hombre que no sabe, que ama el bien por el bien mismo, que no encuentra ningún otro motivo más grande de vivir, o que practica esas buenas acciones por cualquier otra razón de índole elevada.
Hay una cosa en la cual nadie, acostumbrado a pensar, puede ya creer: y es la ingerencia permanente de un Dios en las cuestiones humanas, ni tampoco en las cuestiones de los tiburones o de las hormigas, y como esta falta de ingerencia es verdaderamente una falta a nuestros ojos, tanto más cuanto que no vemos más que guerras, crímenes y males, lo mejor que le podemos hacer a Dios, aunque exista, es no creer en El. Creer en El es, de una manera o de otra, culparle de los males que pudiendo evitar no evita, mientras que no creer en El es verdaderamente disculparle. En suma, el hombre, lo mismo creyendo que no creyendo, resulta ateo, esencialmente ateo, pero mientras más cree o más afirma, resulta que más niega. Sobrarán creyentes que digan que la causa de las guerras es Dios, el Dios de las batallas, pero no habrá un solo ateo que diga semejante blasfemia. El ateísmo es la forma menos blasfematoria que respecto a Dios ha inventado el hombre".
El tan comentado "ateísmo" de Meabe no es, pues, otra cosa que un apasionado develar la figura de un Dios creado a la imagen de las interesadas necesidades de sus creyentes, es decir las iglesias concebidas como "compañías aseguradoras".
En 1902 comienza a colaborar en "la lucha de clases", semanario socialista bilbaíno. Debido al abandono de sus inicios nacionalistas y de su repudio de la Iglesia católica, amén de su adhesión al socialismo, fue marginado de la familia y de su medio social y se enzarzó en airadas polémicas con sus antiguos correligionarios organizando apasionadas campañas contra la utilización mercenaria de la religión y de la idea de Patria, pilares básicos en los que se sustentaban el nacionalismo vasco y el español, cada uno a su manera. Llegó a ser Meabe no sólo director (1903) de La Lucha de Clases, sino su principal artífice, pues sus artículos ocupaban a menudo la mitad del espacio total del semanario. Pero a pesar de esta importancia de Meabe a nivel de escritor y propagandista su conocimiento del pensamiento socialista era muy limitado.
Su adscripción al socialismo fue eminentemente sentimental; era una identificación con las miserias de la clase obrera, una valoración afectiva del mundo en que vivía. Se entregó a la causa que había adoptado de cuerpo y alma, y su compromiso con el socialismo lo llevó adelante a pesar de las adversidades, de las cárceles y los exilios. Se sirvió de las tesis socialistas para ratificar su anticlericalismo y su antimilitarismo militantes. Meabe supuso un aire ético renovador dentro del Partido Socialista, e influenció, a despecho de Perezagua, grandemente a los elementos más jóvenes de la Agrupación Socialista de Bilbao. Fundó la primera Juventud Socialista, la de Erandio, en 1903.
A causa de sus ofensivas contra el fariseismo y el patrioterismo de toda clase tuvo estancias en la cárcel derivadas de sus 15 procesos de difamación al rey, la religión, los militares, etc. Se exilió en julio de 1904, tras ser condenado a 8 años de cárcel, viviendo en Francia. Vuelve al año siguiente a Bilbao y se avecindó en Eibar donde colaboró en el semanario socialista Adelante. Duró poco en Eibar ya que tuvo que exiliarse otra vez. Reside en casa de Gustavo de Maeztu en San Juan de Pie de Puerto y luego marcha a París. Vivió siempre miserablemente de colaboraciones de prensa y traducciones. En París traduce al castellano a Horacio, Petronio, Platón y Dickens, siendo tarde y mal remunerado. También reside en Londres donde malvive minado ya por la tuberculosis. Casó con Julia Iruretagoyena, hija del alcalde republicano de Irún, con la que tuvo en 1912 un solo hijo, León, que había de morir durante la guerra civil en el frente de Madrid. Avanzada ya su enfermedad no quiere morir en el exilio y vuelve a Bilbao. De allí marcha a Fuencaliente, El Escorial y Madrid, siempre acosado por la enfermedad y la falta de medios. Fallece el 4 de noviembre de 1915.
Araquistain dirá que murió "de una muerte socrática, sin aspavientos ni debilidad, sin poses ridículas, con buen humor, con plena conciencia de su advenimiento". Murió, tras dictar sus magníficos Apuntes de moribundo en los que mostraba su "profundo orgullo ante la muerte y ante todas las fuerzas oscuras que nos rodean". Conoció y trató a los pintores vascos de la época, como Arteta, Arrúe, etc., algunos de los cuales le hicieron retratos, de los que se conserva alguno mientras otros se han perdido. Excelente escritor, antitaurino militante, nos ha legado obras extraordinarias, de gran calidad tanto literaria como humana. Se le consideró uno de los mejores escritores vascos, capaz de superar a Unamuno y Baroja. Meabe fue un romántico, un rebelde de impulso generoso y apasionado. Su ideal juvenil había sido la dedicación a la agricultura, para sumirse en la contemplación para abrirse a la naturaleza, pero su amor a la justicia, su sensibilidad para las miserias humanas hicieron de él un apóstol combativo, que no desertó nunca de la opción que había tomado. Luis Araquistain, condiscípulo de Meabe, escribió de él:
"Meabe no era un hombre de libros; su amor a la naturaleza y a la humanidad era demasiado grande y su alma demasiado rica en aptitudes emotivas para necesitar de ajenas creaciones que la expresasen".
Y añade:
"Toda su vida fue un ejemplo constante de fortaleza, de dignidad, de independencia; en suma, de carácter. Pudo haber sido en su Bilbao todo lo que hubiera deseado; pero su sensibilidad moral y estética era demasiado fina para transigir con los valores y credos de la gran villa plutocrática".
Es autor de varias obras:
- Obras. Ed. Meabe, 1920, Bilbao.
- Parábolas. Federación de Juventudes Socialistas, 1925, Madrid.
- Obras Completas. Las fábulas del errabundo. Ed. Leviatán, 1935, Madrid.
- Apuntes de un moribundo. Juventudes Socialistas de España (Sección de México), 1963, México.
- 14 Fábulas. Krisalu, 1968, Bilbao.